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Luis Sánchez de Tagle y de la Rasa

Biografía

Sánchez de Tagle y de la Rasa, Luis. Marqués de Altamira (I). Santillana del Mar (Cantabria), 3.IX.1642 – México, 3.VII.1710. Hombre de empresa del virreinato de Nueva España.

Hijo de Andrés Sánchez de Tagle y Ruiz de Igareta, y de Juliana de la Rasa Barreda, señores de la casa solariega y torre de Tagle en Suances (Cantabria). Su hermano, Andrés, el mayorazgo, quedaría en su villa natal, donde construiría una casona en campo del Revolgo que aún conserva su balconada corrida original en el piso superior sobre un espectacular escudo del linaje, aunque parte de su descendencia pasaría más tarde a Indias. Luis y otro de sus hermanos, Pedro, tras ser aprobada su información de hidalguía y limpieza de sangre para poder pasar a los Reinos de Indias y ser considerados en ellos como hidalgos, se avecindaron en la Ciudad de México y se adscribieron a su Consulado, la corporación gremial más poderosa económica y políticamente en la Nueva España y único canal posible de agremiación y representación de los grandes mercaderes y el resto de los comerciantes de la Nueva España.

Contrajo matrimonio en la Catedral de México (24 de marzo de 1661) con Damiana Dávila y Rojas, hija de Jerónimo Dávila, caballero de Alcántara y de María de Rojas, del que nacería su hija Luisa que le sucedería en el título y que casaría con su primo Pedro Sánchez de Tagle y Pérez de Bustamante, caballero de Calatrava y gentilhombre de Boca de Su Majestad, convirtiéndose en una de las mayores fortunas de Indias y dueña de la inmensa hacienda de Santa Ana de Pacheco.

La actividad comercial de Luis es bien conocida e importante desde 1676, dedicada preferentemente a la adquisición de productos procedentes del mercado exterior, ya fuesen europeos, llegados a Veracruz, u orientales llegados a Acapulco, y su distribución por el interior del virreinato. No tardó sin embargo en convertir sus negocios en un banco que llevaba a cabo las actividades del antiguo mercader de plata, comerciando a gran escala, abasteciendo de numerario por la plata en bruto y de avíos a los centros mineros, especialmente Zacatecas y a comerciantes particulares y fundiendo y labrando este metal reducido a moneda por cuenta del Rey.

En 1686 remitió a España e hizo donación de un soberbio frontal de plata repujada para cubrir con él el altar mayor de la Colegiata románica de Santa Juliana en Santillana del Mar.

Mientras tanto su hermano Pedro se centraba principalmente en la explotación agrícola y ganadera a raíz de la adquisición de las fincas pertenecientes al capitán Alonso de Estrada Altamirano y a Ana de Zurita. Ambas ramas repetirían en la siguiente generación el enlace matrimonial ya que mantener los lazos familiares era parte esencial en la integración de las redes de comercio y para sostener el lustre de la que ya se había convertido en una de las más poderosas familias novohispanas con varios de sus descendientes en altos puestos del mundo empresarial, de la Administración y de la Iglesia.

El ejercicio del comercio no fue en detrimento de la condición de hidalgo de ninguno de los dos hermanos ni de sus descendientes, ya que, como había señalado el virrey marqués de Mancera, “[...] en estas provincias por la mayor parte el caballero es mercader y el mercader caballero”, cruzándose Luis Sánchez de Tagle en la Orden de Alcántara y las sucesivas generaciones en ésta y en la de Calatrava.

Elegido prior del Consulado con el apoyo de los comerciantes montañeses “entre los sujetos mas condecorados de la matricula”, ejerció y dirigió sus diferentes competencias y funciones tanto legislativas, judiciales, administrativas y financieras como militares. En este último campo se autorizaba a esta Institución a organizar cuadrillas e incluso milicias en caso de necesidad. Esta apareció la octava de Corpus Christi de 1692, durante el mandato del virrey Gaspar de la Cerda, cuando tras una severa sequía que provocó escasez y carestía de alimentos se produjo el 8 de junio de 1692 un motín en la capital en el que según Carlos de Sigüenza y Góngora participaron unos diez mil indios que comenzaron por saquear los comercios de los españoles europeos, provocando numerosos incendios y atacando el palacio virreinal.

Luis Sánchez de Tagle, que en prevención de los acontecimientos había sido nombrado “capitán de Infantería de toda la gente del comercio” y la había armado y mantenido a su costa y en nombre del Consulado mexicano, logró impedir la entrada de los amotinados al palacio quienes ya habían roto sus puertas el 8 de junio, y sofocar un terrible incendio que amenazaba con destruir todo el Archivo de la Administración. El citado clérigo Carlos de Sigüenza por su parte y con un grupo de amigos conseguía a su vez salvar de las llamas los códices, pinturas y documentos que se conservaban en el Ayuntamiento. Sofocada la sublevación y puestos bajo custodia de Luis Sánchez de Tagle los principales cabecillas, este se ocupó en que fuera devuelto lo robado y restituido a sus propietarios.

Decidido el virrey a mantener viva una fuerza militar auxiliar, mandó formar un tercio de milicias de comerciantes a cuyo frente puso a su anterior capitán, dotado de patente de maestre de campo (6 de octubre de 1695). Dos años más tarde, el teniente de Caballos Corazas Manuel de Zuaza y Araguren le dedicó su libro de minería Redvciones de plata, editado en la célebre imprenta mexicana de Joseph Guillena Carrascoso.

En el empleo de maestre de campo de los Reales Ejércitos continuó Luis trece años hasta el segundo mandato del virrey-arzobispo Juan Ortega Montañés que para hacer frente a la amenaza anglo-neerlandesa, fortificó Veracruz y Tampico, estimuló la construcción de barcos y organizó plenamente como cuerpo armado el Tercio dotándole de bandera y haciéndose fijos los oficiales hasta su disolución temporal (31 de octubre de 1703).

Como la designación de los mandos de la nueva unidad era atribución del propio Consulado, su sobrino y yerno Pedro Sánchez de Tagle, que le sucedería como maestre de campo y como prior del Tribunal, fue nombrado sargento mayor de la misma. Por su parte el virrey nombraba capitán general del galeón de Manila Nuestra Señora del Rosario, San Francisco Javier y Santa Rosa a otro de sus sobrinos, Domingo Ruiz de Tagle a quien, casado con Ignacia Cruzat y Góngora, hija del gobernador de Filipinas Fausto Cruzat, se le otorgaría en 1708 el marquesado de Sierra Nevada. En premio a estos servicios, tanto personales como familiares, Felipe V hizo merced a Luis Sánchez de Tagle para sí y sus sucesores de título de Castilla con la denominación por él elegida de Altamira y el vizcondado previo de Tagle (23 de diciembre de 1704).

Como escudo de armas escogió el tradicional de su casa en el que campea un caballero armado, alanceando por la boca a una sierpe, y a su lado una dama; en jefe, tres flores de lis, de oro, puestas en faja. Con bordura con el lema: “Tagle que la sierpe mató y con la infanta casó”. En 1710 fue nombrado por el padre Francisco Piquer, fundador del Monte de Piedad, uno de los nueve apoderados de su obra en la Nueva España, juntamente con su yerno Pedro, pero no pudo ejercer esta función por sobrevenirle la muerte en julio de ese año, días después del fallecimiento de su esposa.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Ministerio de Justicia (Madrid), Grandezas y títulos del Reino, marqués de Altamira; Archivo General de Indias (Sevilla), Indiferente, 143, n. 136, familia Sánchez de Tagle; Archivo General de la Nación (México) exp. 8 4259 1784 Genealogía de Andrés Sánchez de Tagle; Archivo Histórico Central, Ramo de Civil, Galería Cuatro, docs. 33, 1 /36, 1/ 36, 8/ 124, 1/ 152, 4/ 152, 5/ 180, 5/ 1318, 6/ 1712, 3/ 1757, 13.

VV. AA., Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México, vol. I, México, Porrúa, 1970 (3.ª ed. corr. y aum.), pág. 77; M.ª C. Velázquez, El Marqués de Altamira y las Provincias Internas de Nueva España, México, El Colegio de México, 1976, pág. 11; M. Zabala Menéndez, Historia Española de los títulos concedidos en Indias, vol. I, Madrid, BiblioLibrería, 1994, págs. 426-427.

 

Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, duque de Tetuán