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Antonio Covarsí Vicentell

Biografía

Covarsí Vicentell, Antonio. El Montero de Alpotreque. Zaragoza, 6.XII.1848 – Badajoz, 6.XII.1937. Cazador y escritor de literatura venatoria.

Los orígenes familiares de Covarsí se sitúan en Vinaroz (Castellón), en la cual sus antepasados ocuparon desde el siglo xviii diversos cargos públicos y relevante posición social. Pero, el compromiso político con el carlismo condicionó gravemente la vida de la familia Covarsí, que perdió en batalla a muchos de sus varones y fue obligada a dispersarse. Tanto el abuelo, Cosme Covarsí, como su padre, Fernando Covarsí, fueron destacados militares del ejército carlista, a cuya facción se sumaron en 1833 con motivo de la Primera Guerra Carlista. En el sitio de Morella fue hecho prisionero Fernando Covarsí en 1840, siendo trasladado a la cárcel de Zaragoza. En esta ciudad conoció a su esposa, Pilar Vicentell y de esta unión nació Antonio Covarsí Vicentell. La infancia y adolescencia de Antonio fueron muy ajetreadas, ya que las propiedades de los Covarsí en Vinaroz fueron requisadas por motivos políticos y su padre, en libertad vigilada, se vio obligado a trasladar a su familia de una ciudad a otra en busca de empleo estable. Durante su niñez, Antonio Covarsí vivió en Zaragoza, Cartagena, Madrid, Granada y Santoña, hasta que en 1866 su padre fue destinado a Badajoz como funcionario de prisiones. A partir de entonces, Antonio Covarsí Vicentell, estableció definitivamente su vida en Badajoz, considerándosele uno de los extremeños de adopción más ilustres, aún siendo aragonés de nacimiento.

Tras el derrocamiento de Isabel II en 1868, los Covarsí volvieron a vivir momentos de incertidumbre.

El patriarca, Fernando Covarsí, se reintegró al ejército carlista y marchó a escondidas a Navarra, acción que la policía que vigilaba en Badajoz a la familia, castigó con el apresamiento de Antonio Covarsí y su destierro a la ciudad portuguesa de Elvás, de donde pudo ser rescatado gracias a influyentes amistades extremeñas.

En Badajoz, Antonio Covarsí casó por primera vez con Adela Yustas, con la cual tuvo nueve hijos, de los cuales sólo sobrevivieron dos: Adelardo, que será famoso pintor, y Laurencia. Antonio Covarsí mantenía a su familia gracias a varios empleos y empresas, ya que era agente de aduanas en la estación de ferrocarril y jefe de una casa de negocios, además de regentar un comercio de instrumentos musicales y fundar, ya en 1874, la famosa Armería Covarsí, en la calle Calatrava, dedicada a la venta de utensilios de caza, que acabará convirtiéndose en legendario lugar de tertulia, reunión y organización de expediciones venatorias. Precisamente su extraordinaria afición a la caza, desarrollada en sus múltiples facetas, fue la que convirtió a Antonio Covarsí en una de las personalidades que más contribuyeron a la edad de oro cinegética que Extremadura vivió durante la segunda mitad del siglo xix. Su padre le había iniciado en la caza menor durante la adolescencia, en la década de 1860, pero fue Faustino Naharro, gobernador civil de Badajoz y propietario de fincas, quien le introdujo, en 1875, en el mundo de la caza mayor, en cuyo entorno conoció a otros célebres cazadores y desarrolló una gran pasión por la montería y las ancestrales artes venatorias. De la mano de Pedro Castillo, afamado “capitán de montería”, su maestro en el campo y gran amigo, Covarsí se convirtió en el cazador por excelencia: amante de los animales y el campo, escrupuloso con sus “leyes naturales”, de personalidad fuerte y temperamental, valiente y temerario, gran estratega y excelente tirador. Su autoridad como “capitán de montería” y organizador de expediciones venatorias fue pronto reconocida por los cazadores de su época.

Su escenario principal fue la sierra de San Pedro, entre Cáceres y Badajoz, tierra de dehesas, riscaleras y montes de encinas y alcornoques, abundante en especies cinegéticas, especialmente venados y jabalíes. Tuvo la habilidad de aglutinar en sus expediciones a aristócratas, como el marqués de Portago, propietario de la mítica finca “Azagala”, junto a humildes cazadores de profesión, subalternos de la montería conocidos como “cosarios”. Fue promotor y presidente de diversas agrupaciones, como la Sociedad de Cazadores de Badajoz (1890), cuyo reglamento fue un documento modélico, la Sociedad de Monteros de Alpotreque (1895) o la Sociedad de Monteros Extremeño-Andaluza (1899). Fue gran amante de los perros y creador de una excelente recova de perros de caza, compuesta por alanos y podencos, célebre por su eficacia y valentía en arriesgados lances. Covarsí aborrecía los excesivos artificios cinegéticos y abogaba por el combate leal, basado en la estrategia y la astucia, y el enfrentamiento cuerpo a cuerpo con el animal cuando éste fuera necesario, resultando por ello varias veces herido por cuchilladas de jabalí. Abogaba igualmente por la recuperación y práctica de las antiguas modalidades de caza, desde la montería, la ronda, el aguardo o espera, el salteo, el vaqueo, el rececho o la caza a la atalaya, algunas de ellas típicamente extremeñas, que alcanzaron en esta época su apogeo y que, con la desaparición de Covarsí y su generación, volvieron a caer en desuso. Su fama trascendió el ámbito local, pues además de cazar en Extremadura, monteó en otros muchos lugares de España, desde La Mancha y los montes de Toledo, a Andalucía o Asturias, donde en dos ocasiones acudió a la caza del oso pardo, e incluso fue varias veces reclamado por el rey Carlos I de Portugal para cazar junto a él y organizar sus monterías reales, premiando al montero español con la concesión de la condecoración de la Orden de Santiago de Portugal.

En su faceta intelectual, Covarsí fue uno de los últimos clásicos de la literatura venatoria. En sus inicios como escritor, publicó numerosos artículos —pequeños relatos de caza— en revistas cinegéticas como El Campo, Crónica del Sport o Arte y Sport, de gran difusión nacional Más tarde se adentró en la publicación de libros, que él modestamente llamaba “apuntes” y “obritas”, de estilo sencillo, directo, dinámico y carente de artificios, como su propia personalidad. Se trata de acontecimientos de caza vividos por Covarsí, narrados con amenidad y de contenido verídico, dirigidos, según sus propias palabras a cazadores “que amen la naturaleza por encima del estilo literario”, pues en sus libros todo “huele a sangre y pólvora”.

Su obra literaria se redujo a cuatro libros: Narraciones de un montero (1898), Trozos venatorios y Prácticas cinegéticas (1911), Grandes cacerías españolas (1919- 1920) y Entre jaras y breñales (1927). Pero, además, Covarsí, fue amante de las artes y las antigüedades, la música, los toros y el teatro, y se convirtió en un personaje ilustre de la ciudad, donde ocupó cargos como presidente del Casino y teniente de alcalde del ayuntamiento, siendo alcalde Antonio del Solar (1924- 1928). Viudo de su primera esposa en 1909, contrajo matrimonio con Agustina Cabanillas, con la cual tuvo seis hijos: Fernanda, Alberto, Carlos, Antonio, Gonzalo y Ricardo. Durante el primer año de la Guerra Civil española, en 1936, sufrió un serio declive de salud, ante la congoja de ver su armería asaltada y desvalijada y él mismo, por su ideario conservador, amenazado de muerte. Un año más tarde, fallecía en Badajoz, cuando cumplía los noventa años de edad.

Medio siglo después, con motivo del primer Congreso Internacional de la Caza celebrado en Cáceres en 1987, se le brindó un homenaje póstumo, durante el cual se colocó una lápida conmemorativa en “la portilla de Alpotreque”, en el corazón de la sierra de San Pedro, recordando su imperecedera lección a los monteros de siguientes generaciones y su papel como uno de los personajes más populares y relevantes de la historia cinegética española.

 

Obras de ~: Narraciones de un montero, Badajoz, Tipografía El Progreso de Antonio Arqueros, 1898; Trozos venatorios y Prácticas cinegéticas, Badajoz, Imprenta y Papelería de Vicente Rodríguez, 1911; Grandes cacerías españolas, Badajoz, Imprenta y Papelería de Vicente Rodríguez, 1919-1920, 2 ts.; Entre jaras y breñales, Segura de León (Badajoz), Imprenta de Nuestra Señora de Gracia, 1927.

 

Bibl.: J. Settier, “Biografía de Antonio Covarsí”, en El Campo (1887); P. Castillo, “D. Antonio Covarsí”, en Crónica del Sport (Madrid), Año II, n.º 17 (septiembre de 1894), págs. 259-260; E. Segura Otaño, Un Montero genial. Biografía de Antonio Covarsí, Badajoz, Imprenta Arqueros, 1953 (2.ª ed.); R. Covarsí, “Antonio Covarsí, el Montero de Alpotreque”, en Trofeo (Madrid), Año XXV, n.º 293 (octubre de 1994), págs. 20-26; R. Covarsí Cabanillas, El montero de Alpotreque. Biografía de don Antonio Covarsí Vicentell, Sevilla, Al Andalus Ediciones, 1999; M.ª J. Rubio Aragonés, “La Caza en Extremadura en el siglo xix”, en R. Covarsí Cabanillas, El montero de Alpotreque. Biografía de don Antonio Covarsí Vicentell, Sevilla, Al Andalus Ediciones, 1999, págs. 11-45; M. García García, “Análisis bibliográfico, lingüístico y literario de la obra de Antonio Covarsí”, en R. Covarsí Cabanillas, El montero de Alpotreque. Biografía de don Antonio Covarsí Vicentell, Sevilla, Al Andalus Ediciones, 1999, págs. 151-201.

 

María José Rubio Aragonés

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