Cabello Lapiedra, Luis María. Madrid, 28.XII.1863 – Guadarrama (Madrid), 15.VIII.1936. Arquitecto.
Figura destacada en la definición de las corrientes nacionalistas y regionalistas que condicionaron buena parte de la arquitectura madrileña —y española en general— durante el primer cuarto del siglo XX. Su vida y obra están caracterizadas por un firme compromiso ideológico con los sectores más conservadores de la sociedad, postura que plasmó en numerosos escritos teóricos y en la mayoría de sus realizaciones.
A lo largo de su trayectoria profesional desarrolló una intensa actividad en diversos ámbitos burocráticos (corporativo, municipal y público), lo que le proporcionó una gran influencia en los más variados ambientes arquitectónicos, donde su familia gozó de cierto prestigio gracias a la labor realizada por su padre, el arquitecto Luis Cabello y Aso, quien durante varias décadas ejerció la docencia en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid. Allí se formó Cabello Lapiedra, titulándose el 10 de agosto de 1887.
Sus primeros años están marcados por una rápida progresión, reflejada tanto en la obtención de varios premios notables como en un sólido afianzamiento dentro del medio corporativo, complementados con una fructífera participación en la prensa arquitectónica, donde expresó su pensamiento crítico.
En 1887, recién titulado y mientras colaboraba con su padre en las obras del palacio del marqués de Cerralbo (1885-1893), diseñó un proyecto de monumento a los Reyes Católicos que mereció una mención honorífica en la Exposición Nacional de Bellas Artes; galardón que repitió seis años después con un proyecto de monumento a Legazpi. También en 1887 accedió al puesto de arquitecto asesor del Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial —para el que realizó un proyecto de iglesia parroquial—, donde permaneció apenas unos meses, hasta ser nombrado en 1888 arquitecto municipal del Ayuntamiento de Valencia.
Residió en la capital levantina dos años, tras los cuales se afincó definitivamente en Madrid. En el período del cambio de siglo llevó a cabo una interesante labor restauradora, que tiene sus mejores manifestaciones en los proyectos de restauración de la catedral de Ciudad Rodrigo (1899-1900) y la iglesia magistral de Alcalá de Henares (1904), por los que obtuvo sendas medallas de tercera clase en las Exposiciones Nacionales de 1904 y 1908, respectivamente. Entre 1890 y 1900 ocupó varios cargos de cierta importancia en el Ayuntamiento de Madrid (arquitecto de la 2.ª sección del Ensanche), la Administración del Estado (auxiliar de Construcciones Civiles del Ministerio del Interior y vocal de la Junta Consultiva del Ministerio de Fomento) y la Sociedad Central de Arquitectos (secretario). Esta faceta profesional culminó en 1904 con su participación como secretario en el VI Congreso Internacional de Arquitectos celebrado en Madrid, que le valió el nombramiento de secretario del Comité permanente de los congresos internacionales y miembro correspondiente de las Sociedades de Arquitectos de Francia, Bélgica y Rusia, y del Instituto Americano de Arquitectos.
Paralelamente llevó a cabo su producción teórica con varias publicaciones y múltiples artículos en las más prestigiosas e influyentes revistas especializadas, medio en el que dio a conocer su concepto tradicionalista de la arquitectura. Fue colaborador habitual de las revistas Resumen de Arquitectura, Anuario de la Asociación de Arquitectos de Cataluña y Arquitectura y Construcción, donde publicó numerosos artículos entre 1896 y 1922, de los que sobresalen las necrologías de varios arquitectos. De sus escritos de esta etapa destacan una reseña histórica de la arquitectura madrileña y, sobre todo, un estudio sobre el pabellón español de la Exposición Universal de París (1900) —obra neoplateresca realizada por José Urioste—, donde Cabello defiende, bajo los efectos de la crisis del 98, la regeneración de la arquitectura patria mediante la renuncia al eclecticismo extranjero (basado en modelos cosmopolitas) y su sustitución por estilos de raigambre española. Esta doctrina alcanzará su triunfo definitivo algunos años después (en torno a 1911), cuando se impone gracias al respaldo de numerosas personalidades y agrupaciones, como el arquitecto Vicente Lampérez o la Sociedad Española de Amigos del Arte. En aquel contexto se fraguó su trabajo de mayor trascendencia, La casa española, subtitulado significativamente Consideraciones acerca de una arquitectura nacional.
Sus realizaciones recogen claramente esta evolución personal, aunque en sus primeras obras también se deja sentir la influencia del higienismo arquitectónico, que entonces había alcanzado una gran difusión a nivel internacional. Así puede apreciarse en varias construcciones de carácter asistencial —hoy convertidas en colegios—, como son el antiguo asilo de huérfanos de la Fundación Caldeiro (1902-1906) en la avenida de los Toreros, y la antigua hospedería del Patrocinio de María (1910-1912) en la calle Gaztambide, ambas erigidas en un sobrio estilo neogótico con detalles neomudéjares; o en su malogrado proyecto de barriada de casas económicas (1906-1913), que planteó en colaboración con José Espelius. De esa misma época es también su edificio más conocido, la Real Academia de Medicina (1910-1913) en la calle Arrieta —construida según un proyecto anterior de 1904—, donde excepcionalmente empleó un lenguaje clasicista de aspecto cosmopolita.
Sus creaciones posteriores son las que responden claramente a la aplicación de los principios nacionalistas, patentes en la iglesia del Cristo de la Salud en la calle Ayala (1914-1918) y el edificio de viviendas para el marqués de Guerra (1919-1920) en la calle Goya, donde se inspiró directamente en el barroco castizo madrileño.
Posteriormente tan sólo se encargó de las obras de restauración del palacio de la Moncloa (1918-1924).
A partir de 1924 su militancia conservadora se trasladó del ámbito arquitectónico al político. Fue entonces cuando abandonó la práctica profesional para participar activamente en el régimen de Primo de Rivera, en el que llegó a ser, con sesenta y un años de edad, gobernador civil de Córdoba. Al concluir la dictadura se jubiló definitivamente, y pudo entregarse a la realización de varios estudios teóricos —algunos de los cuales no llegó a publicar—, en los que siempre se mantuvo fiel a su ideología tradicionalista. Precisamente ésta, y la consecuente vinculación con los sectores más reaccionarios de la sociedad madrileña, fue la causa de su fusilamiento por las milicias republicanas en 1936, a los pocos días del estallido de la Guerra Civil.
Obras de ~: con L. Cabello Aso, Obras del palacio del marqués de Cerralbo, Madrid, 1885-1893 (hoy Museo Cerralbo); proyecto de monumento a los Reyes Católicos, 1887 (no realizado); proyecto de iglesia parroquial en San Lorenzo del Escorial, Madrid, 1888; asilo-hospital en el paseo de Santa Engracia, Madrid, 1892 (demolido); con A. Querol, proyecto de monumento a Legazpi en Manila, 1893; proyecto de casaciudad para Valencia, 1897 (no realizado); restauración de la catedral de Ciudad Rodrigo, Salamanca, 1899-1900; Fundación Caldeiro en la avenida de los Toreros, Madrid, 1902-1906; ampliación del convento-colegio de las Siervas de María en la plaza de Chamberí, Madrid, 1903-1905; restauración de la iglesia magistral de Alcalá de Henares, Madrid, 1904; barriada Reina Victoria en el paseo de Extremadura, 1906-1913; reforma del Real Colegio de Medicina en la calle Atocha, Madrid, 1907; panteón del marqués de Valdeigleias en el cementerio de San Justo, Madrid, 1910; Patronato-Hospedería de jóvenes obreras en la calle Gaztambide, Madrid, 1910-1912 (hoy Colegio Patrocinio); Real Academia de Medicina en la calle Arrieta, Madrid, 1910-1913; iglesia del Santo Cristo de la Salud en la calle Ayala, Madrid, 1914-1918; restauración del palacio de la Moncloa, Madrid, 1918-1924; viviendas para el marqués de Guerra en la calle Goya, Madrid, 1919-1920.
Escritos: “La construcción en Valencia”, en Boletín de la Sociedad Central de Arquitectos, 1889; El arte, los artistas y la Exposición de Bellas Artes de 1897, Madrid, Hijos de M. G. Hernández, 1897; “El arquitecto”, en Resumen de Arquitectura (RdA) (1898), págs. 8-11 y 113-115; “Madrid, su historia y sus arquitectos”, en Anuario de la Asociación de Arquitectos de Cataluña (1899), págs. 221-264; “El marqués de Cubas”, en Arquitectura y Construcción (AC), 46 (1899); “Urioste y el pabellón de España en París”, en AC, 48 (1900), págs. 53 y ss.; “Juan de Madrazo y Kuntz”, en AC, 73 (1900), págs. 65- 68; “Madrid y sus arquitectos en el siglo xix”, en RdA, 1 (1901), págs. 35-44; Habitaciones económicas, Madrid, 1904; “Miguel de Olabarría”, en AC, 142 (1904); Baños-duchas populares de la Villa de Madrid, Madrid, Antonio Marzo, 1905; VI Congrès International des Architectes. Madrid, avril 1904. Compte rendu et notices, Madrid, 1906; con J. Espelius Anduaga, Proyectos de casas económicas para obreros y clases modestas; Madrid, Sociedad Benéfica Española de Casas Higiénicas, 1906; Colonias escolares, Madrid, 1907; “Enrique Fort Guyenet”, en AC, 198 (1909), págs. 4-12 y ss.; “José Urioste Velada”, en Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 10 (1909), págs. 96-100; Higiene de la habitación. Cartilla manual para la instalación de los servicios higiénicos de la casa, Madrid, Imprenta Alemana, 1911; La casa española. Consideraciones acerca de una arquitectura nacional, Madrid, Sociedad Española de Amigos del Arte, 1917; Cisneros y la cultura española, Madrid, Fontana y Marín, 1919; “Excmo. Sr. D. Enrique María Repullés y Vargas”, en AC, anuario (1922), págs. 89-119; La batalla de San Quintín y su influencia en las artes españolas, Madrid, Editorial Voluntad, 1927; González Brabo “El político audaz, pról. de A. Goicoechea”, Madrid, Francisco Beltrán, 1934.
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Óscar da Rocha Aranda