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Diego Ribero

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Biografía

Ribero, Diego. Portugal, s. m. s. XV – Sevilla, 16.VIII.1533. Cosmógrafo y cartógrafo.

El proceso de los descubrimientos y exploraciones ha necesitado y exigido avances de todo orden de forma continuada y progresiva; en los aspectos náuticos, cosmográficos y cartográficos esa exigencia y adelantos fueron especialmente notables en la “era de los grandes descubrimientos” y particularmente importantes en la expansión hispánica. La creación de la Casa de Contratación (1503) y la complejidad que tal institución fue adquiriendo, sobresale en una real cédula a Américo Vespucio (agosto de 1508) que ponía en marcha la creación del padrón real: “se haga un Padrón general y porque se haga más cierto mandamos a los nuestros oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla que hagan juntar todos nuestros pilotos, los más que hallares en la tierra, a la sazón, y en presencia de vos el dicho América Vespuci, nuestro piloto mayor, se ordene y haga padrón general, el cual se llame Padrón Real, y por el cual todos los pilotos se hayan de regir y gobernar y esté en poder de los dichos nuestros oficiales y de vos el dicho piloto mayor que ningún piloto use de otro ninguno, sino del que fuera sacado de él”; pues bien, el primer cosmógrafo de hacer cartas de navegar y de fabricar instrumentos, con un sueldo anual de 30.000 maravedís (1 de julio de 1523), fue Diego Ribero (Ribeiro o Rivero, por su origen luso); es el momento en que comienzan las noticias directas sobre el famoso cartógrafo. Diego Ribero había llegado a Sevilla poco antes de que partiera la expedición de Magallanes y desde entonces comenzó a colaborar en la cartografía de la Casa junto a Nuño García de Toreno y Juan Vespucio; Fernández de Navarrete, recogiendo palabras del propio Falero, recuerda que los dos primeros no fueron los autores de todas las cartas “que las hace Diego Riveiro como también los cuadrantes y las esferas”.

Se conoce por su testamento que era hijo legítimo de Alfonso Ribero y Beatriz de Oliera y, por lo demás, se ignora casi todo acerca de su biografía, fecha y lugar portugués en que nació, formación y actividades anteriores a 1518. Las primeras informaciones que recibió el rey portugués (18 de julio de 1519) sobre la cartografía que hacía Ribero hacen mención a la representación del Atlántico y costas de América del Sur hasta el cabo Frío (23º S); los mapas estaban destinados para la armada de Fernando de Magallanes destinada a descubrir el “paso”. El éxito geográfico de aquella famosa navegación que concluyó Elcano (1522) significó el comienzo de una actividad febril en Sevilla y en la Corte. Carlos V envió de inmediato una nueva expedición rumbo al Extremo Oriente, se procedió a crear la Casa de la Contratación de la Especiería en La Coruña y dio inicio a todos los trabajos que ambos hechos desencadenaban. Uno de los más notables fue el nombramiento mencionado de Ribero como “cosmógrafo, maestro de hacer cartas, astrolabios y otros ingenios de navegación” (lo fue oficialmente de 1523 a 1533); entre esos ingenios se hallaban bombas de achique construidas de metal. No en balde Diego Ribero fue destacado a aquella Casa procedente de la sevillana precisamente para dirigir los trabajos cartográficos.

Perteneció a la Casa de Contratación hasta su muerte (1533) y hasta esa fecha hay mapas que llevan su firma y que se conservan en prestigiosas cartotecas.

Asimismo importante fue su participación técnica en las negociaciones hispano-portuguesas por la posesión y pertenencia de las islas Malucas que se desarrollaron en Badajoz-Elvas (11 de abril – 31 de mayo de 1524) a las que asistió por orden del Emperador; en 1526 se hallaba de nuevo en Sevilla donde permaneció el resto de su vida. Su testamento lleva fecha de 20 de julio de 1533; por este documento se conocen sus deudas y sus deudos, su relación con hombres de negocios burgaleses que tienen la manda de sufragar el entierro (Jerónimo de Herrera y Diego Díaz) y los herederos (su hijo, natural, Alonso, y otro “hijo o hija de que Ana de Sepúlveda está en cinta y preñada de mí”; situando como herederos siguientes a la propia Ana de Sepúlveda y a su primo Diego de Oliber. Para tutor de sus hijos designó a Francisco de Limpias que, al renunciar, pasó el cometido a los últimos, Ana y Diego.

Su actividad cartográfica debió de iniciarse con prontitud como parece deducirse de una carta, escrita en Sevilla (18 de julio de 1519), por Sebastiao Alvares al Rey portugués, en que le comunicaba que Diego Ribero fue el autor de las cartas de marear que llevó la expedición de Magallanes. Por otra parte, Ribero juntamente con Nuño García de Toreno, en aquellos primeros años, dibujaron, por separado, las principales cartas de la década de los veinte y primeros de la de los treinta y para todas las expediciones hacia las islas Malucas y Filipinas; parece evidente que en aquella etapa los barcos llevaban, entre otras notables, su sabiduría cartográfica, así puede verificarse en 1525 (6 de septiembre) en que Hernando de la Torre, en una nave de la expedición de Loaisa, apuntaba durante “este día no tomé el altura, y a mediodía estábamos de Sierra Leona 52 leguas por la carta de Diego Rivero, y por la carta de Nuñó García 56 leguas, nordeste sudoeste con ella”. Sin duda unas cartas que ya recogían los descubrimientos por el sur del continente americano y el propio estrecho de Magallanes.

Uno de los efectos más interesantes del retorno de Elcano, como consecuencia de la tensión hispano portuguesa por la posesión y pertenencia de las islas Malucas, fue la revisión del padrón real. Los grandes pilotos se hallaban ausentes de Sevilla (Sebastián Caboto en su expedición al Río de la Plata; los trabajos de su competencia fueron desarrollados, en sus ausencias anteriores, por los cosmógrafos de la Casa, García Toreno, Juan Vespucio, Hernando Colón, Diego Ribero o Alonso de Chaves), Nuño García de Toreno (moribundo más que enfermo), Diego Ribero (en la Casa de Contratación de la Especiería de La Coruña), Juan Vespucio (ya sin competencia en la Casa), y quedaba Hernando Colón para acabar tan complejo trabajo cual era, rezaba la Real Cédula sancionada en Granada (6 de octubre de 1526), la confección de “una carta de navegar, un mapamundi o esfera redonda en la cual se sitúan todas las islas y tierra firme, y nuevas islas que estuvieren descubiertas y que se descubrieren de aquí en adelante”. Colón era un jefe de equipo idóneo después de su actuación en las juntas de Badajoz-Elvas y tenía una apreciable obra descriptiva de España y además se ordenaba a todos los pilotos de las carreras de las Indias facilitar toda la información (Real Cédula, Valladolid, 16 de marzo de 1527): “todos los pilotos a cuyo cargo fuese el regimiento de cualquier navío, que en todas o en cualesquier parte de las Indias navegare, sean obligados a escribir el viaje que hicieren día por día, desde el puerto o lugar que sea, hasta ser de vuelta en la ciudad de Sevilla o de Santo Domingo en la isla Española, en la cual escritura ha de venir puesto y anotado el camino que cada día hiciere muy a qué rumbos o qué tierras, islas o bajos toparon y qué tanto corrieron por ellos y cómo corría la costa y en que distancia o altura estaban”. En efecto, los trabajos cosmográficos y cartográficos de la Casa de Contratación fue continuada y en equipo, pero las copias, que debían llevar la firma del Piloto Mayor, se hacían por individuos que tenían la prebenda de hacerlas y venderlas, lo que dio lugar a algunas corruptelas cuando no a sonados pleitos en la Casa.

Con Nuño García de Toreno muerto (1526) y Caboto ausente, los exámenes de pilotos se complicaba en la Casa de Contratación por lo que se procedió a incorporar a Ribero a tal cometido; la Real Cédula (27 de agosto de 1527) lo ordena: “Y porque el dicho Sebastián Caboto está absente destos reinos en nuestro servicio, mandamos que en su ausencia usen del dicho cargo y examinen los pilotos, Diego Rivero, nuestro piloto, y Alonso de Chaves, nuestro piloto, personas hábiles en la dicha arte, con tanto que la examinación y disputas (preguntas y objeciones) se hubieren de hacer en presencia de don Fernando Colón”.

La carta de “Castiglione”, que es de Diego Ribero, es considerada por Cerezo como la muestra más antigua de la genuina “carta plana” que se conserva en nuestros días, desde entonces el “padrón real” y todas las copias o mapas anejos que se hicieron son de las mismas características, lo que significa que la longitud geográfica se usaba en estas cartas para hallar la situación en la mar. También es importante que en esta misma carta aparece el viaje de Esteban Gómez que aunque no fuera el primero en recorrer la costa atlántica norteamericana (parcialmente lo habían hecho Caboto, los Corte Real y Verrazano) ninguno lo había realizado con la misma amplitud y tanta claridad que permitiera su incorporación a este mapa; posteriormente (1529) Diego Ribero volvió a escribir sobre el padrón real las ilustraciones toponímicas “Tierra de Estaban Gómez” y “Tierra de Ayllón”. Es evidente que la fachada atlántica de todo el Nuevo Mundo, desde 45º N, Terranova (Canadá), a 53º S, Tierra de Fuego (Argentina), incluido de forma minuciosa el Caribe, el golfo y el istmo centroamericano, sin adornos portulanescos, con sobriedad y con bastante precisión aparecen incorporados en la cartografía de Ribero, lo que no es óbice para que pilotos experimentados puedan y deban, rectificar los errores; en la expedición de Laoisa hacia las islas Malucas, uno de los frailes que no piloto aunque pudiera haber escuchado a uno, Juan de Areizaga, lo observó en el atlántico sur americano en algunos de estas cartas y Antonio de Herrera lo recoge (II, XX, V): en la de Diego Ribero, “estaba la costa de Brasil, desde cabo Sancto Agustín hasta cabo Frío, más el oeste de lo que avía de estar sesenta leguas; y en la del cosmógrapho Nuño García estaba el cabo de Sancto Agustín sesenta y ocho leguas al occidente más de lo que avía de estar”. En la carta de Castiglione (1525) ya se representa la “Tierra del licenciado Ayllón” que era el fruto de los dos primeros viajes de Lucas Vázquez de Ayllón que originó una posterior capitulación (12 de junio de 1523). En esta carta muestra las islas Malvinas frente a la bahía de los Patos al igual que aparecen en los otros mapas de Ribero de 1527 y 1529 (Portugalia Monumenta Cartographica).

El debate sobre la autoría de la carta de Weimar (1527) bien de mano de Ribero, de Chaves, García de Toreno u otro ha sido fructífero; en todo caso es testimonio, uno de los excelentes, del padrón real de la Casa. De cualquier modo las cartas de Ribero de 1529 y 1532 constituyen también un elemento capital dentro de la cartografía de la Casa de Contratación; en esta última se incorporaba la costa pacífica de América del Sur hasta los 7º S, que el piloto Bartolomé Ruiz había explorado; el dato debió de ser ofrecido por Francisco Pizarro cuando viajó a la Corte para obtener la capitulación para el descubrimiento del Perú que concluyó con la conquista del incario.

Era buen momento para revisar el estado del padrón, fue el motivo principal de la “visita” de Juan Suárez de Carvajal, del Consejo de Indias, a la Casa de Contratación.

El informe de Carvajal no fue especialmente optimista: “los pilotos y marineros y maestres usaban en la navegación de las Indias de cartas de marear sacadas de diversos padrones en que había muchas cosas diferentes y contrarias”, en consecuencia, ignorando que ya se había cumplido (en las cartas de Diego Ribero y Alonso de Chaves, de tal calidad que numerosas de tiempos posteriores tienen más errores que éstas) lo que se pidió (Granada, 6 de octubre de 1526) y él recuerda a Hernando Colón: el Emperador “os encargó tomaseis con vos a Diego Rivero y otras personas y que hicieseis una carta de navegar en la que se sitúen todas las islas y tierra firma que estuvieren descubiertas o que se descubrieren de aquí en adelante” por lo que se le ordena (1535) que, “reunido con los expertos para realizar un padrón, único: como se le indicaba [...] y por esta cédula mandamos a nuestros oficiales que apremien a todos nuestros pilotos y cosmógrafos que hubiera en esa ciudad para que se junten con vos a hacer y acabar lo susodicho”. No obstante, este nuevo padrón fue concluido en 1536 y Carvajal lo recoge en su Ordenanza de la Casa del mismo año: “Hicieron un padrón general de plano y asentaron en un libro las islas, bahías y puertos y bajos y forma de ellos, con los grados y distancias” y prosigue imperativamente: “ordeno y mando que de aquí en adelante el dicho padrón y libro esté en la dicha casa en poder de los dichos oficiales [...] Que de aquí adelante los oficiales de Su Majestad, al principio de cada año, hagan juntar en cada año los dichos piloto mayor y cosmógrafos y otras personas expertas suficiente en el arte de la cosmografía y expertas en la navegación y vean las relaciones que los pilotos hubieren traído de las islas y puertos y bajíos y otras cosas que nuevamente hubieren visto y si hallaren que hay alguna cosa que se debe enmendar o añadir lo haban y se asiente en dicho libro”. Una tarea laboriosa y hasta tediosa con un punto de confusión entre datos de unos y otros, con alguna laguna por el prurito de no difundir todos los “secretos”.

 

Obras de ~: 1525. Carta, anónima, conocida como de “Castiglione” o de “Mantua” (820 x 2080 mm). Llegó por regalo del Emperador al embajador papal Baltasar de Castiglione. Es copia del padrón real que contiene los descubrimientos de Estaban Gómez de 1525 en las costas atlánticas de América del Norte (cuya fecha que se toma para datación consta en la carta). Está representada, con graduaciones de 5º, en longitud y latitud, la costa atlántica de toda América desde Terranova al Estrecho de Magallanes, incluido; por lo que respecta al Viejo Mundo muestra una imagen característica procedente de la evolución del portulano clásico a la que se hubiera añadido los avances procedentes de los descubrimientos portugueses además de la presencia de las islas Malucas y Filipinas con la bandera hispánica, que testimonia la posesión española de aquellas regiones. Biblioteca de Mantua. 1527. Mapamundi (860 x 216 mm) atribuido a Ribero; “carta universal en que se contiene todo lo que en el mundo se ha descubierto fasta aora. Hízola un cosmógrafo de Su Majestad, anno de MDXXVII, en Sevilla”. Presenta algunos elementos ornamentales (“soplones”, barcos que indican rutas, etc.) y la graduación es de 10º, la Línea de Tordesillas por las bocas del Amazonas así como la noción de Magallanes de que las Malucas se hallaban en el hemisferio de influencia hispánica. Se halla en la Herzogin Anna Amalia Bibliothek, de Weimar (antes Thüringische Ladesbibliothek). 1529. Mapamundi (850 x 2040 mm) con título igual a la carta de 1527 al que añade el nombre del cartógrafo: “Carta universal en que se contiene todo lo que del mundo se ha descubierto fasta agora, hizola Diego Ribero, cosmógrafo de Su Majestad. Año de 1529, en Sevilla. La cual se divide en dos partes conforme a la capitulación que hicieron los Católicos reyes de España y el rey don Juan de Portugal en Tordesillas. Año de 1494”. Es una copia del padrón real que incrementa la información con todas las noticias recogidas de las expediciones efectuadas hasta la fecha, con avances en la costa pacífica y con representación del mar del Sur hasta las islas Malucas; abundante toponimia. El aparato ornamental es análogo al del resto de la cartografía del mismo maestro, llenando el espacio. Se halla en los Museos Vaticanos. 1529. Mapamundi (890 x 2070 mm) con título igual a la carta precedente aunque con ornamentación diferente; el cartógrafo incrementó la ilustración a base de leyendas explicativas que sustituyen las imágenes de los territorios recientemente descubiertos, especialmente de los espacios más sensibles en las relaciones y tensiones hispano-portuguesas en su expansión. Se halla en la Herzogin Anna Amalia Bibliothek, de Weimar (antes Thüringische Ladesbibliothek). 1532. Planisferio, anónimo, con el océano Atlántico, Istmo centroamericano y océano Pacífico hasta las Malucas y China. De características cartográficas y artísticas análogas a las anteriormente citadas y considerado a todos los efectos como de Ribero. Se halla en la Herzog August Bibliothek, en Wolfenbüttel.

 

Bibl.: V. Bellio, “Noticia delle più antiche carte geografiche che si trovano in Italia riguardanti America. Anonimo spagnolo presso i Marchese Castigioni di Mantova”, en Raccolta Colombiana (Roma), IV, II (1892); A. Cortesão, Cartografía e cartografos portugueses dos séculos XV e XVI, Lisboa, Seara Nova, 1935; A. Cortesão y A. Teixeira da Mota (eds.). Portugaliae Monumenta Cartographica, I, Lisboa, 1960; P. Castañeda, M. Cuesta y P. Hernández, Alonso de Chaves y el libro IV de su “Espejo de Navegantes”, Madrid, 1977; A. de Herrera y Tordesillas, Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar océano, ed. y est. de M. Cuesta Domingo, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1991, 4 vols.; M. L. Martín Meras, Cartografía marítima hispana, Madrid, Consejo Superior de Investicaciones Científicas (CSIC)-Lunwerg-Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, 1993; R. Cerezo Martínez, La cartografía náutica española en los siglos XIV, XV y XVI, Madrid, CSIC, 1994; M. Cuesta Domingo, “La fijación de la Línea —de Tordesillas— en el Extremo Oriente”, en L. A. Ribot García, A. Carrasco Martínez y L. Adao da Fonseca (coords.), El tratado de Tordesillas y su época [Congreso Internacional de Historia, Salamanca, 1994], vol. 3, Valladolid, Sociedad del V Centenario del Tratado de Tordesillas, 1995, págs. 1483-1518; M. Cuesta Domingo, La cartografía de Santa Cruz, Madrid, Real Sociedad Geográfica (RSG), 2003; A. Santa Cruz, El Islario de Santa Cruz, ed. de M. Cuesta Domingo, Madrid, RSG, 2003.

 

Mariano Cuesta Domingo

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