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Pedro Díaz de Cienfuegos

Biografía

Díaz de Cienfuegos, Pedro. Asturias, 1574 – ¿Toledo?, 1642. Inquisidor.

Estudió en la Universidad de Salamanca. Fue canónigo de Santiago de Compostela. Entre 1621 y 1625 estuvo al frente del Tribunal de la Inquisición de Mallorca.

Fue víctima de un intento de asesinato por envenenamiento.

El móvil de este hecho, protagonizado por un presbítero llamado Lluc Coll, fue el enojo de éste por no haber accedido al puesto de oficial del Tribunal. Mantuvo diversos enfrentamientos institucionales con el virrey Jerónimo Agustín, a causa de la detención por parte de las autoridades reales de personas bajo fuero inquisitorial. La del alguacil mayor del Santo Oficio, Sebastián Garcés, en julio de 1623, motivó la excomunión del virrey y del regente de la Audiencia, que duró hasta 1625. Felipe IV escribió al virrey Agustín el 2 de agosto de 1623 para ordenarle favorecer al inquisidor. Y en 1624 fue impreso un escrito del inquisidor general Pedro de Portocarrero sobre “la competencia de jurisdicción de que se trata, entre la Inquisición y Ministros Reales de Mallorca”.

Pero el conflicto de mayor resonancia fue el derivado de la prisión y posterior expulsión del reino mallorquín del receptor inquisitorial, Joan Sunyer, en junio de 1624, a causa de su actitud encubridora de bandoleros de la facción de Canamunt. El inquisidor hizo leer, el 2 de marzo de 1624, en la catedral un edicto de fe en el que reclamaba la cooperación de todos los ciudadanos para descubrir y denunciar a los herejes, detallando las ceremonias y ritos mediante los que podían ser detectados los criptoconversos. Este documento fue enviado a la Suprema por el inquisidor Baltasar Miguel de Prado el 20 de junio de 1672. Escribió un tratado sobre la importancia de las pruebas de acceso al cargo. Su antecesor en el Tribunal había integrado a diecisiete familiares sin pruebas. Él entendió que a esta admisión le había faltado demostración del “abono de calidad y costumbres” de los ministros, por lo que era nula. Una vez hecha la gracia de un cargo, había que pasar inevitablemente por la investigación de la limpieza para poder acceder al puesto. La gracia debía estar siempre condicionada a la limpieza del candidato y a que reuniese los requisitos para formar parte del cuerpo burocrático. La ausencia de los procedimientos destinados a demostrar estas cualidades era tan grave, que debía implicar la expulsión de quien ingresase sin ellos. Es uno de los rarísimos casos en los que se puede encontrar la teorización de una medida tan extrema. Coincidió unos meses con su sucesor, el recién llegado nuevo inquisidor Andrés Bravo. Posteriormente fue inquisidor de tribunales de mayor prestigio como los de Barcelona y Toledo.

 

Bibl.: A. Campaner, Cronicón Mayoricense, Palma, Est. tipográfico de Juan Colomar y Salas, 1881; B. Braunstein, Els xuetes de Mallorca, Barcelona, Curial, 1976; A. Selke, Vida y muerte de los chuetas de Mallorca, Madrid, Taurus, 1980; VV. AA., La Inquisició a les Illes Balears. Segles xv al xix, Palma, Govern Balear, Conselleria d’Educació i Cultura, Direcció General de Cultura, 1986; R. López Vela, “Las estructuras administrativas del Santo Oficio”, en J. Pérez Villanueva y B. Escandell Bonet, Historia de la Inquisición en España y América, II. Las estructuras del Santo Oficio, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos-Centro de Estudios Inquisitoriales, 1993, págs. 63-274.

 

Josep Juan Vidal