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Félix Alonso García

Biografía

Alonso García, Félix. Los Tremellos (Burgos), 1.VIII.1874 – San Isidro de Dueñas (Palencia), 21.XI.1939. Cisterciense (OCist.), segundo abad perpetuo de la abadía palentina de San Isidro de Dueñas, restaurador del monasterio y fundador de nuevas comunidades cistercienses en España.

Ingresó en el monasterio con otro hermano suyo (el padre Emiliano) el 10 de abril de 1891, y fue el primer postulante de coro que tuvo la reciente fundación del monasterio cisterciense (benedictino hasta la desamortización de Mendizábal). Fue elegido abad el 13 de junio de 1916. Era, además, el cuarto de los hermanos que ingresó en Císter. Apenas salido de la niñez emprendió el camino de Sainte Marie du Desert (Francia) para ingresar en la Trapa, donde se reunió con los demás hermanos y otros españoles que habían abrazado aquella vida, por no existir entonces ninguna abadía en España. Al pasar los años, habiendo sido nombrado abad de dicha abadía francesa Cándido Albalat y Puigcerver, español y valenciano, se decidió a fundar una abadía en España, a fin de que los jóvenes de estas tierras no tuvieran que expatriarse para abrazar la vida monástica fuera. En consecuencia, planeó la fundación de San Isidro de Dueñas, escogiendo para llevarla a cabo los monjes españoles que vivían allí, entre ellos los hermanos Alonso García.

En el corazón de la comarca castellana de Tierra de Campos se halla enclavado el monasterio de San Isidro de Dueñas, en la provincia de Palencia junto a Venta de Baños, en el valle bordeado por los ríos Carrión y Pisuerga, a doce kilómetros de la capital, teniendo acceso directo a la altura del kilómetro noventa de la carretera N-620. Los orígenes del monasterio se remontan, según el sentir general de los historiadores, al siglo vii, dentro del monacato hispano-visigótico.

No obstante, los datos documentales acerca de su existencia sólo alcanzan en la actualidad hasta los comienzos del siglo x cuando, tras la invasión árabe, vuelve San Isidro a ser repoblado por monjes benedictinos, que fueron sus moradores ininterrumpidos hasta la expulsión impuesta por la desamortización de Mendizábal en 1835. En 1891, se reanuda la vida monástica, esta vez por los monjes cistercienses de la Estrecha Observancia (OCSO), conocidos a menudo como Trapenses, procedentes de la Abadía de Santa María del Desierto (Francia), dando nacimiento a la comunidad actual de San Isidro, como se suele conocer habitualmente el monasterio.

La comunidad de San Isidro ha conocido, en su etapa cisterciense, una notable fecundidad en cuanto a fundaciones. De su seno han surgido a lo largo de su vida centenaria cinco nuevas comunidades: dos en España: San Pedro de Cardeña, en Burgos (1942), y la restauración de la comunidad de Santa María de Oseira, en Orense (1966). Y tres fuera de Europa: Nuestra Señora de Bela Vista, en Angola (1960), Virgen del Curutarán, en México (1980) y, recientemente, Santa María del Paraíso, en Ecuador (1997), primera implantación de la vida monástica masculina en aquel país.

Dom Félix fue un hombre de gran energía de carácter y dinamismo, transformó totalmente el monasterio haciendo por completo habitable aquel caserón que recibió en tiempos de su elección. Intensificó las fuentes de economía cisterciense, renovó las explotaciones agrícolas y formó una comunidad floreciente, todo esto según la tradición propia de la Orden y lo que el tiempo permitía. La comunidad llegó a contar con un centenar de elementos hábiles para una vida monástica profunda y sincera. Su dinamismo sólo lo pudo frenar su delicado estado de salud y la Guerra Civil española. Precisamente este acontecimiento causó un grave perjuicio a la comunidad, como a otras muchas en España, pues muchos monjes jóvenes, bien formados y en quienes se depositaba la esperanza del futuro, fueron llamados a filas y hubieron de salir así del monasterio. Muchos de ellos no regresaron.

La extrema necesidad de los monjes tras la Guerra Civil les obligó a buscarse medios de vida, puesto que las fincas señaladas para la fundación apenas reportaban parte de lo necesario. Con objeto de hallar algún desahogo, montaron de manera rústica una pequeña fábrica de chocolates, elaborados por los propios monjes, que adquirieron gran renombre en el mercado. Tal fue el origen de los famosos Chocolates Trapa; y aunque desde la segunda mitad del siglo pasado se deshicieron de ella, para vivir mejor el ideal monástico dadas las complejidades de explotación de semejante industria, todavía esta marca sigue conservando notable prestigio y es definitoria de la calidad del trabajo monástico.

Dom Félix fue el abad que recibió al hoy santo fray M.ª Rafael Arnáiz Barón, y fue él quien, con consejo de los monjes, a mitad de la Cuaresma de 1938, decidió conceder a “este humilde oblato” la cogulla cisterciense, privilegio de los monjes de coro profesos. Este gesto era un indicio de varias cosas: la gran capacidad de discernimiento de un abad sabio y prudente en la vida monástica, pues concedió al santo Rafael excepciones para un alma excepcional, y muy extrañas en la Trapa de entonces; excepciones que precisamente permitieron que no se malograra la gracia de Dios en su alma. Por otra parte, a pesar de cierta adustez en su carácter, se mostró siempre como un auténtico abad, amador de su “casa y sus hermanos”, para la que quiso el mayor bien en lo temporal y en lo espiritual.

Tuvo en mente varios proyectos fundacionales, pero las semillas por él depositadas en la tierra de la esperanza y el sufrimiento de toda la comunidad dieron más tarde sus frutos abundantes en las casas nombradas más arriba.

 

Bibl.: D. Yánez Neira, Historia del Real Monasterio de San Isidro de Dueñas, Palencia, Imprenta Provincial, 1969, págs. 684-685; C. M. Reglero de la Fuente, El Monasterio de San Isidro de Dueñas en la Edad Media: un priorato cluniacense hispano (911-1478). Estudio y colección documental, León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 2005.

 

Francisco Rafael de Pascual, OCist

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