Ayuda

Diego Velazquez

Biografía

Velázquez, Diego. La Bureba (Burgos), c. 1130 – San Pedro de Gumiel (Burgos), c. 1196. Capitán de Alfonso VII, monje cisterciense (OCist.) en Fitero (Navarra), impulsor de la Orden Militar de Calatrava.

Si bien Raimundo de Fitero se lleva toda la gloria de haber sido el fundador de la esclarecida Orden Militar, que ciertamente lo fue, de no haber tenido a su lado a fray Diego Velázquez, hubiera sido imposible que se lanzara a una empresa superior a sus fuerzas y para la cual no tenía preparación. Fue fray Diego Velázquez quien le arrastró —materialmente hablando— a tomar sobre sus hombros la empresa calatravense, y, una vez aceptada la idea por el abad, ambos se lanzaron a ponerla en marcha, logrando crear una obra inmortal que resalta con brillantez en los anales patrios.

Según algunos historiadores podría descender de la casa de Ayala, una de las más ilustres de la Castilla medieval. Tampoco su fecha de nacimiento es conocida, pero se deduce del hecho de haberse criado en la Corte de Alfonso VII en compañía del hijo del Rey, el futuro Sancho III, nacido hacia 1130. Esta supuesta fecha debe coincidir con la de Velázquez, al par que descubre indirectamente su descendencia de una familia noble, por cuanto vivía en la Corte en compañía del príncipe. Según el historiador Rodrigo Jiménez de Rada, “Fray Diego Velázquez, hombre de la nobleza, en otro tiempo valeroso soldado, había nacido en la Bureba y se había criado en su juventud con el rey don Sancho. Viendo al rey preocupado porque nadie se atrevía a defender Calatrava, persuadió a su abad que pidiese al Rey Calatrava, y aun cuando en un principio el abad se sintió contrariado, al fin condescendió con los deseos del monje, y acudiendo al Rey, le pidió Calatrava”. De ello se deduce que nació en la Bureba —región burgalesa de la comarca de Briviesca— y en su juventud, antes de ingresar en el claustro, ejerció la profesión militar.

La mayoría de los historiadores se contentan con ofrecer su nombre al lado de san Raimundo, como si se tratara de un venerable anciano (por su fecha de nacimiento no lo era) que acompañó a su abad a la Corte de Toledo, sin destacar su brillante intervención en la defensa y ordenación de la milicia calatravense.

El 21 de agosto de 1157, tras la muerte Alfonso VII el Emperador, y la división del reino entre sus dos hijos, los árabes empredieron un ataque contra uno de los baluartes más importantes tomados por el Rey muerto, Calatrava, en la rivera del Guadiana, plaza que era estratégicamente la llave de los Reinos peninsulares.

Los caballeros templarios, defensores del lugar, ante los rumores del poderoso ejército agareno que se aprestaba a irrumpir contra ellos, se apresuraron a devolver la plaza al rey don Sancho. El joven Monarca quedó desconcertado ante el fracaso de unos hombres en quienes tenía cifradas las mayores esperanzas, precisamente en circunstancias bien críticas y mandó pregonar por el reino que cedería la plaza en propiedad a cualquier señor o rico hombre que quisiera encargarse de la defensa. Los rumores, por una parte, del gran ejército que preparaba el moro, y, por otra, la renuncia de unos caballeros cubiertos de gloria en mil batallas, contribuyeron a que dichos nobles rehuyeran el hombro, no queriendo encargarse de una empresa honrosa pero muy arriesgada.

En esa circunstancia llegaron a la Corte dos monjes del Císter, Raimundo, abad de Fitero, y fray Diego Velázquez, monje del mismo monasterio. “El tierno afecto que Velázquez profesaba al Rey, y tal qual chispilla que aún conservaba en su pecho del aliento Militar, fueron incentivos que le movieron a pedir a su abad se encargase de la defensa y custodia de la mencionada Plaza; confiado sin duda en que a vista del alto concepto y estimación grande que el Rey hacía de la virtud de Raymundo, sería bien admitida por su Magestad la pretensión”.

Ambos monjes tomaron sobre sí tan arriesgada empresa, otorgándola el Rey por escritura firmada en Almazán en enero de 1158 y pudieron no sólo salvar a la plaza, sino también poblar los lugares inmediatos y crear luego la Orden Militar de Calatrava. Fray Ángel Manrique, al hablar de los orígenes de la Orden de Calatrava, escribe sobre fray Diego lo siguiente: “Habiendo renunciado a todas las cosas de este mundo se retiró al monasterio de Fitero de la Orden Cisterciense, poniéndose bajo la disciplina de san Raimundo, a quien después convenció que tomara a su cargo la defensa de Calatrava, siendo después verdadero autor ‘Author fuit’ de la milicia que se instituyó con el mismo nombre de la plaza”.

 

Bibl.: R. Ximenus de Rada, De rebus Hispaniae, libr. VII, c. XIV; A. Manrique, Annales Cist., t. III, año 1196, c. I, n. 9-10, pág. 399; Constitutiones et Privilegia Ordinis Cisterciensis [...], Anvers, 1630, Calatrava; M. de Calatayud, Memorias del monasterio de Fitero, ms de la B. de san Isidro de Dueñas, pág. 130; J. Moret, Anales del Reino de Navarra, t. III, Tolosa, 1890; J. M. Sanz Atiburcilla, Historia de la ciudad de Tarazona, t. I, Madrid, 1929, págs. 297-298; J. Pérez de Urbel, El Monasterio en la vida española de la E.M., Barcelona, 1942, pág. 93; F. Guton, L’Ordre de Calatrava, Paris, 1955, pág. 37; J. Pérez de Urbel, “La influencia Calatravense en el ámbito nacional español”, en Cistercium, 59 (1958), págs. 296-299; D. Yáñez Neira, “Orígenes de la Orden Militar de Calatrava”, en Cistercium, X (1958), págs. 275-288; J. Domínguez, “La Orden de Calatrava, Cisterciense”, en Cistercium, X (1958), págs. 289-295; H. Hipólito González Cano, “Influjo de la Orden Militar de Calatrava en la reconquista española (1158- 1587)”, en Cistercium, X (1958), págs. 31-323; J. M. Martínez Val, “Una página desconocida de la colonización calatraveña”, en Cistercium, X (1958), págs. 324-327; D. Yáñez Neira, “Fray Diego Velázquez, forjador de Calatrava”, en Hispania Sacra (Madrid), vol. XX (1967), págs. 257-281.

 

Damián Yáñez Neira, OCSO

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía

Personajes similares