Spes, Guerau de. Lérida, 1530-1539 – ?, c. 1572. Diplomático.
Pertenecía Guerau a una antigua familia noble que había prestado grandes servicios en el pasado a la Corona de Aragón. Poco se sabe de su vida aparte de los testimonios que dejó escritos referentes a su embajada en Inglaterra. Sí se tiene constancia, al menos, de que estaba casado y de que tenía hijos, así como de que era un hombre versado de vasta educación que hablaba un latín excelente. Caballero de Calatrava desde 1564, Guerau era sobre todo un hombre muy religioso. Ya había realizado antes alguna misión diplomática que había finalizado con éxito, y Felipe II debió de quedar satisfecho de su labor, cuando pensó en él para el cargo de embajador en Inglaterra.
Guerau tomó posesión de este cargo en septiembre de 1568. Llevaba instrucciones del Rey de contemporizar con la reina de Inglaterra y de continuar con la línea de buen entendimiento que había desarrollado su antecesor, Diego Guzmán de Silva, pero también llevaba instrucciones muy precisas de mantener la moral alta de los católicos ingleses cuyo número no era nada despreciable, así como de resolver otros viejos problemas que enturbiaban las relaciones hispano-inglesas, como eran la cuestión de la piratería o el apoyo que, bajo cuerda, mantenía el gobierno inglés a los rebeldes flamencos. La embajada de Gerau comenzó, sin embargo, mal desde el primer momento.
A los recelos ingleses por la cercanía de Alba y su poderoso ejército, que estaban aplastando a sangre y fuego todo intento de insurrección en los Países Bajos, se unió el celo religioso de Guerau y su carácter poco diplomático, acabando de arruinar todo intento de buen entendimiento entre los dos reinos.
Un hecho ocurrido hacia finales de 1568 fue el detonante que precipitó una escalada de tensión entre Inglaterra y España que a punto estuvo de llevar a ambos países a la guerra abierta. Este suceso fue el arresto de una flota de barcos que procedía de España, con un cargamento de dinero para el duque de Alba en los Países Bajos, y que tuvo que refugiarse en los puertos de Inglaterra debido a que fue víctima del ataque y persecución de barcos piratas hugonotes franceses.
Guerau pidió a la reina que, pasado el peligro, los barcos españoles fueran escoltados por barcos ingleses, hasta las costas flamencas. Pero en lugar de hacer lo que le pedía el embajador, el gobierno inglés aprovechó esta circunstancia, de que dichos barcos hubieran arribado a sus costas, para incautarse el dinero. Esto supuso una grave ofensa hacia España y provocó las airadas y enérgicas protestas del embajador, quien conminó a Alba a que hiciera lo mismo con los barcos ingleses que estaban en ese momento en los Países Bajos.
El episodio del arresto del tesoro español motivó una serie de desencuentros entre Alba, el embajador y Felipe II, a propósito de las líneas de actuación a seguir, que provocó la descoordinación entre los tres de lo que se aprovecharía Inglaterra durante todo el tiempo que duró este asunto.
Guerau tomó la determinación de actuar por su cuenta, desoyendo las órdenes de Alba, quien le llamaba a la prudencia. Pero lo único que consiguió fue que la reina, harta de sus malos modales, rehusara volver a recibirle en audiencia, prohibiéndole además que pisara la Corte. De este modo, abandonado por sus superiores y repudiado por los ingleses, que aumentaron por estas fechas su odio hacia España, De Spes se quedó solo y en una situación anómala para un embajador, pues no podía llevar a cabo su cometido como representante de su monarca ante la soberana inglesa, ni tampoco podía volverse a España.
No le quedó así otra alternativa más que echarse en los brazos de los católicos descontentos ingleses que conspiraban contra el régimen de Isabel. Empezó a tener contactos secretos con la reina cautiva María Estuardo, quien conspiraba con sus correligionarios católicos para conseguir el trono de Inglaterra, y con un aventurero italiano llamado Roberto Ridolfi, que tenía un plan para dar un golpe de Estado y poner en el trono a María Estuardo. Pero todo salió mal, pues el complot fue descubierto por los espías de Cecil, el primer ministro inglés, y Guerau fue expulsado de Inglaterra.
No había seguido en nada las instrucciones de su señor el rey Felipe, y a su salida, en 1572, había dejado unas relaciones pésimas entre los dos países, que aún se encargarían de empeorar más, los embajadores que le sucedieron, dando lugar al conflicto armado que protagonizó la escuadra enviada por Felipe II para conquistar la isla en 1588.
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José Miguel Cabañas Agrela