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Ramón Benito Aceña

Biografía

Benito Aceña, Ramón. Valdeavellano de Tera (Soria), 14.X.1830 – Madrid, 11.XII.1916. Político, diputado, senador, abogado y propietario.

Nacido en una zona cuya principal actividad económica era la ganadería lanar, su propio padre, Matías Benito y Campo, era un importante ganadero y uno de los grandes contribuyentes de la provincia de Soria por este concepto. Tenía además importantes propiedades rústicas tanto en la provincia de Soria como en las de Sevilla y Córdoba, donde era propietario de algunas fincas y cortijos, necesarios para su ganado trashumante. Benito Aceña, por tanto, heredó un notable patrimonio que más tarde se incrementó al convertirse primero en administrador de su hermana María, tras su temprana viudedad de otro gran ganadero de la zona —Segundo Bartolomé Medrano—, y después, a su muerte sin descendencia en 1903, en heredero. Aceña por su parte nunca llegó a contraer matrimonio.

En cuanto a sus estudios, obtuvo el grado de bachiller en el Instituto de Segunda Enseñanza de Soria y cursó la carrera de derecho en la Universidad de Madrid, tutelado por su tío Pedro Benito Campo y Golmayo, catedrático de dicha universidad, arcediano de Toledo y más adelante ministro del Tribunal Supremo de la Rota. Una vez en posesión del título de abogado fue propuesto en 1855 para ocupar la alcaldía de Baracoa, en la isla de Cuba, honroso y lucrativo cargo que rechazó por razones familiares, al prefirir seguir desempeñando distintos destinos en los ministerios de Gracia y Justicia y de Fomento, hasta que su padre dispuso que se pusiera al frente del cuidado y explotación de la hacienda familiar. Las rentas derivadas de su más que notable patrimonio permitieron a Benito Aceña desarrollar paralelamente una brillante y larga carrera política.

Dicha carrera se inició en 1871 cuando, a la edad de cuarenta y un años, fue elegido diputado a Cortes por el distrito de Soria como candidato moderado.

En las elecciones de abril del año siguiente intentó la reelección pero fue derrotado, por escaso margen de votos, por el candidato republicano. No volverá al Congreso hasta la etapa de la Restauración en la que, plenamente asentado en el partido conservador, resultará elegido diputado por el distrito de Soria en todas las elecciones convocadas por gobiernos conservadores: esto es en las de 1876, 1879, 1884, 1891 y 1896. En su trayectoria política el año 1899 marca un hito importante por ser el año en que Aceña es elegido senador, ocupando a partir de entonces, y hasta su muerte, un escaño en el Senado por la provincia de Soria. Por entonces era presidente del Comité Conservador de Soria en Madrid —donde residía largas temporadas— y su “traslado” del Congreso al Senado vino determinado porque otra importante figura del partido conservador se convirtió en el nuevo, y ya fijo hasta 1923, diputado por el distrito de Soria: Luis Marichalar y Monreal, vizconde de Eza.

Entre las condecoraciones nacionales que recibió figura la concesión por Alfonso XII en 1884 de la Gran Cruz de Isabel la Católica, pero fue sobre todo en el ámbito provincial donde cosechó mayores reconocimientos.

Así, recibió del Ayuntamiento de Soria el nombramiento como “hijo predilecto” de la ciudad y en 1899 se otorgó su nombre a una de sus plazas principales —la hasta entonces llamada de Herradores—, siendo además siempre su presencia requerida en todos los actos oficiales importantes.

Todo ello como recompensa a las numerosas iniciativas de Aceña en pro del desarrollo provincial, entre las que quizá la más importante —desde luego la más celebrada— fue la consecución del ansiado ferrocarril para Soria. En efecto, fueron sobre todo las gestiones de Aceña en Madrid las que permitieron que en 1892 llegara a la capital soriana el primer ferrocarril —el de Torralba a Soria—, razón por la que se puso el nombre de Ramón Benito Aceña a la primera locomotora que atravesó esta línea. Más adelante, ya en su etapa de senador, Aceña actuó como mecenas en relación con las investigaciones y excavaciones de las ruinas de la ciudad celtíbera de Numancia, situada en el cerro de Garray —a unos ocho kilómetros de Soria—. Primero financió la construcción de un monumento conmemorativo en dicho cerro, inaugurado por Alfonso XIII en 1905, luego se ocupó de gestionar en el Ministerio de Instrucción Pública la concesión de subvenciones para sufragar las excavaciones y finalmente él mismo pagó la construcción, sobre un solar cedido por el Ayuntamiento en el centro de Soria, del edificio en el que se ubicó el Museo Numantino, que Aceña no pudo ver terminado y que también fue inaugurado por Alfonso XIII en 1919.

 

Bibl.: P. E. Tébar y J. Olmedo, Las Segundas Cortes de la Restauración. Semblanzas Parlamentarias Congreso de los Diputados, Madrid, Imprenta de Manuel G. Hernández, 1880; Recuerdo de Soria (2.ª época) n.º 3, Soria, 1892; M. Sánchez de los Santos y S. de la Redondela, Las Cortes españolas. Las de 1910, Madrid, Antonio Marzo, 1910; M. Sánchez de los Santos, Las Cortes españolas. Las de 1914, Madrid, Tipografía de A. Marzo, 1914; A. González Gómez, La Región de “El Valle”, Soria, Imprenta Las Heras, 1931; C. Romero Salvador, Soria 1860-1936, 2 vols., Soria, Diputación Provincial, 1981; M. Caballero Domínguez, El sufragio censitario. Elecciones generales en Soria durante el reinado de Isabel II, Ávila, Junta de Castilla y León, 1994; C. García Encabo, “La figura de Ramón Benito Aceña” y C. Álvarez García, “El Archivo de Ramón Benito Aceña”, en J. L. Argente Oliver (coord.), El Museo Numantino, 75 años de la Historia de Soria, Soria, Junta de Castilla y León, 1994; P. Carasa Soto (dir.), Elites castellanas de la Restauración. Vol. I: Diccionario biográfico de Parlamentarios castellanos y leoneses (1876-1923), Salamanca, Junta de Castilla y León, 1997; C. García Encabo, El voto peregrino. Elecciones y partidos políticos en la provincia de Soria (1875-1907), Soria, Soria Edita, 1999; C. García Encabo y M. Caballero Domínguez, “El poder local en Soria: Ramón Benito Aceña o la ‘política del reconocimiento’”, en P. Carasa Soto (dir.), El poder local en Castilla. Estudios sobre su ejercicio durante la Restauración (1874-1923), Valladolid, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 2003; A. Jimeno y J. I. de la Torre, Numancia, símbolo e historia, Madrid, Akal, 2005.

 

Margarita Caballero Domínguez

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