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Diego de Hojeda y Carvajal

Biografía

Hojeda y Carvajal, Diego de. ¿Sevilla?, c. 1571 – Huánuco (Perú), 24.X.1615. Poeta y dominico (OP).

Nació en el seno de una familia de impresores sevillanos, siendo sus padres Diego Pérez Núñez de Ojeda y Leonor de Carvajal. Pasó a Indias alrededor de 1588-1589, cuando aún era adolescente, al haberse presentado obstáculos a su vocación religiosa, ya fuera la oposición de sus padres o, como sugieren algunos autores, un origen judeoconverso. Llegado a Lima, ingresó en el noviciado de los dominicos y fue admitido a la profesión el 1 de abril de 1591. Los tiempos eran conflictivos. El convento del Rosario, que albergaba en esos momentos unos ciento treinta frailes, fue escenario de una confrontación entre los grupos de fray Domingo de Valderrama y fray Agustín Montes (quienes habían sido provinciales) y de fray Salvador de Ribera, provincial desde 1594, quien llevó a cabo un saneamiento considerado excesivamente estricto por Roma. Hojeda, al que los testimonios describen como un fraile de extremo celo y rigor, se encontraba en la línea de este último, lo cual tendría consecuencias futuras. Esto no le impidió dejar sentados, en el capítulo de culpas, reproches contra el provincial cuando éste dejó de serlo para convertirse en prior. Los provinciales siguientes, Lorenzana y Francisco de la Vega —este último, maestro y protector de Hojeda—, siguieron la misma línea que Ribera.

La carrera eclesiástica de Hojeda continuó óptimamente: alrededor de 1600, con dispensa de edad, obtuvo el título de presentado en Santa Teología, siendo confirmado por el Capítulo General de Roma en mayo de 1601; en 1606 la provincia pidió para él el grado de maestro en Sagrada Teología (concedido en 1611); en 1609 fue regente de Estudios del colegio máximo de Santo Domingo de Lima y, ese mismo año, fue elegido prior del convento de Cuzco; al año siguiente —llamado por el nuevo provincial, su amigo fray Nicolás González de Agüero—, regresó a la capital como prior del convento del Rosario. Su reconocido celo le había valido, por otra parte, ser uno de los primeros en haber ocupado el convento de la Recoleta de Santa María Magdalena, que el provincial Lorenzana fundó en Lima el 23 de junio de 1606 para acelerar la Reforma.

Pero Hojeda no fue sólo reconocido por su observancia, sino como hombre de saber dentro de esa república de las letras que estaba por entonces en formación en la capital limense: en 1596, un soneto suyo se hallaba en los preliminares del Arauco Domado de Pedro de Oña; en 1602 firmó la censura de la Miscelánea Austral de Diego Dávalos y Figueroa y, probablemente, para 1608, tenía acabada La Cristíada, poema épico en doce cantos. La obra es una exégesis de la pasión de Cristo, desde la última cena, la oración del huerto y la persecución de la justicia, hasta la crucifixión, muerte y entierro. La obra, considerada por la crítica como uno de los poemas épicos más logrados de la literatura española, confirmaba su lugar en los círculos letrados limeños. Ejemplo de la estima en que se lo tenía como hombre de letras es la información —suscrita en 1609, probablemente por los procuradores de la Provincia en Roma— en la cual se le denomina “eloquentissimo praedicatore; poeta insigne in latino e in volgare spagnol; uomo de conscientia in dare il suo parere”.

Su situación de privilegio —como hombre de letras y como hombre piadoso— habrá de dar un vuelco a partir de 1611, con la llegada de un visitador, el novohispano fray Alonso de Armería. Persona inexperta —a decir del virrey marqués de Montesclaros— e imprudente, se colocó del bando de Valderrama y Montes e inició una etapa de persecuciones y destierros: Lorenzana, que fue provincial, y el provincial Agüero y Hojeda fueron despojados de sus jerarquías y, en el caso de los dos últimos, desterrados. Después de un breve lapso en el convento de Cuzco, Hojeda fue trasladado a la modesta casa de Huánuco en 1615, y allí hubo de morir el 24 de octubre de ese año, a los cuarenta y cuatro años, habiendo sufrido sus males paciente y cristianamente. Las múltiples quejas en contra del visitador hicieron que éste finalmente perdiera el poder, pero la rehabilitación le llegó a Hojeda en la agonía. Su amigo, fray Nicolás González de Agüero, nuevamente provincial, exhumó sus restos y predicó las exequias; posteriormente, los mismos fueron trasladados por fray Agustín de la Vega a Lima, donde yacen en la cripta del convento del Rosario.

 

Obras de ~: “[soneto]”, en P. de Oña, Arauco Domado, Lima, 1596; La Christiada [...]. Que trata de la vida i muerte de Cristo nuestro Salvador, Sevilla, Diego Pérez, 1611.

 

Bibl.: M. H. P. Corcorán, “Introducción” a su ed. de La Christiada, Washington DC, Catholic University, 1935, págs. XV-LXXXVII; J. de la Riva-Agüero, “El P. Diego de Hojeda y La Cristiada”, en Estudios de literatura peruana. Del Inca Garcilaso a Eguren [1936], recop. y notas de C. Pacheco Vélez y A. Varillas Montenegro, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1962, págs. 63-106; G. Lohmann Villena, “Alcances biográficos [...]”, en Mar del Sur (Lima), VI (mayojunio de 1951), 17, págs. 50-51; M. E. Meyer (OSF), The Sources of Hojeda’s ‘La Cristiada’, Ann Arbor, University of Michigan, 1953; F. Pierce, “The Poetic Hell in Hojeda’s La Christiada: imitation and originality”, en Estudios dedicados a Menéndez Pidal, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1953, págs. 469-508; E. Davis, “The Old World in the Poet’s Gaze: Christian Heroism and Alterity in Diego de Hojeda’s La Christiada”, en Myth and Identity in the Epic of Imperial Spain, Columbia (Estados Unidos), University of Missouri Press, 2000, págs. 128-171.

 

Sonia V. Rose

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