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Pedro de San Juan

Biografía

San Juan, Pedro de. Laredo (Cantabria), c. 1583 – Bélgica, 1647. Secretario de Estado y Guerra en Flandes.

Hijo de Juan de San Juan, un mareante que había prestado servicio en las Armadas Reales y participado en la jornada de las Terceras, donde fue herido en una pierna, no siguió los pasos de su padre. Desde muy joven, “asistió en papeles” y abandonó su villa natal siendo muchacho (con no más de catorce años) para servir al Rey como oficial de pluma. Las circunstancias que rodearon su marcha fueron rememoradas tiempo después por algunos vecinos de Laredo, convocados a testificar en las informaciones previas a su ingreso en la Orden de Santiago el año 1627. Varios testigos admitieron que Pedro de San Juan había viajado directamente a Flandes en 1599 y otros que lo había hecho a Madrid en 1598, y de allí a Rouen y a Flandes, donde llegó en 1599. No es completamente seguro, por tanto, que lo hiciera formando parte del acompañamiento de los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia, pero servía con plaza de oficial de la Secretaría de Estado y Guerra de la Capitanía General del Ejército de Flandes desde, como mínimo, 1602, bajó las órdenes de su entonces titular, Juan de Mancisidor. En principio, permaneció vinculado al despacho de los asuntos de Guerra y durante varios años se ocupó de formalizar “el tanteo de la quenta y razón de la distribución [del dinero] del exército”. Más adelante, se ocupó de despachar los de Estado por orden del propio Mancisidor, a quien, según declaró el propio San Juan al comunicar su muerte al secretario Juan de Ciriza, servía desde 1600 y “me estimava no como a criado, pero como a hijo. Hizo gran confiança de mi y en seis años nadie ha tocado a las correspondencias entre Su Majestad y Su Alteça que yo y también la que S. A. tiene con los embaxadores de S.M.”. A cargo de esta otra negociación se hallaba Pedro de San con título de secretario del archiduque Alberto (desde 1617) en febrero de 1618 y fue la que Alberto le encomendó en propiedad cuando decidió dividir la Secretaría a la muerte de Mancisidor. El oficial mayor Mateo de Urquina asumió la de Guerra en idénticas condiciones y la institución se gestionó de manera separada hasta 1625, fecha del fallecimiento de Urquina. Entonces la gestión se reunificó y asignó a Pedro de San Juan, que había obtenido el título de secretario real en 1621 ante las reiteradas instancias de Alberto, Spínola, Fernando Girón y el marqués de Bedmar.

Su etapa como secretario de Estado y Guerra se prolongó hasta finales de 1629, cuando las dos negociaciones volvieron a dividirse. San Juan conservó la de Estado por expreso deseo de la infanta Isabel, que se negó a prescindir de un antiguo y apreciado colaborador del archiduque Alberto. Pero el secretario había perdido ya el favor de Madrid por su manifiesta dependencia de Ambrosio Spínola y Felipe IV llegó a plantearse su destitución en esa misma cronología tras conocer la falta de entereza que San Juan había demostrado tras la escandalosa pérdida de la plaza de Bois-le-Duc (septiembre de 1629). En Bruselas, surgieron tumultos ciudadanos hostigados por la alta nobleza, que vaticinaba el progreso incontenible del ejército rebelde, denunciaba la indiferencia de Felipe IV ante la pérdida total de las provincias y culpaba a los “malos ministros españoles” de la gobernadora del fracaso defensivo de la campaña con el propósito de debilitar el régimen postarchiducal. El pánico mostrado por algunos de los culpados —entre ellos, el embajador real cardenal de la Cueva, que abandonó clandestinamente la Corte para refugiarse en el palacio de recreo de Tervuren, y el propio secretario Pedro de San Juan, que trasladó a su familia y sus más preciadas posesiones a Amberes para ponerlas a salvo de los insurgentes—, alarmó a la infanta y comprometió la reputación de la autoridad real. El reprobable comportamiento de ambos ministros y su pernicioso ejemplo le fueron relatados a Olivares por uno de sus confidentes. “No puedo dejar de añadir a los miedos del cardenal los de otros que dan ocasión aquí para que se den por entendidos estos burgueses y piensen de veras en lo que se les da a entender. Pedro de San Juan es hombre de muy moderado saver y el que tiene la mayor parte en las nuevas a Su Alteça y al cardenal de la Cueva de que esto se a de perder y se an de levantar y así a embiado a su muger a Amberes, de donde es, con sus hijos y con las joyas para que se salven y él lo diçe a todos”.

San Juan fue definitivamente apartado de la Secretaría a finales de diciembre de 1632. Felipe IV ordenó al marqués de Aytona, su embajador ordinario en la Corte de Isabel, declararle su cese en los siguientes términos: “He sido informado de personas de crédito y autoridad que el secretario Pedro de San Juan es instrumento muy desconveniente para los negoçios y para çerca de mi tía y quando se pone orden en las cosas de ahí no conviene dexar quien las desencamine. Hame parecido encargaros que dispongais con mi tía la forma de executallo con aprovación de S.A., diziéndole con resolución lo que debe S.A. holgar dello y a Pedro de San Juan se le podría dezir que se le hará merced en esta Corte en una de las primeras secretarias o de otro puesto correspondiente a sus servicios”.

Percibió una pensión hasta 1635 y nunca regresó a España, quizá porque desconfiaba de su suerte y porque había contraído matrimonio en Flandes con Cornélie Lemmens, natural de Amberes, con la que tuvo cinco hijos que fueron bautizados en la parroquia de Notre-Dame de la Chapelle de Bruselas entre 1619 y 1627. Falleció en 1647.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, Santiago, exp. 7518; Estado, lib. 714; Archivo General de Simancas, Estado, leg. 2779; leg. 2305 (el duplicado en el leg. 633, 23. Pedro de San Juan a Juan de Ciriza, Bruselas, 31 de julio de 1618); leg. 2306, fols. 163 y 251-153; leg. 2307, fol. 266; leg. 2308, fol. 361 (11 de diciembre de 1632); leg. 2239 (Felipe IV a Aytona, Madrid).

J. Lefevre, La Secrétairerie d’État et de Guerre sous le Régime espagnol (1594-1711), Bruxelles, Académie Royale de Belgique, 1934, págs. 69, 94, 96-107, 218, 243 y 250; “La compénétration hispano-belge aux Pays-Bas Catholiques pendant le xviie siècle”, en Revue Belge de Philologie et d’Histoire, XVI (1937), pág. 608; A. Esteban Estríngana, Guerra y finanzas en los Países Bajos católicos. De Farnesio a Spínola (1592-1630), Madrid, Ediciones del Laberinto, 2002, págs. 172, 196-201 y 225; Madrid y Bruselas. Relaciones de gobierno en la etapa postarchiducal (1621-1648), Lovaina, Leuven University Press, 2005, págs. 60, 226, 235, 241-243 y 253.

 

Alicia Esteban Estríngana

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