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Pedro de Quintana

Biografía

Quintana, Pedro de. Tarazona (Zaragoza), m. s. xv – ?, p. t. s. xvi. Secretario y consejero real de Fernando el Católico y Carlos V.

Pedro de Quintana fue uno de los secretarios más destacados de las postrimerías del reinado de los Reyes Católicos y particularmente del rey Fernando.

Si bien se conserva documentación en la que actúa como secretario de la Reina —figura como “secretario de nuestra señora” ya a finales de la década de 1490—, Quintana era un hombre del rey Fernando y circunscrito a los asuntos de Aragón. Aunque algún autor estima que Quintana entró en el servicio de Fernando a la altura de 1508 como calefactor, está comprobado que su colaboración es anterior, si bien comenzó a destacar probablemente en esa fecha. Su vida personal es prácticamente desconocida, pero su trayectoria profesional permite llegar a ciertas conclusiones sobre su peso específico en la administración y el gobierno en la línea de secretarios aragoneses de influencia acusadísima que se había iniciado con el trasplante a la Corte de parte de la Cancillería aragonesa producida en 1482 con Juan de Coloma.

Es a la muerte del gran secretario Miguel Pérez de Almazán cuando se produce el primer golpe de suerte de Pedro de Quintana al entrar a sustituirle en la primera Secretaría y en los temas relativos a las cuestiones aragonesas. De hecho, el nuevo secretario aparece como el protegido de Almazán, de quien también era paisano —el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo le hace oriundo de Tarazona—. En el caso de Quintana, además, se discute su posible origen converso.

Así, Pedro habría representado el ascenso de varios secretarios desde las juderías de las que eran originarios —se pone en boca del cardenal Cisneros la frase: “Si yo no atajase la marranería de que aquí está, ya estuviera hecha sinagoga”—, lo que permite hablar de un grupo de influyentes funcionarios que no tardarían en suscitar odios en momentos políticos delicados. Desde su posición, Quintana ayudó a su sobrino, el también secretario Lope de Conchillos, presentado en algunas fuentes como un intrigante a favor de Fernando a la muerte de Isabel, al precio de apresamiento y tortura física recompensada a la vuelta al poder del Rey Católico tanto en el caso del tío como del sobrino.

Se desconoce la trayectoria de Pedro de Quintana durante el reinado de Felipe I, pero no es difícil imaginar la complicada situación de un hombre al que algún autor ha tachado de “sumo cacique fernandino”.

Consecuentemente, sus momentos de gloria llegaron con la vuelta de Fernando en 1507 haciéndose cargo del gobierno por la incapacidad de su hija Juana, viuda del Habsburgo. Si bien en política interna Quintana aparece refrendando la escritura de anexión del Reino de Navarra a Castilla, uno de los documentos más importantes de la Regencia del rey Fernando, es en su actuación exterior en donde destacó de manera sobresaliente.

Una de las primeras misiones del secretario remite a las relaciones con Francia, como lo ejemplifica el recibo que presentó Mercurio de Gattinara, embajador del emperador Maximiliano, a Pedro de Quintana de habérsele entregado, en nombre del Rey Católico, el instrumento de los actos y juramento de prelados, Grandes, ciudades, villas, capitanes y alcaides del Reino, realizados en las Cortes Generales que se celebraron en Madrid el 6 de octubre de 1510 en virtud de la capitulación que tuvieron lugar entre ambas majestades en Blois. Según se comprueba en la documentación, el secretario estuvo relacionado con las cuestiones de la política internacional comisionado directamente por el Rey al actuar como embajador extraordinario a través de las credenciales del Monarca para lograr la tregua y paz con Francia durante los años 1513-1514. En esa línea suscribe la convocatoria de 26 de abril de 1515 a fin de tratar en Cortes una nueva tregua con el Rey de Francia. Pero las instrucciones del rey Fernando a su secretario se extendían a otras misiones según reza una minuta sin fechar —“sobre lo que le dirá al emperador respecto al casamiento del infante don Fernando con la hija segunda del rey de Francia, madama Raniera, dándole en dote el estado de Milán…”— conservada en Patronato Real.

Cuando murió Fernando el Católico —el 23 de enero de 1516—, Quintana sufrió la persecución del partido felipista y seguramente fue desplazado de los primeros puestos de la administración. Obligado a trasladarse a Flandes por la represalia sufrida, acudió a la Corte de Flandes donde fue recibido con todos los honores. Desde allí refrendó cédulas en 1516 manteniéndose al servicio de Carlos V hasta el 20 de marzo de 1517, fecha en la que recibió permiso para regresar a España y visitar a su familia, al tiempo que se le restituía en su puesto de secretario real de Aragón y el 26 de agosto de ese año era confirmado en su cargo de secretario de Estado de Nápoles, ordenando el Emperador a Cisneros que se le abonara lo correspondiente a su sueldo. Finalmente, regresó a España. en donde entendió por breve tiempo en la correspondencia y asuntos internacionales.

Aun cuando Carlos V le mantuvo brevemente actuando en su administración, la nueva concepción de Estado representada por el Emperador explica, a decir de los especialistas, la elección de un nuevo tipo de secretario más acorde con los tiempos y con funciones muy delimitadas y no tan indiscriminadas institucionalmente como las que representaba Quintana, Coloma o el propio Almazán. Así, nacía la Secretaría del Consejo de Estado de la Edad Moderna, en donde Pedro de Quintana no encontró acomodo, siendo sustituido por el doctor Mota, un gran conocedor de idiomas y traductor. Sus últimas actuaciones remiten a un jefe de los secretarios aragoneses de un tiempo que, una vez desaparecido Fernando el Católico, había dejado de existir.

 

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Dolores Carmen Morales Muñiz

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