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Micaela María Enríquez Cosgaya

Biografía

Enríquez Cosgaya, Micaela María. Micaela María de Santa Ana. Valladolid, 29.IX.1605 – Monasterio de Lazcano (Guipúzcoa), 5.XII.1666. Monja cisterciense (OCist.) en Santa Ana de Valladolid, abadesa, fundadora del monasterio de Lazcano.

Sus padres, Diego Enríquez de Salas, letrado de la Real Chancillería de Valladolid, y Ana María de Cosgaya y Reinoso, eran vecinos de la misma ciudad, aunque oriundos de la Montaña santanderina. Formada en un ambiente de honda religiosidad, nada extraña que en aquel hogar florecieran vocaciones para el monasterio de San Joaquín y Santa Ana, cuya influencia se extendía por toda la comarca, atrayendo sin cesar a jóvenes de excelentes familias, quienes una vez formadas en las virtudes religiosas, serían piedras angulares para poner en marcha otras fundaciones.

En 1616 ingresaba su hermana mayor, sor Ana de Jesús, con sólo trece años, la cual ocuparía la sede abacial de Santa Ana por espacio de tres trienios. Al año siguiente, el 22 de agosto, los padres se presentaron de nuevo en Santa Ana llevando de la mano a Micaela.

No fue fácil su estancia en el monasterio, pues diversas enfermedades hacían dificultosa su perseverancia. Hasta su hermana sor Ana María se inclinaba por que saliera del monasterio, pues fuera de él no le faltaría lo necesario, dada la buena posición de sus padres; pero la hermana menor se mantuvo firme en su puesto confiada en que estaba siguiendo los planes de Dios. El día de su profesión se llevó una gran sorpresa. Se señaló para emitir la profesión el 24 de febrero de 1622, fiesta entonces de san Matías. Todavía se le aumentaría la alegría cuando el propio padre, Diego Enríquez de Salas, que acababa de ser ordenado sacerdote —tras la muerte de su esposa—, iba a ser el que recibiera sus votos.

El fervor con que se entregó a cumplir las obligaciones de la vida religiosa quedó patente en las obligaciones que le fueron confiadas, porque desempeñó los cargos más importantes de la comunidad con una prudencia y acierto inigualables. El 13 de febrero de 1637, a sus treinta y dos años, fue elegida abadesa de la comunidad por el voto unánime de sus hermanas. Volvieron a elegirla para un nuevo trienio, al terminar el cual le sucedió su hermana sor Ana María, que conociéndola tan a fondo y segura de su valía, pensó que era la persona más adecuada para realizar una fundación que la comunidad tenía planeada en el País Vasco.

El 16 de julio de 1496, al poco tiempo de cesar en el cargo de abadesa y sucederle su hermana, la puso al frente de la colonia fundadora compuesta por otras cuatro religiosas que se encaminaron a establecerse en Lazcano (Guipúzcoa). No siendo posible referir los acontecimientos que supuso poner los comienzos de una nueva casa, se sintetiza diciendo algo de su perfil espiritual: “En todo se hubo con grande tolerancia, porque era persona de muy grande capacidad y talento, con el cual fue asentando las cosas de la religión lo mejor que podía por las descomodidades de cosas.

Vivió veinte años y siendo en casi todos abadesa por su grande observancia, y porque todas la querían y estimaban en mucho por sus grandes cualidades físicas y morales”. Al frisar con los sesenta años, sus continuos achaques y la debilidad corporal congénita, unidos al continuo desgaste de tantos años al frente de la comunidad, la condujeron a las puertas de la muerte. Fue un triste día de invierno cuando la muerte arrebató a las religiosas de Santa Ana de Lazcano a su querida madre y fundadora. El mejor colofón que se puede buscar para cerrar la pequeña semblanza de esta alma grande, lo dejaron plasmado sus hijas en el epitafio colocado sobre la fría tumba: “Vivió veinte años siendo casi en todos abadesa por su grande observancia y porque todas la querían y estimaban en mucho. Murió víspera de San Nicolás del año 1666.” No han llegado a nuestras manos los escritos íntimos que por orden expresa de sus directores la mandaron escribir, pensando en el bien que podían hacer a las almas. Poco antes de morir ordenó a una hermana que los quemara en su presencia, cosa que así se hizo.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Monasterio de San Joaquín y Santa Ana de Valladolid, Tumbo de Santa Ana. M. Ana de Jesús, Noticias de la venerable M. Micaela M.ª de Santa Ana, hija de esta casa de Valladolid y fundadora del monasterio de Lazcano, s. f. (ms. en el Archivo del Monasterio de San Joaquín y Santa Ana); D. Yánez Neira, “La venerable M. Micaela María de Santa Ana”, en Cistercium, VIII (1956), págs. 167-175 y 201-205; X (1958), pág. 229.

 

Francisco Rafa el de Pascual, OCist.

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