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Santiago Wall y Manrique de Lara

Biografía

Wall y Manrique de Lara, Santiago. Conde de Armíldez de Toledo (IV), señor de Loranque el Grande y de la Olmedilla. Pontevedra, 3.VII.1781 – Pamplona (Navarra), 29.X.1834. Teniente general, virrey de Navarra, prócer del Reino.

Su padre, Eduardo Wall Purcell, nacido en Cloghala (Irlanda) en 1730, había pasado a Francia, al parecer por razón de persecución política o religiosa a su familia, con quince años, ingresando en el Ejército francés. Francia se encontraba entonces en guerra con Gran Bretaña (Guerra de Sucesión de Austria) y Eduardo Wall participó en la invasión francesa de los Países Bajos, hallándose con sus hermanos en la batalla de Laeffelt, donde fue herido (su hermano Ulick moriría), y en el sitio de Maastricht (con su hermano Patrick, que sería luego Comte de Wall, gobernador militar de París y teniente general en Francia). Dos años después del Tratado de Aquisgrán de 1748 que puso fin a las hostilidades, Eduardo pasó a España, que había sido aliada de Francia en esa guerra, encuadrándose inicialmente en el Regimiento de Irlandeses, y aquí se estableció, continuando su carrera militar, en la que llegó a alcanzar la graduación de teniente general. Caballero de Santiago en 1763, comendador de Peñausende, primo del célebre Ricardo Wall (secretario de Estado y de Guerra de Fernando VI y Carlos III), Eduardo Wall había contraído matrimonio en 1770 con María de la Concepción Manrique de Lara y Mayoral, III condesa de Armíldez de Toledo, señora de Loranque el Grande y de la Olmedilla.

Santiago Wall, hijo primogénito de Eduardo, se halló ya, con sólo once años, destinado como alférez en el Ejército de Navarra, en la campaña contra Francia de 1793. Teniente del Regimiento de Dragones en 1798, participó en la guerra contra Portugal en 1801 (Guerra de las Naranjas). Al año siguiente era ayudante del Regimiento de Cazadores. Participó después activamente en la lucha contra los franceses durante la Guerra de la Independencia. Capitán del Regimiento de Dragones en 1808, tomaría parte al año siguiente en las batallas de Aranjuez y Almonacid. Nombrado sargento mayor del mismo Regimiento, se halló en la batalla de Ocaña (1809). En 1810, destinado a Cádiz como ayudante primero de Estado Mayor (teniente coronel) “para la instrucción de un escuadrón según la táctica francesa”, fue uno de los siete compromisarios por la provincia de Zamora para la elección de diputados a las Cortes Generales y Extraordinarias de Cádiz (1810-1813). Ayudante primero de Estado Mayor (teniente coronel) en 1810, fue ascendido a coronel de Infantería en 1811 por los méritos contraídos en la batalla de La Albufera. Al año siguiente era coronel del Regimiento de Dragones del tercer Ejército. Terminada la guerra, fue nombrado en 1814 coronel de Caballería del Regimiento de Húsares Españoles y, el mismo año, brigadier de Caballería, recibiendo siete condecoraciones (entre ellas, caballero de la Orden de San Fernando) por su participación en diferentes acciones durante la Guerra de la Independencia. El Regimiento de Caballería “honrará siempre la memoria del Brigadier D. Santiago Wall que era su coronel en aquel tiempo, a cuyo esmerado celo se debió el estado de perfección en que llegó a ponerse el expresado cuerpo, y a la escuela de tan digno maestro las máximas militares que supo imprimir”, se escribió en 1854 por el Estado Mayor General del Ejército.

En 1820 se encontraba destinado en Madrid como coronel del Regimiento de Caballería del Príncipe, jurando la nueva Constitución liberal. Nombrado inmediatamente después inspector general de Caballería (interino), pasó a Andalucía, para hacerse cargo, primero en Sevilla y luego en Córdoba, de la Real Brigada de Carabineros, que mantenía una postura próxima a la sublevación, por ser muchos de sus miembros partidarios de la vuelta al absolutismo. Pasó nuevamente a Sevilla en 1821 como comandante general de Andalucía (interino), y durante este mandato un decreto de las Cortes declaró extinguida la Real Brigada de Caballería, siendo nombrado, ahora en propiedad, inspector general de Caballería. En palabras de Alcalá Galiano, era un “oficial bizarro, inteligente y de largos servicios, y buen constitucional, aunque de la parcialidad moderada”.

De vuelta en Madrid en julio de 1821, pidió el cese de sus cargos, quedando en cuartel. En abril de 1823 salió de Madrid para incorporarse al Ejército de reserva de Galicia, y en junio fue hecho prisionero en Astorga por las tropas francesas del duque de Angulema, venidas para restablecer el absolutismo. Fue conducido primero a Madrid y luego a Burdeos, siendo tratado con gran consideración (no viajó en la “cuerda” de presos, ni fue recluido en el “depósito”). Regresado a España en junio de 1824, fue sometido al expediente de “purificación”. Pesó no sólo su antecedente “doceañista”, sino, sobre todo, la disolución de la Real Brigada de Carabineros (una Real Orden de 1824 llamó a los carabineros reales que habían sido licenciados por Santiago Wall para su incorporación a la Guardia Real). Además, le perjudicó la creencia de que había pertenecido a la sociedad secreta Los Anillos, hecho que él negó rotundamente (“no he pertenecido jamás...”, dice en sus alegaciones). El Rey, separándose del criterio de la Junta de Purificaciones, le declaró “impurificado” en 1826. Finalmente, en enero de 1827 fue declarado “purificado”, siendo condecorado con la Cruz de San Hermenegildo y destinado a cuartel en Madrid.

En 1833 alcanzó la graduación de mariscal de Campo. Este mismo año estalló la Primera Guerra Carlista y Wall estaba al frente de la división izquierda del ejército del general Sarsfield. Después de conseguir dispersar a las tropas carlistas de las Merindades (Villarcayo), cruzó el Ebro, se unió a Sarsfield (con quien acabó por tener una relación de desconfianza por dudar de las convicciones constitucionales de éste) y derrotaron en Álava al Ejército carlista, entrando en Bilbao en noviembre de 1833. Al salir Sarsfield de Bilbao, quedó Wall como comandante general de Vizcaya. En 1834 fue nombrado comandante general de Navarra, con categoría de virrey, sucediéndole en Bilbao el general Espartero. Como comisionado regio del Reino de Navarra pronunció en Pamplona la alocución con ocasión de la proclamación como Reina de Isabel II. Tuvo que enfrentarse, en un difícil clima bélico, a una epidemia de cólera en Navarra, causa muy probable de su enfermedad y próxima muerte, en posesión del cargo y a punto de recibir el mando del Ejército de Navarra en sustitución del general Rodil (a causa de su enfermedad, Wall delegó el mando de este Ejército en el general Lorenzo, en tanto llegaba el general Espoz y Mina). En señal de reconocimiento, en junio de 1834 había sido nombrado por la Reina Gobernadora prócer del Reino “con asiento en Cortes”.

Caballero de Santiago en 1815, señor de Loranque el Grande y de la Olmedilla, regidor perpetuo de Zamora, IV conde de Armíldez de Toledo desde 1827 (también solicitó el uso en España del título “conde de Wall”), había casado en Córdoba en 1816 con Luisa Rafaela Alfonso de Sousa de Portugal y Guzmán, hija de Rafael Alfonso de Sousa de Portugal y Alfonso de Sousa, marqués de Guadalcázar y otros títulos, Grande de España, y de Isidra de Guzmán y de La Cerda (la “Doctora de Alcalá”). Sus hijos fueron: Santiago, V conde de Armíldez de Toledo, que casó con Carolina Montúfar García-Infante (hija del marqués de Selva Alegre), sin sucesión; Isidro, intendente general del Ejército y Real Hacienda de Cuba, que casó con María Luisa Diago Tirry, marquesa de la Cañada, con sucesión, por la que seguiría la línea; María del Rosario, que casó con Vicente Fernández de Córdoba y Vera de Aragón, fundadora de conventos en Madrid y Vitoria de la Orden de las Salesas, en la que profesó al enviudar sin hijos; y María Luisa, que casó con Francisco Javier de Salamanca y Negrete, marqués de Torre- Manzanal, primogénito de los condes del Campo de Alange y marqueses de Villacampo, con sucesión.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Memorial de doña Luisa Alfonso de Sousa y Guzmán solicitando Real licencia para contraer matrimonio con don Santiago Wall y Manrique de Lara, Consejos, leg. 10.071, exp. 6; Archivo Histórico Militar (Segovia), Expediente de don Santiago Wall y Manrique de Lara, leg. B-539; Archivo del Senado, Expedientes personales, HIS-0035-08.

Barny-Romanet, Précis des opérations de l’Armée des Pyrénées en 1823 sous les ordres de SAR Mgr le Duc d’Angoulême, Paris, Clérisse Éditeur, 1823, pág. 67; J. M. de Nieva, Decretos del Rey Nuestro Señor don Fernando VII, y Reales Órdenes, Resoluciones y Reglamentos Generales, t. VIII, Madrid, Imprenta Real, 1824, págs. 97-98; M. Lebeaud, Souvenirs de l’Armée d’Espagne. Recueil des actions d’éclat, paroles mémorables, et particularités intéressantes de la dernière campagne de son Altesse Royale Mgr le duc d’Angoulême, Paris, Imprimerie de A. Guyot, 1824, pág. 41; C. J. E. Sain de Bois-Le-Comte, Essai historique sur les provinces basques (Alava, Guipuzcoa, Biscaye et Navarre) et sur la guerre dont elles sont le théatre, Bordeaux, Teycheney-Laloubère-Dulac Éditeurs, 1836, págs. 80-81, 91 y 114; W. Walton, The revolution of Spain, from 1808 to the end of 1836. With biographical sketches of the most distinguished personages, and a narrative of the war in the Peninsula, vol. II, London, Richard Bentley, 1837, págs. 89, 91-92, 187-188 y 301; J. F. Bacon, Six years in Biscay: comprising a personal narrative of the sieges of Bilbao in june 1835 and oct. to dec. 1836, and of the principal events which occurred in that city and the basque provinces during the years 1830 to 1837, London, Smith Elder and Co., 1838, págs. 148, 156, 161 y 163-164; J. de Burgos, Anales del reinado de D.ª Isabel II, t. I, Madrid, Est. Tipográfico de Mellado, 1850, págs. 23, 190, 192, 231- 235 y 331; F. Espoz y Mina, Memorias, publicadas por su viuda (condesa de Espoz y Mina), t. V, Madrid, Imprenta M. Rivadeneyra, 1852, pág. 26; Estado Mayor General del Ejército, Biografía del excelentísimo señor teniente general don Valentín Ferráz, publicada en la Obra del Estado Mayor General del Ejército, Madrid, Imprenta de don Pedro Montero, 1854, págs. 20-21; Duke of Wellington, Supplementary despatches, correspondence and memoranda of field marshall Arthur W. Duke of Wellington, KG, edited by his son the Duke of Wellington, vol. VII, London, John Murray, 1860, pág. 132; F. Fernández de Béthencourt, Historia genealógica y heráldica de la Monarquía Española y Grandes de España, Madrid, 1897, t. III, págs. 107-108, y t. VII, págs. 334-336 (reimpr. en Sevilla, Fabiola de Publicaciones Hispalenses, 2001-2003); Marquis de Ruvigny, The nobilities of Europe, London, Melville and Co., 1910, págs. 239 y 398 (reimpr. por Elibron Classics, 2005); A. y A. García Carraffa, Enciclopedia heráldica y genealógica hispano-americana. Diccionario de Apellidos, t. XXXII, Fernández de Córdova, Madrid, 1929, pág. 24; A. Alcalá Galiano, “Memorias de D. Antonio Alcalá Galiano. Publicadas por su hijo”, en Obras escogidas de D. Antonio Alcalá Galiano, t. LXXXIV, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1955, pág. 132; E. Fernández-Prieto Domínguez, Nobleza de Zamora, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Jerónimo Zurita, 1953, págs. 899- 900; V. Cadenas Vicent, Caballeros de la Orden Santiago que efectuaron sus pruebas de ingreso en el siglo xix, Madrid, Ediciones Hidalguía, 1958, págs. 117-118 y 125-126; H. Gallwey, The Wall Family in Ireland. 1.170-1.970, Kildare, Leinster Leader Ltd., 1970; I. M. Zavala, Masones, comuneros y carbonarios, Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1971, pág. 47; P. Pegenaute Garde, Trayectoria y testimonio de José Manuel del Regato. Contribución al estudio de la España de Fernando VII, Pamplona, Ediciones Universidad de Navarra, 1978, pág. 201; E. Orta Rubio, “El cólera: la epidemia de 1834 en la Ribera de Navarra”, en Revista Príncipe de Viana, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, n.º 172 (1984), págs. 301-302; P. Chávarri Sidera, Las elecciones de Diputados a las Cortes Generales y Extraordinarias (1810-1813), Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1988, pág. 418; E. Cardenas Piera, Caballeros de la Orden de Santiago. Siglo xviii, Madrid, Ediciones Hidalguía 1995, pág. 201; J. J. Viñes Rueda, La sanidad española en el siglo xix a través de la Junta Provincial de Sanidad de Navarra (1870-1902), Pamplona, Gobierno de Navarra, 2006, págs. 123-126.

 

Pedro Rodríguez-Ponga y Salamanca