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José Luis Carreño Echandía

Biografía

Carreño Echandía, José Luis. Bilbao (Vizcaya), 23.X.1905 – Pamplona (Navarra), 29.V.1986. Mi­sionero salesiano (SDB), vicario general y provincial de la diócesis de Madrás, fundador de seminarios sa­lesianos en India y Filipinas, escritor, músico.

Nacido en Bilbao el 23 de octubre de 1905, hizo su primera profesión en la congregación de los salesianos de San Juan Bosco el 25 de julio de 1922, en Sale­sianos-Carabanchel Alto, y su profesión perpetua en Salesianos-Sarriá el 11 de diciembre de 1928. Se or­denó sacerdote en Gerona el 21 de mayo de 1932, de manos de monseñor Vila Martínez, tomando como lema, que posteriormente fue el eje imantador de toda su vida, la frase de San Pablo “Omnia Christus” (“Cristo en todo”) (col. 3, 11).

Bendecido por la naturaleza con dotes de simpatía, bondad y saber fuera de lo común, contra todo pro­nóstico, le iba a ganar a la vida todos sus retos. Fina­lizados sus estudios de inglés en Salesianos-Cowley, en las afueras de Oxford, marchó como misionero a la India en el Año Santo de la Redención (1933); allí rompió todas las tablas, saliéndose de ellas y yendo muchos puestos por delante de la sola provincia reli­giosa con la que los salesianos contaban en el Asam, con sede en Shillong.

Sacerdote joven de veintiocho años no cumplidos, Carreño iba destinado al noviciado de Tirapathur, donde enseguida fue nombrado maestro de novicios. Desde el principio fue dando síntomas de magnani­midad y de inculturación, más que de observancias y reglamentos, siendo un mercenario de la humanidad con idéntica capacidad para “indianizar” la congre­gación salesiana como la Iglesia católica. Dominada la India por los ingleses, la sombra de la Segunda guerra mundial se extendió desde 1939, y fueron internan­dos en campos de concentración los misioneros ex­tranjeros. De los cuatrocientos evangelizadores cató­licos recluidos, ciento veinte eran salesianos. Carreño apostó por lanzarse y “regó el palo seco” —como él decía— por la región del Kérala, de magníficas fami­lias católicas, y para 1965 contaba con dos docenas de seminarios salesianos en toda la India, con más de mil seminaristas.

El trabajo de Carreño Echeandía como salesiano, así como de vicario general de la diócesis de Madrás, avanzó sin prisa pero sin pausas. Primero fundó un noviciado salesiano en Kotagiri (1946), después un seminario diocesano en Poonamallee (1947), un orfa­nato y escuela profesional para los jóvenes obreros de Goa (1947) y después otra obra idéntica en la misma Goa (1948). En Carreño siempre hubo algo más inquietante: acertaba el futuro. Por eso, enseguida abrió en Madrás una escuela profesional (1950), en Uriurkuppan una escuela agrícola (1950) y otros cen­tros de enseñanza secundaria en Negercoil (1947), Bombay (1948), Yercand y Sagay Thottam (1950), haciendo realidad aquello de que el destino no está en mano de los césares, sino de nosotros mismos. El pro­feta sucedía al misionero y heredaba el monopolio de las limosnas que muchos españoles le enviaban para Misiones Salesianas de Madrás (MISALMA) en las cuentas corrientes del Banco de Bilbao o del Banco de Santander, entre otros.

Después de casi treinta años (1933-1962) de servi­cio y fundaciones en la India, entre Madrás y Goa, Carreño pasó a Filipinas. Los salesianos habían lle­gado allí en 1951, al ser expulsados de China por Mao-Tse-Tung, y abrieron dos pequeños centros en Tarlac y Victorias que dependían de la provincia sa­lesiana de Hong Kong. Tan sólo en 1963 lograrán formar una provincia con sede provincial en Makati-Manila noviciado propio en Canlubang, siendo Ca­rreño su primer padre maestro y director. Hoy son cerca de mil salesianos distribuidos en dos provincias: la citada Makati-Manila, que abraza las Filipinas del norte y Papúa Nueva Guinea, y la de Cebú-Talam­ban, que comprende las Filipinas del Sur.

Desde el principio, los jóvenes salesianos filipi­nos iban a estudiar a la isla de Cheng Chan (Chao Chow-Taiwan), en China. Carreño vivía bajo el re­lámpago de esta servidumbre como propia y no paró hasta consolidar el primer seminario salesiano filipino en Canlubang. Después se abrieron el de East Bo­roko, en Papúa Nueva Guinea, Parañaque, Quezón, Cebú, Dumangas, Talisay-Lawa-An, donde varias generaciones de filipinos han seguido agradeciendo a la conmoción y el confortable futuro que Carreño desde 1962 hasta 1967 supo crear, enfrentándose en sufriente soledad al chichisbeo de tirios y la tergiver­sación de troyanos. Nunca ningún misionero sale­siano ha tenido tantos discípulos (mayoritariamente audaces) intentando plagiar un estilo y una experien­cia intransferibles. Carreño no sólo convencía y emo­cionaba, también hipnotizaba y hasta enamoraba de Jesucristo a cualquier tipo de público.

Tuvo que ser muy duro sobrevivir a las suspica­cias de algunos curiales de Turín, cuando acudía para consolidar un permiso o una apuesta y se decía: “¡Otro soneto de Carreño!”. Y “sonetos” fueron sus más de veinte libros, sus cinco estudios sobre la Sá­bana Santa, la fundación del Hogar del Misionero en Alzuza (Navarra), sus cientos de composiciones mu­sicales, la construcción de media docena de iglesias, sus cientos de mediaciones entre políticos de distinto signo, encarnando el anverso y el reverso de un pa­triarcal, sabio y paciente anciano que forjó una le­yenda perdurable desde el día que dijo la primera misa en el santuario de María Auxiliadora de Gerona, lo mismo en Inglaterra que en la India; en Estados Unidos que en España. Moría en Pamplona el 29 de mayo de 1986.

 

Obras de ~: Urdimbre en el telar, Madrid, Vofisa, 1965; Sal­mos al viento, Madrid, Vofisa, 1967; Cien cromos, Madrid, Vo­fisa, 1968; Prisma blanco (I, II y III), Madrid, Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil, 1968; Perlas modernas, Madrid, Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil, 1969; Perlas antiguas, Madrid, Centro Nacional Salesiano de Pastoral Ju­venil, 1969; Singladuras indias, Madrid, CCS, 1974; El último reportero, Alzuza (Navarra), Hogar del Misionero, 1975; Las huellas de la Resurrección, Alzuza, Hogar del Misionero, 1978; Pistas en el valle, Alzuza, Madrid, Gráficas España, 1985.

 

Bibl.: A. Altarejos, “Inculturación: reflexión misionológica y doctrina conciliar”, en La misionología, hoy, Pamplona, Gua­dalupe, 1988, págs. 334-357; J. A. Rico y Rico, Don José Luis Carreño Etxeandía, obrero de Dios, Carta edificante, Pamplona, Fundación Aróstegui, 24 de agosto de 1986.

 

Francisco Rodríguez de Coro, SDB

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