Díez Tobar, Mariano. Tardajos (Burgos), 21.V.1868 – Madrid, 25.VII.1926. Fraile paúl (CM), científico e inventor cinematográfico.
Mariano Díez encabeza una lista larga de misioneros paúles que han dado honra a su pueblo natal, Tardajos.
De familia dedicada a la agricultura, Mariano entra en la congregación en 1883 y recibe el presbiterado en 1892. Su dedicación a la investigación científica aflora pronto en él, desde la juventud, sumándose al grupo de intelectuales de la familia vicenciana.
Ya en 1889, siendo profesor de Ciencias en el colegio de Murguía (Álava) llama la atención por su genio creativo acerca de la cinematografía. En 1892 pronunciaba una conferencia sobre dicho tema, en la que concedía su permiso para llevar a la práctica el contenido de la misma: El cinematógrafo, descripción del aparato por el que las imágenes de las personas, lo mismo que de las demás cosas, sea que en el acto existan, sea que ya no existan, aparecen al vivo y como si fueran la realidad, con sus colores, movimientos [...] ante nuestra vista. Si él no adquirió la patente del invento, es seguro que el científico francés Lumière mantuvo conversación personal con el padre Mariano Díez, a quien invitó a la primera sesión de cine que diera en España, en 1895.
Igualmente, investigó sobre el “icocinéfono” o grabador de la voz al cinematógrafo (imagen grabada), invento del que tampoco consta su autoría. Desgraciadamente, los originales del padre Mariano fueron destruidos en Villafranca del Bierzo (León), de cuyo colegio fue superior y profesor (1900-1903 y 1904- 1921). Lo cierto es que gozó de gran prestigio entre los científicos españoles y extranjeros dedicados a las ciencias de la imagen y del sonido. Tanto sus alumnos como los profesores de los institutos en los que aquéllos debían examinarse le distinguieron como gran maestro del saber humano.
En su comunidad ha disfrutado siempre de fama de sabio entendido en ciencias exactas, aunque de “sabio malogrado”, debido a que otras tareas de las que no pudo escapar le apartaban de su vocación nata de investigador y científico. Falsas acusaciones que cayeron sobre él amargaron el final de su vida. Estando en León, hubo de suspender unos ejercicios que dictaba a las Hijas de la Caridad y ser traído a Madrid, donde murió al poco tiempo. Su contribución al progreso de la ciencia es innegable.
Bibl.: A. Alonso, “El P. Mariano Díez”, en Anales de la Congregación de la Misión (1933), págs. 278 y ss., 465 y ss., 545 y ss., 597 y ss., 679 y ss., 721 y ss., 803 y ss.; A. Herrera, Cien años de un Seminario. PP. Paúles. Tardajos, Madrid, La Milagrosa, 1992, págs. 43-50; T. Marquina, “¿El P. Mariano Díez, inventor del cine?”, en Anales de la Congregación de la Misión y de las Hijas de la Caridad (1995), págs. 361-364.
Antonino Orcajo Orcajo, CM