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Alejandro Tapia y Ribera

Biografía

Tapia y Ribera, Alejandro. Crisófilo Sardanápalo. San Juan (Puerto Rico), 12.XI.1827 – 19.VII.1882. Historiador, dramaturgo y político.

Cursó Humanidades en el Seminario-Instituto de San Ildefonso, distinguiéndose por su inquietud y sus pinitos literarios. Joven ya, trabajó pro habe lucrando como empleado de Hacienda. El gobernador de Puerto Rico lo desterró a Madrid por un lance de duelo que Tapia tuvo con un oficial de Artillería. En Madrid completó sus estudios. En 1850-1852 fue miembro de la junta de estudiantes puertorriqueños que formaron allí una sociedad para recopilar documentos relativos a la historia de Puerto Rico.

Frecuentó la Biblioteca Nacional y la Biblioteca de la Academia de la Historia de Puerto Rico y fruto espléndido de sus lecturas arduas fue el volumen Biblioteca Histórica de Puerto Rico (Mayagüez, 1854), que ha sido libro de cabecera de maestros y alumnos de historia boricua en sus tres ediciones (1854-1970).

La inquietud intelectual le impulsó al abandono de la historiografía y a dedicarse a la literatura escribiendo novelas, obras de teatro y poesías. Su producción en esos campos fue muy copiosa y varia. Menéndez Pelayo, contemporáneo suyo, le dedicó elogios y también censura en Historia de la poesía hispano-americana (1893). No le arredraron, dice, “ni el drama histórico, ni la novela social, ni el poema simbólico” (pág. 336). Del poema dantesco La Sataniada (1878) Menéndez Pelayo opina que es “un confuso centón de todo género de herejías” (pág. 342), aunque contiene estrofas de lograda pulcritud.

Sin ser un dramaturgo de gran talla, tuvo el mérito reconocido por la opinión generalizada de haber sido el iniciador del género en Puerto Rico, y a eso se debe que el teatro de San Juan lleve su nombre: Teatro A. Tapia.

Como casi todos los intelectuales de su época, se dedicó también a la política, distinguiéndose por su talante moderado y su ideología “asimilista” (el partido que propugnaba la identidad de derechos políticos del país, con los de la metrópoli, es decir con los de España). Cultivó como profesor la preceptiva literaria, disciplina que enseñó en el Museo de la Juventud de Ponce, donde dio calor y bríos al “Gabinete de lectura”.

En fin, su dinamismo y su incansable tesón y su pasión por las letras le llevaron a ser figura destacada de Puerto Rico. Precisamente en ese foro, el 19 de julio de 1882, mientras pronunciaba una conferencia sobre las ventajas y beneficios que produce la cultura, murió fulminado por un derrame cerebral. Contaba a la sazón la edad de sesenta y cinco años.

 

Obras de ~: El bardo de Guamaní, La Habana, Imprenta del Tiempo, 1862; La Sataniada. Grandiosa epopeya dedicada al “príncipe de las tinieblas”, Madrid, Alaria, 1878 (ed. digital, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2003); Obras completas, San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1968-1970, 3 ts. (t. I: Novela; t. II: Teatro; t. III: Biblioteca Histórica de Puerto Rico).

 

Bibl.: C. Coll y Toste, “Tapia”, en Boletín Histórico de Puerto Rico, t. VII (1920), págs. 321-323; M. Menéndez Pelayo, Historia de la poesía hispano-americana: Obras, t. XXVII, Santander, Aldus, 1948, págs. 336-342; M. Alonso, El Jíbaro, Puerto Rico, 1970, pág. 215; J. Ciorda, “El seminario conciliar, fragua de hombres egregios”, en Horizontes, vol. 45, n.º 89 (2003), págs. 17-62.

 

Álvaro Huerga Teruelo, OP