Moreno Díaz, Ezequiel. San Ezequiel Moreno. Alfaro (La Rioja), 9.IV.1848 – Monteagudo (Navarra), 19.VIII.1906. Misionero agustino recoleto (ORSA), obispo de Casanare y Pasto, santo.
Del matrimonio formado por Félix Moreno, sastre de profesión, y María Josefa Díez, nació Ezequiel, tercer hijo, en el n.º 2 de la calle del Hospital Viejo de Alfaro (La Rioja). El primogénito, llamado Eustaquio, y Ezequiel fueron los únicos varones, ambos religiosos agustinos recoletos, de la familia integrada por otras cuatro hermanas: Juana, Valentina, Benigna y María de las Candelas.
Ezequiel, educado en un ambiente cristiano, pronto se inclinó por la vida consagrada, vistiendo el hábito agustino (21 de noviembre de 1864) en el Convento de Monteagudo (Navarra), una de las pocas casas religiosas que el Gobierno autorizó, tras el Concordato de 1851, para la formación de misioneros destinados a las colonias españolas de ultramar. Ezequiel Moreno, una vez realizado el año de noviciado, profesó el 22 de septiembre de 1865, tomando el nombre de fray Ezequiel de la Virgen del Rosario.
Los estudios filosófico-teológicos los cursó en el Teologado de Marcilla (Navarra), también de los agustinos recoletos. Se formó en la neoescolástica decimonónica y en un ambiente simpatizante con los carlistas, donde se aborrecía todo cuanto pudiese sonar a liberalismo y libertad de expresión, de enseñanza y de culto. Sus principales maestros intelectuales y espirituales fueron Juan Gascón, Alonso Rodríguez y Pío Mareca.
Cuando estaba para finalizar los estudios eclesiásticos fue destinado para Filipinas en compañía de otros diecisiete misioneros recoletos. El 14 de octubre de 1869 embarcó en Cádiz rumbo a las Islas Filipinas. Llegó a Manila el 10 de febrero de 1870, en la sexagésima misión de los agustinos recoletos desde su llegada a Filipinas en 1606. Quince meses después de pisar tierra filipina, concluidos los estudios eclesiásticos, recibió la ordenación sacerdotal de manos del arzobispo de Manila (3 de junio de 1871). Luego pasó a la misión de Calapán, en la isla de Mindoro, donde perfeccionó el tagalo, al tiempo que ejercía el ministerio pastoral. Antes de cumplir el año en Calapán, los superiores le encomendaron encabezar la misión de Palawan, en el suroeste del archipiélago filipino, tras el establecimiento del Gobierno político-militar de Puerto Princesa, asegurando la hegemonía española en el territorio. Ezequiel Moreno propagó el cristianismo más allá de Puerto Princesa, entre los tagbanuas de Inagawan y Aborlan. El 10 de enero de 1873 la malaria le obligó a salir de Palawan para Manila, y una vez repuesto regresó de nuevo a Calapán como cura párroco interino. Aquí permaneció hasta mayo de 1876, fecha en la que fue nombrado cura párroco de Las Piñas. Durante el trienio que permaneció Ezequiel Moreno en esta misión atravesó por una epidemia, una sequía y un incendio, a lo que respondió con atención a los enfermos y ayudando con dinero, arroz y ropa a quienes quedaron en extrema pobreza.
El siguiente destino de Ezequiel fue de cura párroco de Santo Tomás, en Batangas, y de ahí, por decisión del capítulo intermedio de la provincia San Nicolás, celebrado en octubre de 1880, pasó a la iglesia principal de los agustinos recoletos en Intramuros de Manila con el cargo de predicador general. El 24 de febrero de 1881 fue nombrado párroco de Santa Cruz, dedicándose a la predicación y a la instrucción de la doctrina cristiana. Al año siguiente regresó a Manila de predicador. Su labor en Filipinas concluyó en 1885, después de ejercer durante tres años de prior y administrador de la hacienda que poseían los agustinos recoletos en Imus, Cavite, con cuyas rentas se sufragaban los gastos de procurador general, las visitas de los provinciales a los frailes, la reparación de casas e iglesias y para subvencionar, durante los últimos dos tercios del siglo xix, los seminarios de agustinos recoletos de España.
Ezequiel Moreno regresó de Filipinas a España en 1885 con el fin de ocuparse de la organización de la formación en la Casa de Noviciado de Monteagudo (Navarra). Tomó posesión del cargo de prior del colegio- seminario el 9 de agosto de este mismo año, ejerciéndolo durante un trienio. En Monteagudo se preocupó fray Ezequiel por el cuidado de vida de comunidad y litúrgica, del estudio y cumplimiento de la Regla de San Agustín. Por esta época, desde el convento se llegaron a repartir entre cuatrocientas y quinientas raciones diarias a pobres y necesitados. A su vez, Ezequiel Moreno colaboró con los sacerdotes de los pueblos vecinos en labores humanitarias y espirituales a raíz de la peste sufrida en el año 1885. Una vez finalizado el mandato de rector del primer seminario de los agustinos recoletos, se ofreció para ir a Colombia con el fin de reconstituir allí la vida agustiniana y restaurar la antigua provincia de la Candelaria. Se encaminaron hacia el nuevo destino en noviembre de este mismo año seis religiosos de la comunidad Monteagudo, y Ezequiel Moreno, a quien nombraron presidente de la misión. Desde Santander salieron el 21 de noviembre de 1888. Los misioneros eligieron como principal campo de misión de los Llanos de Casanare, en la parte oriental de Colombia.
Ezequiel Moreno residió en Bogotá desde comienzos de febrero de 1889 hasta finales de mayo de 1894, siendo muy solicitado como confesor y predicador. Su estilo de predicación era sobrio en la forma, sencillo, claro y persuasivo. A comienzos de 1891 llevó a cabo una gira pastoral por Casanare, de unos cuatro meses, al tiempo que transmitía por la prensa su programa misionero bajo el género epistolar. Con los bogotanos estableció fuertes lazos de amistad, sobre todo con la clase alta, reconocimiento y admiración que cuando León XIII decidió crear el vicariato de Casanare, promoviendo a Ezequiel Moreno al cargo de prefecto apostólico, tardaría no menos de dos años en materializarse la decisión por la presión ejercida, principalmente, por las mujeres de la alta sociedad de Bogotá para que no se produjese la separación de Ezequiel Moreno.
El vicariato apostólico de Casanare fue erigido el 17 de julio de 1893. León XIII preconizó obispo titular de Pinara a Ezequiel Moreno por el breve de 25 de octubre de 1893, consagrándose obispo de Casanare el 1 de mayo de 1894, fecha en la que dirigió su primera carta pastoral a los fieles del vicariato de Casanare.
Al año siguiente, en el Consistorio celebrado el 2 de diciembre, recibió el nombramiento episcopal para la sede de Pasto (Colombia), diócesis fronteriza con Ecuador, de unos cuatrocientos sesenta mil habitantes, desprovista de comunicaciones y de abundante escasez y pobreza. Sus gentes vivían sumidas en la ignorancia y toda clase de necesidades, incluida la espiritual. El obispo Moreno hizo entrada en la diócesis de Pasto el 10 de junio de 1896.
Mientras esto sucedía la situación ideológica, política y religiosa se agravó, estallando en 1895 y 1899 nuevas rebeliones en todo el país. La primera duró unos meses, de enero a mayo, y la segunda se prolongó durante mil días. La de 1895 sorprendió a Ezequiel Moreno cuando realizaba la visita pastoral al vicariato de Casanare, y hubo de soportar un interrogatorio y tolerar el registro de su casa. Durante tres meses estuvo recluido en Támara, imposibilitándole el ejercicio de su labor episcopal.
Sólo cuando el hambre, la enfermedad y la muerte comenzaron a asolar sobre Casanare pudo Ezequiel Moreno acudir en ayuda de enfermos y moribundos. El 9 de julio de 1898, se dirige a Roma, para la visita ad limina.
A su regreso se encontró con la revuelta de 1899, la más trágica, combatida con odio fraticida y persecución violenta contra la Iglesia duró tres años. Afectó a toda Colombia y las naciones limítrofes. Al final, dolor, hambre, cien mil cadáveres y dos décadas largas de enfrentamientos y divisiones del pueblo colombiano.
La virulencia antieclesiástica también se extendió a Pasto, incluso antes de llegar el obispo Moreno a esta diócesis. Los ataques de la prensa no se hicieron esperar a la actitud antiliberal de Ezequiel Moreno, y éste no dudó en rechazar todo cuanto sonase a liberalismo y censurar la colaboración de los católicos con los liberales. “El liberalismo es pecado”, afirmaba una y otra vez. “Era su obsesión el liberalismo, y tema común de sus enseñanzas a fieles y párrocos”, dice Ignacio Monasterio, y junto con esto, la preocupación constante por la glorificación de Dios y salvación de las almas. Con todo, el obispo Moreno no acertó “a esquivar los peligros de la lógica emocional y de la simplificación doctrinal”, en palabras de Martínez Cuesta. En efecto, Ezequiel Moreno, como otros pastores de la Iglesia, habló y escribió sin la suficiente preparación en filosofía, teología, política, histórica, psicología y sociología para debatir intelectualmente sobre las grandes cuestiones del liberalismo. La información de que disponía no era completa y las lecturas que hacía eran de signo integrista o filointegrista, como El Siglo Futuro, de Nocedal. Sus ideas están recogidas en folletos, cartas pastorales, circulares, manifiestos, sermones y cartas particulares. A raíz de la expulsión, en 1896, del obispo Schumacher y de los capuchinos del Ecuador comenzó a escribir contra los liberales al tiempo que exalta la doctrina católica y rechaza cuanto suene a liberalismo. En obras admira la obra evangelizadora de la Iglesia que, además de promover los derechos de Dios, garantiza valores como la familia, paz, el bienestar y la prosperidad del hombre. Con todo, el obispo Ezequiel Moreno, aun sin proponérselo, participó en el debate sobre la concordia nacional tenido después de la Guerra Civil entre liberales y conservadores. En la propagación de la devoción de la Liga Santa de Víctimas del Sagrado Corazón, Ezequiel Moreno usó en sus escritos de difusión el seudónimo María Anita de Jesús.
El ministerio pastoral como sacerdote, misionero y obispo manifestó una preocupación constante por los pobres y enfermos. Esta atención humana la ofreció en las frecuentes epidemias que azotaron a la población: el paludismo en Puerto Princesa; la variolosa en Las Piñas y el cólera en Bacoor; dos días se detuvo en Honda (Colombia) para atender a los enfermos de fiebre amarilla. Constante fue su preocupación por los enfermos y moribundos en los Llanos de Casanare y siendo obispo de Pasto visitó prácticamente todas las semanas el Orfanato y el Hospital, y con cierta frecuencia, la cárcel. Este obispo misionero se preocupó de fomentar las procesiones eucarísticas, las romerías, las misiones populares y otros actos de piedad.
Enfermo de cáncer, después de varias operaciones quiso morir a los pies de la Virgen del Camino, en el Convento de Monteagudo (Navarra), dando muestras de fortaleza en medio del sufrimiento. Murió con fama de santidad, no sólo entre la gente sencilla, sino también entre la gente culta. La noticia de su muerte produjo una gran conmoción en la sociedad colombiana.
Liberales y católicos sostenían que había muerto un santo. Exhumados los restos el 20 de octubre de 1915 se halló su cuerpo incorrupto, según testificaron los cuatro médicos que asistieron al acto, y trasladaron los restos mortales a otro sepulcro, en “una tribuna baja, al lado derecho del presbiterio” de la iglesia del Convento de Monteagudo (Navarra). Pronto se iniciaron los procesos diocesanos y apostólicos según el Derecho Canónico antiguo: prueba de heroicidad de las virtudes y aprobación del milagro de Pasto, por el que fue curada de cáncer Carmela Jurado el 11 de febrero de 1947. Finalmente, Pablo VI procedió a la beatificación el 1 de noviembre de 1975 en la Plaza de San Pedro de Roma, y tras la aprobación del otro milagro obrado por su intercesión después de la beatificación (18 de julio de 1986), también de curación de cáncer a una señora de Buensaco, población cercana a Pasto, Juan Pablo II lo canonizó en Santo Domingo (República Dominicana), el 11 de octubre de 1992, en el marco del V Centenario de la Evangelización de América. San Ezequiel Moreno fue presentado ante el mundo como modelo de evangelizador.
Obras de ~: “Misiones de los PP. Recoletos en los Llanos de Casanare (Colombia)”, en La Ciudad de Dios (CD), 25 (1891), págs. 396-398, 474-479 y 555-559; 26 (1891), págs. 233-238 y 315-319; 27 (1892), págs. 237-239; “Cartas [8] dirigidas al P. Santiago Matute”, en “Misiones de los PP. Recoletos en los Llanos de Casanare (Colombia)”, en CD, 25 (1891), págs. 396-398, 474-479 y 555-559; 26 (1891), págs. 233-238 y 315-319; 27 (1892), págs. 237-239; Manual de instrucciones a los indios, Bogotá, s. f.; O con Jesucristo o contra Jesucristo. O catolicismo o liberalismo, Pasto, Imprenta de N. Clemente Ponce, 1897 (2.ª ed., Pasto, Imprenta La Verdad, 1898; 3.ª ed., Lima, Imprenta y Librería de San Pedro, 1898); Exposición del clero secular y regular de la Diócesis de Pasto a su Santidad León XIII (Pasto, 21 de julio de 1898), Pasto, Imprenta de La Verdad, 1898; Una promesa y una oración para aplacar la ira de Dios y alejar de nosotros el azote de la guerra, Pasto, Imprenta La Verdad, 1899; Dolores internos del Sagrado Corazón de Jesús, Pasto, Imprenta La Verdad, 1900 (2.ª ed., Imprenta La Verdad, 1902; trad. it., Roma 1905; otras eds. con el tít. Devoción a los Dolores internos del Sagrado Corazón de Jesús, Pasto, Tipografía Salesiana, 1923; Zapatota, Imprenta San José, 1947; Bogotá, 1955); Instrucciones del Ilmo. Sr. Obispo de Pasto al Clero de su Diócesis sobre la conducta que ha de observar con los liberales en el púlpito y en algunas cuestiones de confesionario, Pasto, Imprenta de La Verdad, 1902 (2.ª ed., Barcelona, Imprenta de Subirana, 1903); Oración fúnebre en las honras fúnebres del Ilmo. Sr. D. Pedro Schumacher, Obispo de Portoviejo, Pasto, Imprenta de La Verdad, 1902; Respuesta a los señores D. Juan Moncayo, D. José María Navarrete y demás firmantes del escrito titulado ‘Desagravio’, Pasto, Imprenta La Verdad, 1904; Cartas Pastorales, Circulares y otros escritos, ed. de T. Minguella, Madrid, Imprenta de la Hija de Gómez Fuentenebro, 1908; Cartas del Siervo de Dios Ilmo. Padre Fray Ezequiel Moreno y Díaz, ed. de T. Minguella, vols. I y II, Madrid, Tipografía de Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1914 y 1917; Día feliz o Visita del Sagrado Corazón de Jesús, Tarazona, Imprenta de Martínez Moreno, 1915; Máximas, sentencias y soliloquios entresacados de las obras del P. Ezequiel Moreno, recop. y ed. de T. Garnica, Monachil, Imprenta Santa Rita, 1919; “Dos cartas inéditas de N. P. Moreno y el exordio de un sermón suyo”, en Boletín de la Provincia de Nuestra Señora de la Candelaria (BPNSC), 29 (1953), págs. 137-140; “Tres cartas autógrafas del Ilmo. P. Ezequiel Moreno”, en BPNSC, 41 (1965), págs. 13-14; “Memoriale presentato da Mons. Moreno a Leone XIII il 19 settembre 1898, con il quale chiede la revisione della sentenza del 27 aprile sulla vertenza con il Vescovo d’Ibarra riguardo al collegio di Tulcán”, en Tirasonen. seu Pastopolitana, Manilensis et Bogoten. Beatificationis et Canonizationis Servi Dei Ezechie lis Moreno y Díaz, Ordinis Eremitarum Recollectorum S. Augustini Episcopi Pastopolitani († 1906). Disquisitio de agendi ratione Servi Dei circa liberalismum in Columbia. Sacra Rituum Congregatio, Romae, Typ. Polyglottis Vaticanis, 1959, págs. 231- 241; “Un sermón inédito del beato Ezequiel Moreno”, en Boletín de la Provincia de San Nicolás de Tolentino (BPSN), 65 (1975), págs. 329-335; “Diez textos del beato Ezequiel Moreno”, en BPSN, 65 (1975), págs. 336-343; “Un informe inédito del beato Ezequiel”, ed. de R. García, en BPSN, 66 (1976), págs. 99-100; “Carta del P. Ezequiel Moreno (Tunja, 12 de diciembre de 1890)”, en BPNSC, 50 (1976), pág. 48; “Testamento del Beato Ezequiel Moreno, Pasto, 6 de octubre de 1905”, ed. de A. Martínez Cuesta, en Acta Ordinis Augustinianorum Recollectorum, 15 (1976), págs. 286-297; Epistolario del beato Ezequiel Moreno, Obispo de Pasto. I: Correspondencia con los Superiores de la Orden de Agustinos Recoletos, ed., introd. y notas de A. Martínez Cuesta, Roma, Institutum Historicum Augustinianorum Recollectorum, 1982; Epistolario del beato Ezequiel Moreno y otros agustinos recoletos con Miguel Antonio Caro y su familia, comp., introd. y notas de C. Valderrama Andrade, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1983; “Antología agustino-recoleta. El beato Ezequiel Moreno y el dolor humano”, en Mayéutica, 13 (1987), págs. 274-298.
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Rafael Lazcano González