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Dom Fruchel

Biografía

Fruchel, Dom (Eruchel o Frugerius, Dominicus). ¿Borgoña (Francia)?, p. s. xii – Ávila, 1192. Arquitecto.

El nombre Dom Fruchel parece derivar del latín Dominas Frugerius (Domingo Fructífero), que, es el modo en que aparece citado en los documentos del Archivo de la Catedral de Ávila un arquitecto al que, ocasionalmente, se ha nombrado Eruchel. Este interesante artista es de clarísimo origen francés. Por las técnicas que emplea, podría ser de origen borgoñón, pues su obra muestra relaciones formales evidentes con Vezelay y Pontigny. Fruchel estuvo activo en el reino de Castilla durante el último tercio del siglo xii, conociéndose bien su actividad artística en Ávila.

En la documentación que existe sobre Fruchel (una escritura de trueque fechada en 1191), su nombre aparece citado como magíster operis in cathecfrali ecclesiae y vinculado al del rey Alfonso VIII, que se había criado en Ávila y que hizo generosas donaciones a favor de la catedral para acelerar su proceso de construcción.

Parece ser que el propio Alfonso VIII le encargó sacar de cimientos y construir la catedral consagrada doblemente a san Segundo (fundador de la diócesis) y a san Salvador. En realidad, el inicio de las obras debe datarse entre 1160 y 1180, fechas que cuadran perfectamente con el episcopado de Sancho II, para quien Fruchel debió de proporcionar las trazas generales del edificio. La catedral preveía un templo fortificado, torreado y almenado, con una gran iglesia de tres naves, doble girola, con capillas embebidas en el perímetro del templo e integradas perfectamente como parte de la muralla, tres alturas diferentes (naves, triforio y claristorio) y cimborrio coronando el crucero en solución análoga a la de otras catedrales del sur del Duero (Salamanca, Zamora, etc.), parte, esta última, que nunca llegó a construirse. Es interesante señalar que Fruchel debió de trabajar también en la catedral de Zamora hacia 1182, pues, en diversos documentos, se le cita junto al maestro Oddo, autor de aquel cimborrio.

Las obras de la catedral de Ávila debían ir a muy buen ritmo en la década de 1180, como demuestran los enterramientos de los obispos Sancho II y Domingo en la girola (techada y consagrada en 1181), al igual que las capillas del campanario (consagradas en 1211). Otro indicio que evidencia la buena marcha de los trabajos es el pleito que, en 1185, enfrentó al obispo contra los párrocos de la ciudad, que, desde 1183, se habían constituido en Cabildo regido por la regla de san Benito, al reclamar éstos los excusados de las parroquias que cedieron temporalmente para la fábrica de la catedral y percibía corno sueldo el maestro Fruchel. El reclamar estas rentas parece indicar que, para aquella fecha, el altar mayor de la catedral estaba techado y consagrado y, por tanto, ya no eran tan urgentes aquellos auxilios económicos. Lo cierto es que, las obras de la catedral de Ávila se paralizan a raíz de la muerte de Dom Fruchel en 1192.

Al servicio del obispo, Fruchel construyó algunas dependencias claustrales de la catedral, como el episcopio, e intervino en la construcción de algunas iglesias de la ciudad. A él se atribuye la última fase de construcción de la basílica de los Santos Vicente, Sabina y Cristeta de Ávila, donde, sobre base románica fechada entre 1120 y 1150, se sobrepuso la cubierta de su nave central con bóvedas de crucería y la construcción de un monumental nártex en la parte occidental, flanqueado por dos torres campanario. Tales obras se fechan entre 1160 y 1180 y se rematan al tiempo que se está construyendo la catedral. En algunas publicaciones se vincula a Dom Fruchel con la dirección del programa iconográfico del sepulcro de los Santos Mártires y la decoración de las puertas occidental y sur de la iglesia de San Vicente, ambas obras de clarísima inspiración borgoñona, pero tal relación no está del todo demostrada.

A Fruchel se le considera introductor del primer arte gótico en la diócesis de Ávila y se le atribuyen, a él o a alguno de sus seguidores, de modo un tanto gratuito y sin razones de verdadero peso, las partes más antiguas de algunas de las iglesias góticas más importantes de la provincia, como la Asunción de Barco de Ávila, la iglesia de Santa María de Piedrahita y la de San Miguel de Horcajada. Algunos historiadores del arte, sin base documental sólida, han querido seguir el rastro de su actividad en el norte de la Península, especialmente, en la reconstrucción y redecoración del cuerpo superior de la Cámara Santa de Oviedo, cuyas esculturas se relacionan formalmente con las del pórtico occidental de San Vicente y, en la lejanía, con el arte borgoñón.

 

Obras de ~: Bóvedas y nártex de la iglesia de los Santos Vicente Sabina y Cristeta, Ávila, 1160-1180; Diseño, sacado de cimientos y girola fortificada, catedral de San Salvador y San Segundo de Ávila, 1180-1192; Episcopio de la catedral, Ávila, 1180-1192; Partes antiguas de la iglesia de la Asunción, Barco de Ávila (atrib.); Santa María, Piedrahita (atrib.); San Miguel, Horcajada (atrib.); Reforma del cuerpo superior de la Cámara Santa de la catedral, Oviedo (atrib.).

 

Bibl.: E. M. Repullés y Vargas, La basílica de los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta de Ávila, Madrid, Imprenta y Litografía de los Huérfanos, 1894; V. Lampérez, “La basílica de San Vicente”, en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, t. IX (1901); M. Gómez Moreno, Catálogo monumental de la provincia de Ávila, 1901 (Ávila, Ediciones Institución Gran Duque de Alba, 1983, 3 vols.); E. Tormo Monzó, “Ávila”, en Cartilla de la Sociedad Española de Excursiones, t. III (1917), pág. 10; E. Lambert, “L’Architecture bourguignonne et la cathedrale d’Ávila”, en Bull Mon (1924), págs. 263-292; Archivo Español de Arte y Arqueología (1929), pág. 97; L. López, Guía del románico de Ávila, Ávila, 1932; G. Miró, “Estudio histórico del templo de San Vicente de Ávila”, en Clavileño, n.º 16 (1952), págs. 65 y ss.; L. M. Lojendio, Castille Romane 2. Castilla 2. Burgos, Soria, Segovia, Ávila y Valladolid, St. Léger, Vauban, Zodiaque, 1966 (Ediciones Española Encuentro, 1979, págs. 286-287 y 314-324); M. A. García Guinea, “Las huellas de Fruchel en Palencia y los capiteles de Aguilar de Campoo”, en Goya, n.os 43-45 (1969), págs. 157 y ss.; F. de las Heras Hernández, La iglesia de San Vicente de Ávila. Memorias de un templo cristiano, Ávila, Imprenta Bazar Jota, 1971; G. Ramos, “En torno a Fruchel”, en Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, n.os XL y XLI (1975), págs. 189- 198; A. Barrios García, Documentación medieval de la catedral de Ávila, Salamanca, Universidad, 1981; J. L. Gutiérrez Robledo, Las iglesias románicas de la ciudad de Ávila, Ávila, Caja de Ahorros, 1982; K. J. Conant, Arquitectura carolingia y románica 800-1200, Madrid, Cátedra, 1982, págs. 346- 347; J. M. Azcárate, Arte gótico en España, Madrid, Cátedra, 1990, págs. 26-27; E. Lambert, L’art gothique en Espagne aux xii et xiii siécles. El arte gótico en España, trad. de Cristina Rodríguez Salmones, Madrid, 1990, págs. 51-59; V. Herbosa, El Románico en Ávila, León, Ediciones Lancia, S.A., 2000, págs. 8-19; M. A. García Guinea y J. M. Pérez González, Enciclopedia del Románico en Castilla y León. Ávila, Aguilar de Campoo, Fundación Santa María la Real, 2002, págs. 148 y 220; F. Olaguer Feliu y Alonso, El arte románico español, Madrid, Ediciones Encuentro, 2003, págs. 168-212; J. L. Gutiérrez Robledo y P. Navascués Palacio, “La catedral de Ávila: proceso constructivo. Fortior Abulense. Lugar y carácter”, en VV. AA., Testigos. Las Edades del Hombre, catálogo de exposición, Ávila, Fundación las Edades del Hombre, 2004, págs. 558-562.

 

Herbert González Zymla

 

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