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José Lémery e Ibarrola

Biografía

Lemery e Ibarrola, José. Marqués de Baroja (I). Madrid, 2.XII.1811 – 11.IV.1886. Militar y político español, teniente general, capitán general de Baleares, de Cataluña, de Vascongadas, de Puerto Rico, de Filipinas y senador vitalicio.

Nació en el seno de una familia aristocrática muy vinculada a la Casa Real; su padre, Nicolás Lemery y Ney, era teniente de la Guardia Real y caballero de la Orden Real de España, y su abuelo materno, Miguel Ibarrola, marqués de Zambrano, había sido tesorero general de Fernando VII.

En 1829, por designación real se le nombró oficial del Archivo del Ministerio de la Guerra, donde permaneció hasta que se le autorizó una permuta con un teniente de granaderos de la Guardia Real, fecha en la que comenzó su antigüedad en el Ejército. Dos años después, fue designado ayudante de campo del general de Caballería Juan González Auleo, comandante general del Ejército de Observación en Portugal, con el cual intervino en apoyo de la reina María Gloria, a quien su tío Miguel de Braganza, no reconocía como tal, tras haber sido designado como Rey por sus seguidores (guerra civil portuguesa).

Desde Portugal con su Regimiento, se dirigió al norte de España, donde entraría en combate contra las fuerzas carlistas en la toma del fuerte Olazagüita.

Ascendido a capitán concurrió a numerosas acciones contra las tropas carlistas (Belascoin, Estella, Montejurra, etc.). En esta última, fue herido gravemente, siendo premiado con la Cruz de San Fernando. Como jefe de la escolta del general en jefe Baldomero Espartero, tomó parte en la batalla de Luchana y en el levantamiento del sitio de Bilbao, concediéndosele, en esta ocasión, la Cruz de San Fernando de 1.ª Clase (1835). A partir de estas fechas y hasta 1839 siguió de campaña por el norte destacando su unidad en diversos combates (toma de Hernani, Urrieta, Oriamendi, Huerta del Rey, etc.). De nuevo como jefe de la escolta de Espartero, concurrió a la toma de Santa Marina y alturas de Galdácano, siendo ascendido en el mismo campo de batalla a comandante de escuadrón; posteriormente y en circunstancias semejantes, fue ascendido a teniente coronel de Caballería. En 1840, se desplazó hacia Aragón persiguiendo a las fuerzas carlistas, que no se habían acogido al acuerdo de paz establecido entre el general cristino Espartero y el carlista Maroto (Convenio de Vergara, 1839), asistiendo a la toma de Seguras y a la rendición de Morella. Este mismo año y en la campaña de Cataluña además de participar en varias importantes acciones, como la de Coll de Gusen o la toma de Berga, Espartero le destinó al mando de una brigada formada por el Regimiento de Guía y un batallón provincial de Murcia, cuyas misiones principales fueron, además de mantener abierta la línea de comunicaciones entre Daroca y Teruel, liberar al batallón Oporto que, sitiado en Barrachina, se le habían agotado sus medios de resistencia.

Después de dos años de estancia en Cuba (1850- 1852), como subinspector militar de Caballería, donde logró terminar con la revuelta armada de los artilleros, volvió a la Península, y, tras ocupar varios destinos, se puso al frente de la Capitanía General de Baleares. Posteriormente fue designado capitán general de Cataluña, cargo que ocupó hasta que fue elegido diputado de las Cortes Constituyentes por Baleares (1855).

Ante el temor de un resurgimiento de otra guerra carlista en las provincias vascongadas (mayo de 1855), y avalado por sus méritos, se le nombró capitán general de las citadas provincias, ocupando con sus tropas los puntos más estratégicos y propensos a la rebelión.

Diluidos los temores de guerra en la Península, Lemery fue destinado a Puerto Rico con el cargo de gobernador y capitán general de la isla, donde tuvo que enfrentarse a una grave epidemia de cólera y fiebre amarilla. De su gobierno, cabe destacar, las mejoras establecidas en la Casa de Beneficencia y sus gestiones para establecer entidades bancarias en la isla.

Ascendido a teniente general (1857), se le nombró capitán general de Castilla la Nueva y al año siguiente, ayudante de campo y jefe del Cuarto Militar de Su Majestad, cargo que ocupó hasta 1860, cuando fue destinado a Filipinas como gobernador y capitán general. Tomó posesión del mando en enero de 1861, y, en consonancia con la política de O’Donnell, llevó a cabo una serie de medidas destinadas a afianzar la soberanía de España en el archipiélago y a mejorar su administración. Se crearon los gobiernos político- militares de Visayas y Mindanao y un consejo de administración; se fijaron las atribuciones de las Audiencias, suprimiéndose el Real Acuerdo. En el tema económico, cabe reseñar la acuñación de nuevas monedas. Su gobierno coincidió con la vuelta de los jesuitas a Filipinas, a los cuales se les asignaron las parroquias de Mindanao, hasta entonces en manos de los recoletos. El descontento de éstos se intentó solucionar entregándoles parroquias en Cavite, algunas de ellas en manos del clero secular filipino, que dio lugar a una cadena de protestas y conflictos.

En cuanto a la política, lo más destacado fue su cooperación con las autoridades francesas, aunque mostrando su desacuerdo con la política que estaba llevando el Gobierno de Madrid en la intervención hispano-francesa en Conchinchina, en beneficio del país galo, que afianzaba su posición en Indochina. A pesar de la falta de medios y la resistencia mostrada por los moros preparó la conquista del Río Grande de Mindanao, y envió una expedición de castigo a Joló (con buques de vapor), consiguiendo que el sultán volviera a someterse a España. En julio de 1862, dejó el mando de las islas y volvió a la Península, siendo nombrado ayudante de campo del rey consorte Francisco de Asís (1863-1866).

En 1876, fue designado vocal de la Junta Consultiva de Guerra, cargo que ocupó hasta 1883, en que pasó destinado a la Sección de Reserva del Estado Mayor General, donde permaneció hasta su fallecimiento.

Había sido senador de Baleares (legislatura de 1877 y de 1881-1882) y vitalicio (1858-1860 y 1883- 1884). Estaba en posesión de numerosas condecoraciones, entre las que destacan la Real Gran Cruz de San Fernando de 1.ª Clase, la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica y la Gran Cruz de Carlos III.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Hoja de servicios del teniente general José Lemery e Ibarrola.

Galería Militar Contemporánea, Colección de documentos sobre las Campañas del Norte y Cataluña, Madrid, Sociedad Tipográfica de Hortelano y Cía., 1846; A. Pirala, Historia Contemporánea, segunda parte de la Guerra Civil, t. VI, Madrid, Felipe González Rojas, 1895; J. Montero y Vidal, Historia General de Filipinas, t. III, Madrid, Est. Tipográfico de la Viuda e Hijos de Tello, 1895; M. Fernández Almagro, Historia Política de la España Contemporánea, Madrid, 1956; J. A. Gallego, Historia del Mundo Contemporáneo, Zaragoza, Librería General, 1971; V. Palacio Atard, La España del siglo xix (1808-1898), Barcelona, Madrid, Espasa Calpe, 1981; R. Carr, España, 1808-1975, Barcelona, Editorial Ariel, 1985; A. Molina, Historia de Filipinas, Madrid, Mapfre, 1985; A. Ubieto, J. Reglá, J. M. Jover y C. Seco, Introducción a la Historia de España, Barcelona, Teide, 1986; G. Bleiberg (dir.), Diccionario de historia de España, Barcelona, Alianza Editorial, 1986; A. F. Rodríguez Coro, Los Carlistas 1800-1876, Vitoria, Fundación Sancho el Sabio, 1991. J. L. Comellas, Isabel II: una Reina y un reinado, Barcelona, Ariel, 1999.

 

Alicia Castellanos Escudier

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