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Alonso Bravo de Laguna

Biografía

Bravo de Laguna, Alonso. España, 10.II.1610 – Cartago (Costa Rica), 9.VI.1674. Obispo de Nicaragua y Costa Rica.

Nació en España el 10 de febrero de 1610 y murió en Cartago, Costa Rica, el 9 de junio de 1674.

Nombrado en 1660, gobernó hasta 1670 en virtud de una cédula real que acreditaba su nombramiento. Ese año recibió las bulas ejecutoriales y fue consagrado en 1671.

Durante su episcopado ocurrió el “rescate” de la Virgen de Ujarraz, o sea, la atribución milagrosa hecha a la imagen de la Virgen María, regalada por Felipe II a Costa Rica y venerada en Ujarraz, de haber sido la causa de la huida de los piratas cuando invadieron el país en 1666. El famoso pirata Mansfeld y su teniente Morgan, que mandaban dieciséis barcos y cerca de setecientos ingleses y franceses, desembarcaron en Portete, cerca de Limón, y en abril de 1666 llegaron hasta Turrialba. El gobernador Juan López de la Flor, desplegando gran energía y actividad, marchó al encuentro de los invasores con seiscientos hombres, españoles e indios, y se atrinchero en el paso de Quebrada Honda, cerca de Juan Viñas.

Al tener noticias de la resolución del gobernador, los filibusteros no se atrevieron a pasar de Turrialba y se reembarcaron poco después. Este hecho extraordinario, que tan sólo tuvo por causa el denuedo y actividad de Juan López de la Flor, fue atribuido por los españoles a un milagro de la Virgen de Ujarraz.

A mediados del mismo año (1666) se repitió la invasión y diez años más tarde (1676) unos ochocientos filibusteros desembarcaron en Portete y se adueñaron de Valle de Matina. Hacía dos años que había fallecido el obispo Bravo de Laguna. El gobernador Juan Francisco Sáenz, con quinientos soldados españoles y doscientos indios, los obligó a reembarcarse con pérdida de más de doscientos hombres que murieron ahogados.

Hizo la cuarta visita pastoral en 1674. De su tiempo no se conservan partidas de confirmación y es muy probable que no administrara el sacramento por la brevedad de su visita; llegó en febrero y murió el 9 de junio del mismo año.

Fue el primer obispo fallecido en Costa Rica, repentinamente.

Sus funerales fueron muy suntuosos, considerando las posibilidades económicas de aquellos tiempos; el sepulcro costó 500 pesos y en las honras se gastaron 200. Había llegado en la compañía de una gran comitiva y traía ornamentos y joyas muy valiosas.

El gran recibimiento que el pueblo y el gobernador Juan López de la Flor le hicieron en Cartago, nunca igualado por los que se hicieron a otros obispos, revela la alta consideración en que se le tenía.

 

Bibl.: V. M. Sanabria, Episcopologio de la Diócesis de Nicaragua y Costa Rica (1531-1850), San José, Imprenta Lehmann, 1943; R. Blanco Segura, Entre Pícaros y Bobos (Crónicas Coloniales), San José, Editorial Euned, 1981; Obispos, Arzobispos y representantes de la Santa Sede en Costa Rica, San José, Editorial Euned, 1984.

 

Ricardo Blanco Segura

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