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Rodrigo Pimentel Lucero

Biografía

Pimentel Lucero, Rodrigo. Santo Domingo (República Dominicana), p. m. s. xvii – 25.V.1683. Hacendado, militar y contrabandista.

Frente al poder fáctico del rico comerciante Rodrigo Pimentel se llegó a decir que en Santo Domingo: “No hay más Ley ni más Rey que don Rodrigo Pimentel”.

Con este lema aparecieron pintadas las paredes de las Casas Reales, sede de la Real Audiencia.

Rodrigo Pimentel Lucero, antiguo clérigo minorista que ahorcó los hábitos, y alumno de la Universidad de Santo Tomás de Aquino, fue un criollo, descendiente del contador Álvaro Caballero, que dedicado al comercio y al contrabando, designado regidor perpetuo de la ciudad de Santo Domingo y capitán de milicias, como hombre poderoso, monopolizó el comercio de la harina y el vino en el puerto de Santo Domingo, y vendía a sobreprecio con el apoyo de Félix de Zúñiga, presidente de la Real Audiencia, del oidor Andrés Caballero y del escribano Facundo Carvajal, además de haber cometido adulterio y otorgado préstamos usurarios utilizando los fondos del Situado, es decir, disponiendo de los fondos públicos, logró que lo designaran teniente de capitán general.

Fue también persecutor de corsarios franceses y de negros cimarrones en Azua y Samaná.

Hombre de contrastes, Rodrigo Pimentel se valió de la Real Audiencia para violar la clausura del Convento de Santa Clara y sacar de allí a la fuerza a su antigua amante sor Isabel de Ledesma y hacerla deportar, no obstante haberla metido allí en complicidad con la abadesa. Rodrigo fue un gran benefactor de la Iglesia, costeó el altar mayor de la Catedral o retablo de las Doce Columnas, costeó también la reconstrucción del Convento de la Merced y del Convento de Santa Clara. Pedro Nuño Colón de Toledo, duque de Veragua, lo nombró como apoderado de la familia Colón y posiblemente fue él quien en época del arzobispo Cueva Maldonado hizo colocar los restos del Almirante en la caja llena de inscripciones en que aparecieron en 1877.

Fue procesado, además de por los citados cargos, por su complicidad en un atentado criminal hecho por dos de sus criados contra los forasteros: el capitán de fragata Juan Agustín y su acompañante Francisco Caballero, ya que el primero había cortejado a su amante Isabel de Ledesma, se le juzgó por el fuero militar, no le juzgó la Audiencia como lo hubiera hecho con un criminal común.

El 2 de noviembre de 1659 el licenciado Sancho de Ubilla, del Consejo de su Majestad, oidor y visitador de la Real Audiencia de Santo Domingo, habiendo encontrado al capitán Rodrigo Pimentel, vecino y regidor de Santo Domingo, culpable de los cargos que se le habían formulado, ordenó apresarlo, encerrarlo en la fuerza, bajo el cuidado del capitán Pedro Verdugo, alcaide de la fortaleza del Ozama, y custodiado por los guardias menores: Martín de Goicochea, Juan Beltrán y Domingo de Arbolancha, soldados a salario del visitador, y se le embargaron todos sus bienes.

Este proceso se desarrolló siendo presidente de la Real Audiencia Juan Balboa Mogrovejo, caballero de la Orden de Santiago, gobernador, capitán general y presidente de la Real Audiencia.

Los frailes de la Orden de la Merced rogaron al visitador Sancho de Ubilla que pusiera en libertad a Rodrigo Pimentel, pues hacía tres meses “que no se daba golpe” en la construcción de su convento; diecisiete religiosos firmaban la carta, pero ésta no fue acogida, y Rodrigo fue deportado a España junto con el presidente Zúñiga en cumplimiento del Auto del 8 de agosto de 1660. Rodrigo consiguió que lo trasladaran de Sevilla a Madrid, y el rey Felipe IV lo indultó el 1 de julio de 1661. Al regresar a la isla La Española pasó cuatro meses en el campo como única sanción, luego fijó su domicilio en Santo Domingo y se ganó el favor del presidente de la Audiencia y capitán general Pedro de Carvajal y Cobos, prestándole dinero a las cajas reales para el pago de los soldados.

Pimentel recuperó y acrecentó su fortuna y sus relaciones.

Se dedicó en los últimos años de su vida al contrabando con Jorge de la Mar Berberana y se asoció en complicidad con el pirata Van Hoorn, pero falleció por su avanzada edad, siendo enterrado en el Convento de Santa Clara por el arzobispo dominico fray Domingo Fernández Navarrete (OP), el 25 de mayo de 1683, evitándose la última acusación que se preparaba en su contra, era presidente de la Real Audiencia Francisco Segura Sandoval, a quien había prestado dinero de las monjas de Santa Clara, siendo Rodrigo el banquero de la época.

 

Bibl.: Autos contra don Rodrigo Pimentel (1658-1660), Santo Domingo, Editora Taller, 1995 (Colección César Herrera, t. 3, Patronato de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, Colección Quinto Centenario, Serie Documentos, 6); M. Ugarte, Estampas Coloniales, t. II, Santo Domingo, Comisión Permanente de la Feria del Libro, Amigo del Hogar, 1998.

 

Américo Moreta Castillo

 

 

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