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Joaquín Antonio García y Moreno

Biografía

García y Moreno, Joaquín Antonio. La Yunta (Guadalajara), 5.II.1732 – La Coruña, 22.VIII.1811.

Militar, artillero, teniente general, gobernador y presidente de la Real Audiencia de Santo Domingo.

Recibió las aguas bautismales el día 9 de febrero de 1732. Era hijo de Francisco García de Poves y Gil, natural de Odón, de familia hidalga acomodada, y de Josefa Moreno y de Orea, natural de Campillo de Dueñas.

Presentó sus pruebas de nobleza, con una información testifical de calidad y limpieza de sangre, para el ingreso en el Real Cuerpo de Artillería, como cadete del Real Regimiento; fue aprobado dicho ingreso por decreto del conde de Aranda, director general del Real Cuerpo, el 1 de mayo de 1757.

Aprobado su ingreso en Madrid en la Secretaría del Cuerpo, partió a la Academia de Barcelona, donde estudió el curso entero de Matemáticas, con aplicación y mucho aprovechamiento, mereciendo ser uno de los que realizaron tres exámenes en certamen público, con aplauso de los concurrentes y de los profesores, por lo que se consideró acreedor a ascenso en el Real Cuerpo de Artillería o Ingenieros. El director de la sala de dibujo militar dijo de él que se distinguía por su puntualidad, aplicación y aprovechamiento en planos, perfiles, e igualmente en la realización de planos de campaña y montaña. Hizo los planos que hay en las Ordenanzas.

Recibió el despacho de subteniente del Real Cuerpo el 12 de enero de 1762, con antigüedad de 22 de julio de 1760, y fue destinado a la compañía que mandaba José Pedraza, del 3.er batallón del Regimiento de Real Artillería. Posteriormente fue promovido a ayudante del batallón de Voluntarios de Aragón, en el que hizo la campaña de Portugal del año 1763; en ella participó en los reconocimientos de La Almeida, toma de Castelbom y Piñel, en la ocupación de Castel-Blanco, en el reconocimiento y socorro de Villabella, defensa del cuartel de Escalos de Cima, y en Marbá destacó en el desalojo de los enemigos de sus puestos avanzados, así como en el resto de acciones, en las que participó su batallón.

Como consecuencia de la facilidad con que los ingleses habían tomado La Habana, considerada por la Corona española como lugar de importancia tanto estratégica como comercialmente, y a pesar de contar con un gran contingente de tropas, el Rey mandó al mariscal de campo O’Reilly como inspector para reorganizar e instruir estas milicias, por el abandono en que se encontraban. En ese momento recibió Joaquín despacho de ayudante mayor de Infantería, con grado de capitán, el 30 de marzo de 1763, con destino al Estado Mayor de América, para la formación de las milicias de la isla de Cuba, para dotarlas de la operatividad necesaria. En abril de 1764 ya tenía organizadas las milicias de toda la isla, pasando luego junto con el mencionado mariscal de campo a realizar la misma labor en Puerto Rico, la cual terminará en un año.

Al regresar a la Península fue destinado al Regimiento de Infantería de Toledo, con despacho de 12 de septiembre de 1765, de ayudante mayor con el grado de capitán. En 10 de agosto de 1768 recibió el despacho de capitán vivo, pasando a la compañía de Granaderos.

En este período contrajo matrimonio, en La Coruña, el 24 de enero de 1769, con Eulalia Jacinta Cadrecha y Amat, natural de esta localidad, hija de un intendente militar. De él tuvieron tres hijos: Joaquín Esteban, Jacinto Prudencio y María del Carmen García y Cadrecha, nacidos en Santo Domingo, los dos primeros dedicados a la carrera de las armas y la tercera casada con un marino de guerra. Al mes de casarse pasó con su Regimiento de guarnición a Puerto Rico para relevar al de León.

Por Real Despacho de 10 de mayo de 1769 recibió grado y sueldo de sargento mayor de Infantería, con orden de pasar a la isla de Santo Domingo a formar a sus milicias por el mismo método que ya lo hiciera en Cuba y Puerto Rico, creando las compañías regladas de Voluntarios de Infantería y Caballería de Santo Domingo.

En febrero de 1770 pasó a los pueblos del interior de la isla para los mismos fines por orden del capitán general Manuel Azlor. En abril de 1771, al entregar el mando ese capitán general de la isla, certificó el gran celo, aplicación y prueba de amor al servicio que poseía Joaquín; y en 21 de junio de ese año, recibió el real título de comandante de todas las milicias de la isla de Santo Domingo. El 6 de abril de 1773 ascendió al grado de teniente coronel.

Al producirse, en fecha 29 de febrero de 1776, el Tratado de San Miguel de la Atalaya, fue comisionado para la firma por parte de España, representando al Gobierno francés el vizconde de Choiseul, tratado ratificado con la firma del de Aranjuez al año siguiente.

Ello supuso trabajos, durante más de tres meses, a pie por las montañas, para el trazado de la línea de demarcación, que fijaban en doscientos veintiún hitos o mojones con inscripción en francés y español, y límites establecidos desde la demarcación del río Pedernales, en el sur. Durante ese período sufrió grandes penalidades, volviendo enfermo, tardando casi un año en reponerse.

Ascendió a coronel, el 28 de octubre de 1778. El 16 de junio de 1780 recibió el título de teniente de rey de la plaza de Santo Domingo, y el 20 de agosto siguiente fue nombrado comandante del batallón Fijo Veterano de Santo Domingo.

En septiembre de 1785, al fallecer el capitán general Isidro de Peralta y Rojas y, posteriormente, en junio de 1788, por la muerte del capitán general Manuel González Foanes de Navarra, sucedió a ambos capitanes generales, tomando posesión del mando interinamente y procediendo al juramento, pasando a la Casa Consistorial a tomar igual posesión en el Ayuntamiento.

El 20 de marzo de 1789, recibió en propiedad el título de capitán general, gobernador y presidente de la Real Audiencia de Santo Domingo, siendo ascendido, el 26 de febrero de 1791, a brigadier de los Reales Ejércitos y, el 3 de abril de 1793, a mariscal de campo.

Estando Joaquín de capitán general en Santo Domingo, cuando la Revolución Francesa, declarada la guerra, tomó medidas para evitar la anarquía que reinaba en la vecina colonia de la isla, y mandó en primer lugar el batallón Fijo Veterano y la Milicia, y, posteriormente, las unidades que llegaron a la isla, formando un cordón por el límite con Haití, y defendió la parte española durante toda la guerra.

En febrero de 1794, para imponer el respeto debido en los momentos de crisis, publicó un bando en el que todos aquéllos que mantuviesen correspondencia con el enemigo serían tratados de traidores y condenados a la horca, como contrarios a la Corona, medida que aprobó el Rey.

En mayo de 1794 marchó a la cabeza del ejército en Operaciones, formado por dos brigadas, un tren de Artillería y bagaje, hacia Bayajá, y, después de tomarla, marchó a poner sitio al fuerte de Yaquecillo, y reforzó San Rafael. Estuvo combatiendo para evitar que el levantamiento del jefe negro Toussaint, de Haití, arrasara el resto del país, hasta la paz. Hubo un levantamiento de los negros en una hacienda próxima a Santo Domingo, y las prontas medidas de Joaquín, con un ataque dispersando y arrestando a todos, para ser juzgados a los pocos días por la Real Audiencia, evitaron que se propagase la revolución a la parte española de la isla.

Por el Tratado de Basilea, recibió una Real Orden de 8 de septiembre de 1795, de entregar la parte española de la isla, concediéndole un año para evacuarla; la entrega se demoró más de cinco años, por intereses de la República Francesa. Estando todavía el Gobierno y la guarnición española en la isla, iban llegando colonos franceses, pero no compraban las propiedades a los españoles. Sólo cuando se produjo la invasión de Toutsaint, que fue arrasando todo a su paso, y sembrando terror, fue cuando los españoles abandonaron haciendas y bienes y, si hubiese habido barcos para todos, también la isla.

Después de varios y penosos años como capitán general, en los que solicitó varias veces el relevo por la enfermedad que sufría y por lo avanzado de su edad, abandonó la isla tras la entrega de la parte española a Toussaint en febrero de 1801. De todo ello dio cuenta Joaquín a su llegada a Maracaibo, llegando a La Habana el 30 de julio del mismo año.

Durante este período, inició las gestiones, con una nutrida correspondencia, con el Gobierno y con Mariano Colón de Larriátegui, duque de Veragua, para que se autorizara para abrir la tumba, donde reposaban los restos del cuerpo del almirante y descubridor Cristóbal Colón, y posterior traslado. Finalmente el 22 de diciembre de 1795, fueron exhumados los restos, levantando acta, rindiéndole los honores correspondientes y siendo entregados al teniente general Gabriel de Aristizábal, jefe de la escuadra española, para su traslado a La Habana, donde fue enterrado en la catedral, para volver de nuevo a España, en 1898.

Una vez en Cuba asistió a la junta de emigrados, y en mayo de 1802 manda a su mujer y su hija, convaleciente de dos meses de enfermedad, para España.

Fue autorizado, en enero de 1803, y a la edad de setenta y un años, a regresar a España, pues aunque lo había solicitado varias veces al Rey, no se estimó conveniente, por su gran competencia, celo y conocimiento de la situación.

Al volver a la Península fue agregado a Castilla, fijando su residencia durante tres años en Madrid, y solicitó licencia para establecerse en La Coruña.

Fue destinado al ejército de Galicia y al iniciarse la Guerra de la Independencia, la Junta Superior de Galicia, como por su edad no podía salir a campaña, le encargó interinamente como comandante general del reino de Galicia y, por su antigüedad presidió la Junta de Guerra, trabajando en ello hasta catorce horas diarias. Fue ascendido a teniente general el 5 de octubre de 1808, con antigüedad de 26 de junio, revalidándosele este nombramiento, por expreso deseo del Consejo de Regencia, una vez ya difunto, el 18 de octubre de 1811.

Falleció en La Coruña, el 22 de agosto de 1811, y había testado ante José Martínez Valdés, en la isla de Santo Domingo, el 6 de septiembre de 1794.

Finalizando una vida entregada, durante cincuenta y cuatro años, al servicio de España, que por su celo, conocimiento del oficio y buen hacer, le llevó a que el Rey lo mantuviese en activo hasta casi los ochenta años, en el Caribe, donde realizó casi toda su sacrificada carrera.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), 1.ª secc., exps. personales, letra G; Archivo Personal Eduardo García-Menacho.

E. García-Menacho y Osset, Efemérides Artilleras, Segovia, Patronato del Alcázar de Segovia, 1990; R. de la Cierva, La gran historia de América, Madrid, Época, 1991.

 

Eduardo García-Menacho y Osset