Ayuda

José de Ávalos y Mendoza

Biografía

Ávalos y Mendoza, José de. Asunción (Paraguay), 1672 – 1722. Precursor de la Revolución Comunera.

Perteneciente a una de las más ilustres familias criollas del Paraguay. Su ascendencia se remonta a los días iniciales de la conquista española a través de Domingo Martínez de Irala y de Gonzalo de Mendoza. Su padre, el general Francisco de Ávalos y Mendoza, sirvió por más de medio siglo en funciones militares, políticas y judiciales en la provincia del Paraguay. Dos veces alcanzó la alta dignidad de teniente gobernador e integró el cabildo en diversos períodos. Su madre, la paraguaya Ignacia Díaz de Ovalle, descendía del gobernador Martín Suárez de Toledo y pertenecía a un estirpe que, desde su tío abuelo Hernando Arias de Saavedra, el primer gobernador criollo, venía ejerciendo una notoria influencia en el desenvolvimiento de la colonia.

Antes de cumplir los dieciocho años, José de Ávalos y Mendoza sentó plaza en las milicias provinciales, de las cuales su padre era uno de los jefes de mayor prestigio; sirvió sucesivamente como alférez de Infantería y capitán de Caballos Corazas, empleo éste que desempeñaba cuando, a los veintiún años, fue nombrado regidor vitalicio del Cabildo de Asunción, de cuya política se convertiría en uno de los principales mentores.

Además de su experiencia militar adquirida en las duras campañas contra los malones del Chaco, lo singularizaba su sapiencia. De su padre había adquirido la sólida formación jurídica que lo hizo sobresalir entre sus coetáneos, la cual iría completando y perfeccionando con la lectura sistemática de las obras de los juristas más difundidos en Indias.

Poseedor de una gran ilustración, José de Ávalos y Mendoza era propietario, según el inventario de sus bienes, de la biblioteca más completa del Paraguay y digna de la mayor consideración, si se atiende a las enormes dificultades que significaba el transporte de libros desde el istmo de Panamá hasta Asunción, pasando por las estribaciones andinas. Tal personaje jugaría un rol estelar en el primer cuarto del siglo xviii.

El 2 de julio de 1702, el gobernador Antonio Escobar y Gutiérrez lo designó lugarteniente general, justicia mayor y capitán a guerra. Vale decir que lo investía de la más alta dignidad en el orden político, administrativo, judicial y militar. Así se inician los veinte años de ininterrumpida influencia en la conducción de la vida política del Paraguay, que duraría hasta su muerte.

Escobar y Gutiérrez resultó ser un gobernante débil e incompetente y sobre Ávalos y Mendoza descansó el mayor peso de la labor gubernativa y judicial.

En los primeros días del año 1705, los defectos del gobernador habían llegado, de modo progresivo, a extremos en verdad intolerables. El referido magistrado había mostrado en el ejercicio de su cargo ineptitud para el mando, arbitrariedad en sus procederes y nepotismo en la selección de sus colaboradores más inmediatos. El cabildo, considerándolo incapacitado para el cumplimiento de sus funciones, el 25 de enero de ese año confió el mando de la provincia a su lugarteniente. La deposición del gobernador fue comunicada a la Audiencia y al virrey de Lima, que desaprobaron y condenaron la conducta de los criollos. En consecuencia, se formaron causas criminales de prolongada tramitación. Hubo reconvenciones, procesos y multas, y el 22 de septiembre de ese mismo año se puso fin al gobierno de Ávalos y Mendoza. No obstante, éste siguió ejerciendo el empleo de regidor del cabildo.

En el breve tiempo de su interinato, entre las múltiples cuestiones que hubo de resolver le tocó un expediente interesante por dos circunstancias: tanto por los protagonistas del diferendo, cuanto porque en el mismo se define claramente la ideología de Ávalos y Mendoza.

Diego de los Reyes Valmaceda, mercader andaluz y patrón de barcas, pretendió obtener privilegios en materia de conducción de yerba mate al Río de la Plata, en perjuicio del mejor derecho de otros armadores y ofreciendo beneficios especiales, a modo de soborno, a la Real Hacienda. Sometido el asunto al gobernador interino, éste rechazó la propuesta, por reputarla inmoral, afirmando “que no era la voluntad de Su Majestad, aumentar sus maravedís reales con perjuicio notable de la conservación de sus vasallos y que era pervertir la forma distributiva de la administración de justicia, bandos públicos y régimen de buen gobierno de este comercio”. Párrafo que ulteriormente sería sintetizado en la fórmula de la supremacía de la voluntad del Común sobre la del Rey.

Luego de esta experiencia gubernamental, Ávalos sirvió como maestre de campo en varias expediciones al Chaco, siguió ocupando su escaño en el cabildo, mereciendo ser el decano entre sus pares y, en 1711, por voto de la misma corporación, se desempeñó como alcalde ordinario de primer voto.

En 1717, asumió el gobierno Diego de los Reyes Valmaceda, quien aprovechó el poder para vengarse de los criollos con quienes mediaban antiguas ofensas.

Es así como confinó al general Ávalos y Mendoza a la prisión del fortín de Arecutacuá y le confiscó todos sus bienes. Privado de comunicación con el mundo exterior y enfermo de gravedad, Ávalos conservó todo su temple, organizó personalmente su defensa y la fundamentó en sólida argumentación, pese a no tener acceso a los libros que citaba.

Por medio de algunos connotados opositores al régimen de Valmaceda, entre ellos su yerno, Antonio Ruiz de Arellano, logró comunicarse con la Audiencia de Charcas en procura de justicia. La Audiencia comisionó a su fiscal, el doctor José de Antequera y Castro, quien en julio de 1721 se constituyó en Asunción.

Ya en sus funciones, Antequera apresó e inició un proceso contra Reyes Valmaceda. Restituyó con honores al antiguo regidor del cabildo, quien se convirtió en su principal colaborador. Ávalos, en esas horas difíciles, supo ganar para Antequera la confianza y la adhesión del vecindario y se constituyó en el virtual jefe del partido comunero. Acompañaba a Antequera en la visita a los pueblos de indios y en el camino hacia el río Tebicuary falleció de manera repentina.

Su muerte prematura privó a la provincia del Paraguay de un conductor de temple y de lúcida inteligencia.

Fue José de Ávalos y Mendoza el más alto exponente de un grupo social, la clase directiva criolla, que a través de los escaños del cabildo, de los mandos superiores de las milicias provinciales y del cabildo eclesiástico, venía protagonizando la historia paraguaya y luchando, en línea sostenida, por los anhelos comuneros.

 

Bibl.: P. Lozano (SI), Historia de las revoluciones de la provincia del Paraguay, t. I, Buenos Aires, Cabaut y Cía., 1905 (ed. digital, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2005); R. E. Velásquez, “D. José de Ávalos y Mendoza, un protagonista paraguayo de la Revolución Comunera”, en El Internacional (Asunción), año I, vol. I (1962), págs. 21-26; Breve historia de la cultura en el Paraguay, Asunción, Novelty, 1970 (3.ª ed.).

 

María Graciela Monte de López Moreira

 

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía

Personajes similares