Estudió en Madrid en la Escuela de Arquitectura, en la que se tituló en 1924. Trabajó junto a Carlos Arniches entre 1924 y 1936; ambos ayudaron a Zuazo en algunas de sus obras más significativas (casa Garay, Nuevos Ministerios). En la etapa en que colaboraron, hasta la Guerra Civil, realizaron una serie de obras en las que se reflejó el cambio que, desde un regionalismo inicial de corte “castizo”, les llevó a ser unos de los representantes más elegantes del racionalismo madrileño. Entre sus obras más representativas se encuentran, en la famosa Colina de los Chopos, el edificio de párvulos del Instituto Escuela (1926- 1930) en la calle Serrano, 127-129, y el Auditorio y Biblioteca de la Residencia de Estudiantes (1931), en el número 117 de la misma calle, hoy sustituido por la iglesia del Espíritu Santo de Fisac; la Residencia de Señoritas de la calle de Martínez Campos con vuelta a Miguel Ángel (1932) todos ellos para la Institución Libre de Enseñanza. Con estas intervenciones, la imagen arquitectónica de la institución se actualizó del modo más conveniente y sus autores se situaron en el nivel ideológico adecuado para defender su opción racionalista, alejada de dogmatismos polémicos cuanto más próxima a la cultura autóctona. La vía clasicista sutilmente teñida de referencias vernáculas patrocinadas por Zuazo, con quien colaboraron en la Estación de Enlaces ferroviarios de los Nuevos Ministerios (1932-1934), patente en el café Zahara en la Gran Vía (1930), mediatizó su aproximación al racionalismo en el Hipódromo de la Zarzuela (con el ingeniero Eduardo Torroja), cuyo concurso ganaron en 1934. [...]