Carrasco-Muñoz Encina, Jesús. Madrid, 3.I.1869 – 14.I.1957. Arquitecto.
Es el miembro más reconocido de una importante familia de arquitectos madrileños, en la que deben mencionarse los nombres de su padre, Vicente Carrasco-Muñoz Pedrosa, representante del historicismo medievalista, y su hijo, Jesús Carrasco-Muñoz Pérez de Isla, vinculado a las corrientes más vanguardistas del racionalismo español. A lo largo de sus más de sesenta años de fecunda trayectoria desarrolló una actividad muy amplia y polifacética, que comprendía todo tipo de expresiones estilísticas y tipológicas. Es, por ello, un completo muestrario de la evolución general de la arquitectura madrileña durante la primera mitad del siglo xx, un período caracterizado por la lenta desaparición de la arquitectura tradicional y el triunfo definitivo del movimiento moderno. Jesús Carrasco-Muñoz fue testigo, y a veces protagonista, de todas las transformaciones arquitectónicas que se sucedieron en aquellos años: se tituló en la Escuela de Madrid el 13 de agosto de 1894, en un momento de plena crisis del eclecticismo decimonónico; participó activamente en su modernización en las primeras décadas del siglo siguiente; no fue ajeno a las corrientes renovadoras del art décò y el funcionalismo de las décadas de 1920 y 1930; sufrió las carestías económicas e imposiciones estilísticas de la posguerra, y presenció los primeros atisbos de modernidad en los años cincuenta. Y es que, con casi quinientos proyectos firmados y ejecutados, fue uno de los autores más prolíficos de su tiempo.
Durante la carrera entabló una estrecha amistad con su compañero Joaquín Saldaña López —figura destacada del eclecticismo madrileño en su vertiente más cosmopolita—, con quien colaboró en numerosos trabajos presentados a diversos certámenes, entre los que sobresale el malogrado proyecto para la Dirección General de Correos y Telégrafos en la madrileña calle Atocha (1899) que, pese a recibir el Primer Premio en el concurso oficial, no llegó a ejecutarse por un traslado de ubicación a la plaza de Cibeles. El nuevo certamen, convocado en 1904, también contó con la presencia del equipo formado por Carrasco-Muñoz y Saldaña, pero en esta ocasión el triunfo y la realización de las obras recayeron en Antonio Palacios y Joaquín Otamendi, autores del actual Palacio de Comunicaciones de Madrid. No obstante, el proyecto de los primeros mereció una medalla de 2.ª clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1906. Con este premio Carrasco-Muñoz repetía galardón, puesto que en 1904 había obtenido una mención honorífica en la sección de arte decorativo por su maqueta del salón de fiestas del Casino de Madrid. Para entonces ya era un profesional muy consolidado, que había enriquecido su formación colaborando como ayudante en los estudios de algunos influyentes arquitectos del momento, como Enrique María Repullés y Vargas, Ricardo Velázquez Bosco, José Fermín de Astiz y Eugenio Jiménez Corera. Precisamente tras la muerte de este último, en 1910, se hizo cargo de la finalización de dos importantes obras en curso: la iglesia de la Concepción de la calle Goya (1902-1914), donde modernizó el riguroso estilo neogótico proyectado por Corera, y el Asilo de Pacífico (1907-1912), en el que respetó la trazas originales. También fue en esta etapa inicial cuando comenzó su relación con el Ayuntamiento de Madrid, en el cual desempeñó durante varias décadas el cargo de arquitecto municipal.
El repaso a su producción ofrece una interesante visión panorámica de la arquitectura madrileña durante medio siglo. Tras unos años en los que se sucedieron varios trabajos de corte tradicional —viviendas en las calles Alameda (1894-1895), California (1895), Barquillo (1899-1900), Santa Engracia (1900-1901) y Cava Baja (1904-1905) e iglesia parroquial de la Ciudad Lineal (1899-1904)—, inició un período de máxima creatividad —hasta la década de 1920— definido por una vinculación con las corrientes modernizadoras de la arquitectura que pretendían la renovación del eclecticismo, en todas sus variantes, mediante la combinación de elementos estilísticos de procedencia muy diversa, modernismo incluido. Muy destacable, y en su momento poco valorada, es su original reformulación del léxico compositivo y ornamental de los edificios de viviendas, visible en obras tan notables como las realizadas para Ángel Gómez en la calle Fortuny (1912-1914), Soledad Fernández en Francisco de Rojas con vuelta a Luchana (1912-1915), Leopoldo Daza en Príncipe de Vergara (1912-1918) y Eduardo de las Pozas en Fernández de los Ríos (1916-1917).
Mejor conocida es su contribución a la regeneración de la tendencia medievalista, especialmente en algunos edificios religiosos como la pintoresca ermita de los Pastores (1908-1910) en el pueblo toledano de Huerta de Valdecarábanos, el desaparecido colegio de las Damas Catequistas de la calle Francisco de Rojas (1914-1916) o la iglesia y el convento de los Carmelitas en la plaza de España (1923-1928), donde ofreció su particular visión modernizadora del neogótico. el de Jesús de Medinaceli (1917-1929), aunque éste responde a fórmulas neobarrocas más imitativas. Junto a todo ello, su aportación al modernismo madrileño es también muy significativa. No sólo cuando los elementos modernistas se combinan dentro de un eclecticismo muy libre, caso de la demolida casa-taller Labourdette (1901-1903), sino en obras de mayor homogeneidad estilística. Así sucede en la antigua sede del semanario Nuevo Mundo en la calle de Larra (1906-1908) —hoy muy desvirtuada—, en la que sintetizó alusiones a Domènech i Montaner con elementos centroeuropeos, o el edificio de viviendas de la calle Mayor conocido como Botica de la Reina Madre (1912-1914), donde aplicó un modernismo muy singular. Además, una de sus mejores realizaciones, el Hotel Reina Victoria-Almacenes Simeón (1916-1923) en la plaza de Santa Ana, que contiene claras influencias del secesionismo vienés, fue pionero en la introducción del modelo de edificio comercial difundido posteriormente por Antonio Palacios. Por último, también dejó muestras reseñables en la opción nacionalista del eclecticismo, el regionalismo, del que es buena prueba el palacete Taurisano (1927) en la calle de Modesto Lafuente. Al mismo tiempo desarrolló una faceta poco conocida, pero muy reseñable, dentro de su amplia trayectoria: su actividad como urbanista. Tras un ambicioso anteproyecto para la plaza de España (1910) —del que sólo se ejecutaron las alineaciones—, diseñó una reforma del ensanche norte (1925) —tampoco realizada— y llevó a cabo una experiencia urbanística de especial magnitud, la desaparecida Colonia Alfonso XIII en Villaverde (1929-1930), aplicando modernos conceptos técnicos para la construcción de viviendas obreras.
A finales de los años veinte, cuando el eclecticismo y el modernismo agotaron todas sus posibilidades expresivas, Carrasco-Muñoz se sumó a las nuevas tendencias internacionales: primero al original sincretismo del art décò —viviendas en las calles Alfonso XII (1929-1930) y Núñez de Balboa (1930-1931)— y después al impulso racionalista, dentro del que se inscriben algunos trabajos muy peculiares. En este cambio fue esencial la influencia de su hijo, el arquitecto Jesús Carrasco-Muñoz Pérez de Isla, formado en el ambiente rupturista del racionalismo, con el que trabajó en varias obras en los años anteriores y posteriores a la Guerra Civil —edificios de las calles Eloy Gonzalo (1939-1941) e Islas Filipinas (1939-1942)—. Tras la contienda, que paralizó toda actividad constructora, se vio obligado a practicar el sobrio estilo nacional impuesto por el nuevo régimen, aunque casi siempre desde una perspectiva personal, como se refleja en el edificio de viviendas de la calle Cadarso (1948-1950). Finalmente, ya en los años cincuenta y, por tanto, octogenario, Carrasco-Muñoz se acercó a la modernidad en proyectos como el edificio comercial de la calle Postas (1953-1956) o el comedor del convento de Medinaceli (1954). No fue casual, por tanto, que en enero de 1957 la muerte le sorprendiera trabajando ante el tablero de dibujo. Tenía ochenta y ocho años recién cumplidos.
Obras de ~: con J. Saldaña López, Proyecto de monumento a Legazpi, Zumárraga (Guipúzcoa), 1893 (no realizado); Viviendas para Antonio Prados en la calle Alameda, Madrid, 1894-1895; Dos casas adosadas para Francisco Casola en la calle California, Madrid, 1895; Sepultura de Enrique Suénder en el cementerio de San Isidro, Madrid, 1895; con J. Saldaña López, Proyecto de monumento a San Fernando, Sevilla, 1895 (no realizado); con J. Saldaña López, Proyecto de monumento a Guzmán el Bueno, León, 1896 (no realizado); Sepulcro de José María San Romá en el cementerio de San Justo, Madrid, 1896; con J. Saldaña López, Proyecto para la Dirección General de Correos y Telégrafos, Madrid, 1899 (no realizado); con J. M.ª Hernández, Central Eléctrica del Mediodía en la calle Almadén, Madrid, 1899-1900 (hoy Caixa-Fórum); Viviendas para la marquesa de Eguarás en la calle Barquillo, Madrid, 1899-1900; Iglesia parroquial de la Ciudad Lineal, Madrid, 1899-1904; Viviendas para Luisa de la Hoz en la calle Santa Engracia, Madrid, 1900-1901; Casa-taller Labourdette en la calle Miguel Ángel, Madrid, 1901-1903 (demolida); Proyecto para el Casino de Madrid, 1903 (no realizado); con J. Saldaña López, Proyecto para el Palacio de Comunicaciones de Madrid, 1904 (no realizado); Viviendas para Antonio Prados en la Cava Baja, Madrid, 1904-1905; Semanario Nuevo Mundo en la calle Larra, Madrid, 1906-1908 (hoy Instituto de Diseño); Ermita de la Nuestra Señora de los Pastores, Huerta de Valdecarábanos (Toledo), 1908-1910; Anteproyecto para la Plaza de España, Madrid, 1909 (no realizado); Finalización del Asilo de Pacífico (proyecto de E. Jiménez Corera), Madrid, 1910-1912; Finalización de la iglesia de la Concepción en la calle Goya (proyecto de E. Jiménez Corera), Madrid, 1910-1914; Trazado definitivo de la Plaza de España, Madrid, 1911; con J. Saldaña López, Viviendas para Luisa Sáez en la calle Montalbán con Alfonso XI, Madrid, 1912-1914; Dos edificios de viviendas para Ángel Gómez en la calle Fortuny, Madrid, 1912-1914; Viviendas para Roberto Moreno en la calle Mayor (Botica de la Reina Madre), Madrid, 1912-1914; Cuatro edificios de viviendas para Soledad Fernández en las calles Francisco de Rojas y Luchana, Madrid, 1912-1915; Viviendas para Leopoldo Daza en la calle Príncipe de Vergara, Madrid, 1912-1918; Viviendas para Emilio Alarcón en la calle Doctor Fourquet, Madrid, 1913-1915; Colegio de las Damas Catequistas en la calle Francisco de Rojas, Madrid, 1914-1916 (demolido); Viviendas para Eduardo de las Pozas en la calle Fernández de los Ríos, Madrid, 1916-1917; Nuevo convento de Santa María Magdalena en la calle Hortaleza, Madrid, 1916-1917; Hotel-Reina Victoria-Almacenes Simeón en la plaza de Santa Ana, Madrid, 1916-1923; Convento e iglesia de Medinaceli en la plaza de Jesús, Madrid, 1917-1929; Palacete en el Parque Urbanizado, Madrid, 1922-1928; Iglesia y convento de los Carmelitas en la plaza de España, Madrid, 1923-1928; Proyecto de modificación del ensanche norte, Madrid, 1925 (no realizado); Palacete del marqués de Taurisano en la calle Modesto Lafuente, Madrid, 1927; con V. García Cabrera, Viviendas en la Gran Vía, Madrid, 1928-1929; Viviendas para Francisco Oria en la calle Alfonso XII, Madrid, 1928-1930; Colonia Alfonso XIII en Villaverde, Madrid, 1929-1930 (demolida); Viviendas para Gerardo Blanco en la calle Núñez de Balboa, Madrid, 1930-1931; con J. Carrasco-Muñoz Pérez de Isla, Viviendas para Luis Martínez en la calle Eloy Gonzalo, Madrid, 1939-1941, y Tres edificios de viviendas para Pedro Párbole y Francisco de la Cal en la avenida Islas Filipinas, Madrid, 1939-1942; Viviendas para José María Arechavala en la calle Cadarso, Madrid, 1948-1950; Edificio comercial en la calle Postas, Madrid, 1953-1956; Escuelas en el convento de Medinaceli, Madrid, 1954.Escritos: “Concurso del Casino de Madrid. Proyecto del arquitecto Sr. Carrasco”, en La Construcción Moderna, 3 (1904), págs. 59-62, y 4 (1904), págs. 87-93; con E. Cuartero Huerta, Memoria del anteproyecto para la erección de un monumento a Cervantes en la plaza de España en Madrid, Madrid, 1915; “Modificación proyectada para la zona norte del Ensanche”, en Arquitectura, 72 (1925), págs. 86-89.
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Óscar da Rocha Aranda y Susana Belén de Torres Neira