Claramonte y Corroy, Andrés de. Murcia, c. 1580 – Madrid, 19.IX.1626. Actor y dramaturgo del siglo XVII.
La vida y la obra de este comediante y dramaturgo constituye en gran medida una incógnita y, a menudo, una cuestión polémica que ha originado un debate crítico profundo, ya que se le atribuyen obras de algunos de los más importantes dramaturgos del siglo XVII.
Aunque algunos biógrafos antiguos le atribuían un origen sevillano, sí parece haber ya consenso en que nació en Murcia, no se sabe exactamente en qué año (en 1605 se declara mayor de veinticinco años). Tampoco se conoce su ascendencia, aunque quizá fuera su padre un zapatero llamado Pedro de Claramonte, avecindado en Murcia en 1578.
Sus actividades dramáticas se documentan por primera vez en 1603; se trata de las referencias que de él hace Rojas Villandrando en su Viaje entretenido, citándole como uno de “los farsantes que han hecho farsas, loas, bailes, letras”; así pues, Claramonte era ya actor y debía de haber compuesto para entonces algunas piezas teatrales. En 1604 —casado ya con Beatriz de Castro y Virués— se encontraba en Valladolid con la compañía de Baltasar de Pinedo, y en 1605 pertenecía a la de Alonso de Heredia, en Sevilla, ciudad donde residió en los años siguientes, trabajando también para el director Antonio Granados. Las primeras noticias de Claramonte como propietario de compañía teatral —“autor”, en la terminología de la época— datan de 1607, cuando contrató representaciones para la ciudad de Toledo; en los años sucesivos se documenta su presencia en Murcia, Valencia, Madrid y Córdoba.
En 1613 publicó la Letanía moral, libro que contiene elogios poéticos de varios autores coetáneos y muchos datos sobre actores; un año antes había escrito La católica princesa Leopolda, comedia que marca el comienzo de su carrera dramática. En 1615, la compañía de Claramonte fue una de las doce autorizadas por el Rey a representar en Castilla; continuó representando autos y comedias durante los años siguientes. Sin embargo, Claramonte no consiguió, a pesar de su tenaz dedicación al teatro, el reconocimiento literario de sus contemporáneos, quienes le achacaban un estilo poco pulido y una considerable falta de originalidad, manifiesta en su afición a imitar las comedias ajenas. Murió Andrés de Claramonte en Madrid, el 19 de septiembre de 1626.
Claramonte es un dramaturgo encuadrado en la escuela de Lope de Vega, cuyos postulados del Arte nuevo siguió fielmente en cuanto a la ruptura de las unidades dramáticas clásicas y la mezcla de los elementos trágicos y cómicos. Las principales características de su teatro son la variedad de asuntos, el fácil desarrollo de la acción, el interés por lo sobrenatural y lo milagroso, así como por los finales insólitos que buscan la sorpresa del público; todos estos rasgos explican las frecuentes contradicciones y escenas inverosímiles.
Se trata, pues, de obras de una gran riqueza visual, en las que demuestra Claramonte su experiencia como “autor” (más cercano en esto a Lope de Rueda, otro hombre de teatro), buscando satisfacer al público con representaciones y escenografías muy espectaculares, y despreocupándose en cierta medida del lenguaje y el estilo.
La escasa reputación que Claramonte tenía como dramaturgo en su época se ha perpetuado a lo largo de los siglos, desde Hartzenbusch y Menéndez Pelayo, y ha llegado casi hasta hoy, ya que la crítica actual ha emitido valoraciones muy negativas sobre la calidad de sus obras y ha insistido en su tendencia a la imitación plagiaria, asumiendo juicios de Cotarelo y Blanca de los Ríos. En su calidad de actor y director de compañía, se valdría de textos de otros dramaturgos en beneficio propio, refundiéndolos o apropiándoselos, lo cual ha provocado, por otra parte, una gran confusión en torno a la delimitación de su corpus dramático, sobre todo en relación con varias obras tradicionalmente atribuidas a Tirso de Molina (se han publicado en los últimos años varios trabajos polémicos donde se defiende la paternidad de Claramonte sobre obras tan importantes como El burlador de Sevilla o El condenado por desconfiado). Son también varias las comedias cuya autoría se disputa Claramonte con Lope de Vega: El inobediente, o la ciudad sin Dios, El honrado con su sangre, Púsoseme el Sol, salióme la Luna, Dineros son calidad y, sobre todo, la célebre La estrella de Sevilla.
Entre sus comedias de atribución segura destacan El nuevo rey Gallinato, El valiente negro en Flandes, De esta agua no beberé, El gran rey de los desiertos, El ataúd para el vivo y el tálamo para el muerto, De lo vivo a lo pintado y El secreto en la mujer (basada en El halcón de Federico, de Lope de Vega, quien a su vez tomó el argumento —la rivalidad entre tres galanes por la mano de una dama— de un episodio de Boccaccio).
Claramonte cultivó también el auto sacramental, con títulos como Los corporales de Daroca, El valle de la muerte, El horno de Constantinopla, La sinagoga y El rey David (representados en Sevilla en 1623 y 1624, aunque sólo el primero se conserva). También en el ámbito sacramental se inscriben las únicas incursiones de Claramonte en los géneros breves: las loas La asunción de la Virgen y Las calles de Sevilla.
Obras de ~: El nuevo rey Gallinato, representada en Salamanca en 1604; La católica princesa Leopolda, 1612; El valiente negro en Flandes, comedia en dos partes, la segunda de las cuales se representó en Murcia en 1612; Letanía moral (Madrid, 1613); De esta agua no beberé, representada en 1617; El gran rey de los desiertos, San Onofre, representada en 1620; las loas sacramentales La asunción de la Virgen y Las calles de Sevilla (Sevilla, 1621); La infeliz Dorotea, 1623 (introd. de Ch. Ganelin, Londres, Tamesis, 1987); Los corporales de Daroca y El valle de la muerte, autos sacramentales para el Corpus sevillano de 1623; El horno de Constantinopla y El rey David y La sinagoga, autos sacramentales para el Corpus sevillano de 1624; El ataúd para el vivo y el tálamo para el muerto, comedia escrita en 1624; El honrado con su sangre, Valencia, 1629; El valiente negro en Flandes, Barcelona, 1638; De lo vivo a lo pintado (Sevilla, s. f.); El secreto en la mujer (inéd.).
Bibl .: A. Rodríguez López-Vázquez, “Andrés de Claramonte y la autoría de El condenado por desconfiado”, en CAUCE, 6 (1983), págs. 34-41; Ch. Ganelin, “Introducción”, en A. de Claramonte, La infelice Dorotea, op. cit.; F. Cantalapiedra, “El infanzón de Illescas” y las comedias de Claramonte, Granada, Universidad de Granada-Edition Reichenberger, 1990; A. Rodríguez López-Vázquez, “Introducción”, en A. de Claramonte, La estrella de Sevilla, Madrid, Cátedra, 1991; F. Cantalapiedra, El teatro de Claramonte y “La estrella de Sevilla”, Kassel, Reichenberger, 1993; C. Hernández Valcárcel, “Andrés de Claramonte, un hombre de teatro”, en I. Arellano (coord.), Paraninfos, segundones y epígonos de la comedia del Siglo de Oro, Barcelona, Anthropos, 2004, págs. 89-96.
Héctor Urzáiz Tortajada