Rodríguez (o Rodrígues), Francisco. Carnide, Lisboa (Portugal), 1603 – Oinadegá, Goyam (Etiopía), 14.VI.1638. Misionero jesuita (SI).
De nuevo, la capital lisboeta fue el escenario para la partida de este jesuita que había entrado en la Compañía de Jesús en noviembre de 1618, en la ciudad universitaria y de muchas vocaciones para el Instituto ignaciano que era Coimbra. Casi Francisco Rodrigues lo hacía en la misma fecha, aunque muchos años después, en que Francisco Javier zarpaba hacia la India desde Lisboa: en este caso un 6 de abril de 1625. A él le acompañaban, sin embargo, otros once jesuitas.
A Etiopía llegó en 1628, en compañía de otros cuatro religiosos. Allí pudo desarrollar una intensa vida como misionero, gracias a sus grandes habilidades como hombre de evangelización. Por eso, el patriarca de Etiopía, Alfonso Mendes, le responsabilizaba de la construcción de una sede episcopal que habría de establecerse en Dancaz. No obstante, el emperador Fasilidas decretó, en 1633, la expulsión de los jesuitas.
Fue entonces cuando Rodrigues se acogió a la protección que le dispensó en su territorio, Joanes Akay, continuando su atención a los católicos y a los más necesitados. Junto a él estaban escondidos el obispo Apolinar de Almeida y otros cinco jesuitas. Desde la India recibía una serie de subsidios para que luego pudiese repartirlos. Sin embargo, para alcanzarlos tenía que llegar hasta Massaua.
El emperador de Etiopía indicó a Joanes Akay que nunca haría daño a los jesuitas si se los entregaba, y así lo cumplió, con los emisarios imperiales. En realidad, fueron condenados a muerte, aunque su pena se conmutó sufriendo el destierro en tierras de los agaus.
Todavía habrían de ser remitidos más lejos cuando continuaban prestando ayuda a los católicos. Fueron confinados a la pequeña isla de Dembea, donde los monjes etíopes los vigilaban en medio de vejaciones.
Incluso, consiguieron estos monjes que el pueblo actuase contra ellos y reclamase el cumplimiento de su condena. No había llegado la orden del Emperador, cuando Francisco Rodrigues y sus otros compañeros —los llamados “mártires de Etiopía”— fueron ahorcados y apedreados. Su causa de beatificación no fue introducida hasta junio de 1902, y todavía no ha sido culminada.
Bibl.: A. Franco, Imagem da virtude em o Noviciado da CJ do Real collegio de Jesus de Coimbra em Portugal, vol. I, Evora, Universidad, 1719, págs. 198 y ss.; C. Beccari, Rerum aethiopicarum scriptores occidentales inediti a saeculo XVI ad XIX, vol. XV, Roma, 1903-1917 (Bruxelles, Culture et civilisation, 1969), págs. 291 y ss.; J. Vaz de Carvalho, “Rodrigues, Francisco (II)”, en Ch. O’Neill y J. M.ª Domínguez, Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, vol. IV, Roma-Madrid, Institutum Historicum Societatis Iesu, Universidad Pontificia de Comillas, 2001, pág. 3387.
Javier Burrieza Sánchez