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Pedro Aguado

Biografía

Aguado, Pedro. Madrid, 24.I.1648 – Pamplona, 19.IV.1716. Predicador real en 1686 y obispo de Pamplona en 1713, clérigo regular menor (CRM).

Nace en Madrid, donde es bautizado el 24 de enero de 1648. Era hijo de Pedro Aguado y de Ana Sánchez de Mondragón. Ingresó en la Orden de San Cayetano o de los Clérigos regulares menores.

Alcanzó el grado de maestro y lector de Teología en su Orden, fue visitador y provincial de las dos Castillas y posteriormente ocupó en dos ocasiones el generalato de su Orden. En 1686, siendo predicador de la iglesia de San Felipe Neri, en Madrid, aspira al cargo de predicador real, obteniendo el empleo ese mismo año pero sin gajes. Después de varios años de ejercer la predicación en la capilla real de Palacio, en 1709 consiguió ser nombrado predicador de número, ocupando la vacante dejada a su muerte por el predicador Manuel de León, en lo que contribuyó la intervención del duque de Uceda cerca del Rey, ya que eran muchos los aspirantes a la plaza.

Fue propuesto por el confesor real, padre Robinet, como candidato único, sin terna de la Cámara de Castilla, el 19 de marzo 1710, para obispo de Pamplona, atendiendo a su “notorio mérito [...] talentos, literatura, buenas prendas de virtud, prudencia y calificados méritos [...] en fuerza de continuas experiencias con que V. M. se halla de su particular celo, amor y fidelidad”, con salario de 13.910 ducados de plata. El nombramiento, que tuvo lugar mientras estaba en Roma desempeñando el cargo de general de su Orden, se demoró, sin embargo, varios años a causa de la Guerra de Sucesión y de la ruptura de relaciones entre Madrid y la Santa Sede. Mientras aguardaba la confirmación, regresó a España, estableciéndose en la casa que los clérigos menores tenían en Madrid, donde fue agasajado con una velada literaria en su honor y en la que se representó una Loa a la llegada del ilustrísimo señor don Pedro Aguado. Finalmente, el 22 de mayo de 1713 será confirmado por Clemente XI, siendo consagrado el 2 de julio de ese año en la iglesia del Espíritu Santo por el cardenal Francisco de Giudice, arzobispo de Monreale (Sicilia) e inquisidor general, asistido por Andrés Soto de la Fuente, obispo de Osma, y por Francisco Solís Hervas, obispo de Lérida. Toma posesión del cargo el 12 de julio de ese año a través del provisor y vicario general de la diócesis, Bartolomé García Delgado, en virtud de poder dado en Madrid el 3 de julio de 1713, una vez obtenida la dispensa del cuarto voto para poder aceptar dignidades.

Su pontificado, aunque breve en el tiempo, fue de los más conflictivos. Por un lado, tuvo que enfrentarse al clero de la Provincia de Guipúzcoa que se había opuesto a una resolución de la Junta General de la Provincia de 15 de mayo de 1710 en la que se establecía la observancia del ayuno en la víspera de la fiesta de San Ignacio de Loyola, y que Pedro Aguado intentó hacer observar sin demasiado éxito, pese a la persecución de los eclesiásticos que se le enfrentaron, llegando el conflicto a la nunciatura, la cual, a través del juez Cristóbal de la Cuesta, ordenó al obispo de Pamplona que se inhibiese y que entregase los autos que paraban en su poder, a lo que se negó. Por otro lado, se enfrentó a la Diputación del reino de Navarra con ocasión de cobrar derechos por definición de los testamentos durante su visita pastoral por la diócesis, ya que esta práctica había sido suspendida por un decreto de 1703 de la Congregación del Concilio atendiendo a la pobreza del reino. Su decisión de recurrir a este decretó provocó la intervención de la Diputación y en un escrito dirigido a la Congregación del Concilio denunció además el coste tan elevado que causaban las visitas del prelado por la diócesis, ya que iba acompañado de un séquito de catorce personas, así como las constantes peticiones de donativos voluntarios para urgencias personales y percibir más de la mitad de los honorarios de sus predecesores. Finalmente, se opuso al fiscal del Consejo de Navarra con motivo de las exequias de María Luisa Gabriela de Saboya, ya que utilizó dosel en dicha celebración a pesar de que se le había ordenado que no lo hiciera, argumentando que su uso no implicaba preeminencia alguna respecto al virrey, sino que se ajustaba a la costumbre inmemorial y al pontifical romano.

Partidario declarado de la causa borbónica, lo que le supuso que estuviera oficialmente “señalado” por los austracistas durante la segunda ocupación de Madrid, al poco tiempo de su pontificado solicita al clero de su diócesis, en 21 de septiembre de 1713, un donativo para contribuir al gasto de la guerra contra los catalanes. Acabada la Guerra de Sucesión, Felipe IV requiere de los obispos españoles, por medio de Grimaldi, que le asesoren sobre los medios más convenientes para emprender la reconstrucción nacional, pero la propuesta de fray Pedro Aguado fue de las más irrelevantes, ya que aconsejaba al monarca que consultase la obra de Juan de Santo Tomás, Breve tratado y muy importante para hacer una buena confesión general.

En su testamento, fechado el 26 de abril de 1714, declara que todos los libros que posee eran del convento del Espíritu Santo de Madrid, y lega quinientos reales de a ocho de plata doble a la Orden de San Cayetano. Su cuerpo fue enterrado, como así lo había dispuesto, en la catedral de Pamplona, enfrente del altar de San José.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Gracia y Justicia, leg. 534; Archivo General de Palacio, Expedientes personales, caja 7746/10; Biblioteca Nacional de España, ms. 3920.

J. de Elizondo, Pompa fúnebre a la gloriosa memoria de la reina nuestra señora María Luisa Gabriela de Saboya [...], Pamplona, Imprenta de Antonio Villarroèl y Torres, 1714; J. Goñi Gaztambide, Historia de los obispos de Pamplona, vol. VII, Pamplona, Eunsa, 1989, págs. 95-140; V. Guitarte Izquierdo, Episcopologio español (1700-1867). Españoles obispos en España, América, Filipinas y otros países, Castellón de la Plana, Ayuntamiento, 1992.

 

Juan Carlos Saavedra Zapater