Rodríguez de Torices, Alonso de. Benavente (Zamora), c. 1635 – Málaga, c. 1684. Maestro de capilla y compositor.
Habitualmente citado como Alonso de Torices, no debe confundirse con el músico Benito Bello de Torices, también natural de Benavente, más joven y casado.
Por otra parte, quizás Alonso tuviera algún parentesco con el también músico, maestro de capilla y licenciado Antonio Rodríguez de la Vega Torizes, que fue racionero de la Catedral de Orense y ocupó el magisterio de la Colegial de San Salvador de Sevilla, al menos desde 1690 hasta 1692, como consta por las letras de villancicos que entonces imprimió.
Ingresó como niño de coro en la Catedral de Zamora el 27 de enero de 1652, cuando, siendo “criado del racionero Medrano”, fue recibido como colegial en el Seminario del chantre Del Val. Como tal colegial permaneció en Zamora hasta el 29 de julio de 1654, cuando fue nombrado para ocupar el magisterio de la Catedral de El Burgo de Osma (Soria), sucediendo al maestro alavés Juan García de Salazar.
El Cabildo de esta sede había recibido de la Catedral de Zamora una carta de recomendación en que se señalaba que el maestro Torices iba a acudir a la oposición de El Burgo de Osma, tras lo cual el Cabildo lo llamó “para el efecto de ser oído”. En el informe de su admisión como racionero maestro de capilla sus examinadores se muestran “satisfechos así de ello [su suficiencia] como de la necesidad y falta tan grande que hay de maestro tan diestro y las demás razones...
y otras buenas partes y maestría de dicho maestro de capilla y lo que promete para adelante por su poca edad”. Tomó posesión del cargo el 14 de noviembre de 1654. El 11 de agosto de 1655 recibió una reprensión del Cabildo por “la desorden y desigualdad con que el maestro de capilla se gobierna y poca atención al ministerio y autoridad que debe tener como racionero y maestro de capilla de esta santa iglesia”. Fue ordenado presbítero el 21 de diciembre de 1658. Desempeñó este magisterio hasta marzo de 1663, lo que se aprecia por el cobro de sus tres últimos meses en esa ciudad. Su actividad fue la habitual en el cargo para cualquier maestro de capilla en la España de la época.
Más tarde, y por oposición, fue elegido maestro de capilla en la Catedral de Sigüenza (Guadalajara). No debió de gustarle el cambio, pues desde ahí escribió el 6 de abril de 1663 al Cabildo de El Burgo de Osma diciendo que estaba dispuesto a volver a su antiguo magisterio, del que aún no se había despedido oficialmente.
Entre tanto, el maestro de las Descalzas de Madrid, Tomás Micieces, había escrito una carta al Cabildo de El Burgo recomendando a un discípulo suyo (probablemente Alonso Xuárez) para cubrir la plaza que dejaba Torices, pero el Cabildo, viendo que Torices quería volver, le respondió que no prometía nada hasta la marcha definitiva de su maestro a Sigüenza. El 7 de mayo de 1663 se celebraron oposiciones al magisterio burgués, a las que se presentaron un aspirante de Madrid (posiblemente se trate del ya mencionado Alonso Xuárez), otro de Sigüenza (el propio Torices) y otro de Toro (Juan García de Salazar). El resultado fue adverso a Torices, sucediéndole en El Burgo de Osma Juan García de Salazar, como ya se ha visto.
El 7 de agosto de 1663 el Cabildo de la Catedral de Zamora acordó escribir a Alonso de Torices, que por entonces seguía desempeñando el magisterio en la Catedral de Sigüenza, ofreciéndole el magisterio y confirmándole “cómo se ha hecho elección de su persona para el magisterio de esta santa iglesia, con el salario que tenía Pedro Manrique”. Torices aceptó, y el 26 de octubre del mismo año tomó posesión de la ración “que está vacante por Juan de Padilla”. El 3 de noviembre de 1663 se recoge en el Libro de pagos de la Catedral de Zamora su primer cobro en su calidad de maestro de capilla, y en el mismo libro el pago “de su salario de maestro de capilla de un año, que cumplió fin de octubre de 1664”. En enero de 1664 acordó el Cabildo darle 100 reales “por la fiesta y farsilla que ha hecho para la Navidad pasada”, además de los 150 que se solían dar a los maestros para el papel de los villancicos.
Al año siguiente le dieron 200, también por una farsilla, aunque el Cabildo acordó advertirle “que la fábrica está muy empeñada” y que por cuatro años “no haya fiesta a costa de ella”.
En las actas quedan diversos testimonios del aprecio que el Cabildo hacía de su buen servicio. Así por ejemplo, en 1666 Torices pidió, y obtuvo licencia para trasladarse a Málaga con el fin de opositar al magisterio de aquella Catedral, y en noviembre de aquel mismo año “entró el señor Alonso de Torices, racionero maestro de capilla, y dijo que para cumplir con lo mucho que debe al señor obispo de Málaga, por cuya orden se le ha hecho maestro de aquella santa iglesia, va a hacer la fiesta de Navidad, y representaba a Su Ilustrísima el haber de volver precisamente; y en vista de lo referido acordaron se le aguardara hasta Pascua de Resurrección, y no viniendo se elegirá maestro para ese día”.
Llama la atención que un año después de su salida, en septiembre de 1667, el Cabildo de Zamora todavía no tenía conocimiento oficial de la marcha de su maestro de capilla. Por tal razón, ordenó escribir al Cabildo de Málaga para comprobar si Torices había tomado allí posesión del magisterio y se le dio por plazo de regreso el final de septiembre. Un mes más tarde, el Cabildo de Zamora nombró una comisión para buscar un sustituto a Torices. En noviembre de 1667 se recibió en Zamora carta de Torices, dispuesto a venir a su antiguo puesto de maestro de capilla si se le otorgaban “20.000 maravedises y 4 cargas de trigo”, mas no debió de haber acuerdo, pues el Cabildo de Zamora trató de contratar a un nuevo maestro en febrero de año siguiente.
Torices fue elegido maestro de la Catedral de Málaga, probablemente por oposición, el 9 de septiembre de 1666. Dos días más tarde se leyó en Cabildo la consulta al Rey proponiendo para el cargo “al licenciado Torices, maestro que ha sido de las iglesias de Osma y Sigüenza, al presente de la de Zamora y llamado a la de Cartagena”. El grado académico que se menciona implica una buena formación humanística.
Su fama se acrecentaba con el tiempo, como muestra el hecho de ser llamado asimismo para maestro desde la Catedral de Cartagena (Murcia).
Ese mismo día Torices solicitó al Cabildo malacitano, a cuenta de su prebenda, “2000 reales o lo que el Cabildo gustare por hallarse alcanzado con su largo viaje que ha hecho de 140 leguas”. En junio de 1667 pidió ayuda al Cabildo de Málaga “por hallarse enfermo y alcanzado en sus ingresos, en consideración también de estar sirviendo el magisterio de capilla”; se le concedieron 300 reales cada mes. Aunque había sido elegido en Málaga el 9 de septiembre de 1666, Torices no tomó posesión de su magisterio hasta casi un año después, lo que indica la tardanza en comunicarse con su antiguo Cabildo de Zamora.
En junio de 1667, vistas en Málaga las pruebas de su admisión para maestro de capilla, tomó por fin posesión de su plaza. Sucedía al recién fallecido Francisco Ruiz Samaniego, quien había sido a su vez maestro de Juan García de Salazar.
Los años siguientes a su toma de posesión en Málaga reflejan las actividades propias de su ministerio, obligaciones que cumplió con fidelidad y exactitud según testifican las actas capitulares de la Catedral andaluza.
Emprendió una reorganización de la capilla, y para ello viajó a Baeza (Jaén), Úbeda (Jaén), Cabra (Córdoba) y otros pueblos para traer niños de coro y ministriles con todos los gastos pagados, lo que revela la confianza que en él se tenía en Málaga. En diciembre de 1671 dejó de asistir a los maitines de la octava de la Concepción, imponiéndosele por ello una multa de dos ducados, pero enterado el Cabildo de que había estado ocupado en el estudio de villancicos para diferentes fiestas, le remitió la paga, lo que indica el celo con el que trabajaba en la composición.
Durante su magisterio musical en Málaga hizo dos escapadas: en 1671 al Pilar de Zaragoza y en 1680 a la Catedral de Salamanca, donde ni siquiera llegó a presentarse para ejercer en la plaza que había ganado. En Zaragoza sí que llegó a ejercer como maestro, y de su estancia allí aporta la siguiente información el musicógrafo Antonio Lozano: según actas del Pilar, fue llamado a Zaragoza cuando se encontraba en Málaga, y nombrado maestro del Pilar el 17 de marzo de 1671, “habiendo precedido informaciones de los maestros conocidos en las capillas de más crédito”.
Torices se ausentó pronto del Pilar, ya que Juan Pérez Roldán se hizo cargo de la capilla en diciembre del mismo año de 1671. Quizá Torices nunca llegara a ocupar su plaza en Zaragoza, pues en dicha ciudad no aparece su nombre en la documentación sino sólo en las composiciones, y, como se ha dicho, en diciembre de aquel año ya había nuevo maestro en el Pilar.
De vuelta en Málaga, el 25 de octubre de 1672 escribió una carta al maestro Miguel Gómez Camargo, testimonio del entonces habitual intercambio de composiciones musicales y textos entre maestros de capilla. En dicha carta Torices anuncia el envío por correo de un villancico de su composición solicitado por Camargo y, a su vez, le pide “alguna letra de la Concepción o Navidad”.
Alonso de Torices debió disfrutar de gran fama en vida, pues fue llamado a Madrid para desempeñar el magisterio de capilla de las Descalzas. El Cabildo de Málaga, enterado del ofrecimiento de aquella capilla y de que le habían enviado letra de 300 ducados para el viaje, temeroso de perder a su maestro, consultó el caso con el obispo. El criterio de éste fue que “atendiendo a las prendas que acompañan a dicho maestro y a la falta que hará en esta iglesia por ser tan eminente en su facultad [...], era de parecer se le diese algún aumento de salario sobre la prebenda para que con este pretexto pueda excusarse de este viaje y la iglesia no pierda tan gran maestro”. El 11 de marzo de 1681 el Cabildo acordó darle un aumento económico sustancioso. Ante esta generosa oferta Torices debió de renunciar a su marcha, pues en las actas de los meses siguientes se cita su nombre con frecuencia en informes sobre músicos, tiples, sochantres, contraltos y otras actividades, prueba fehaciente de su permanencia en Málaga. Sin embargo, esto se contradice con otro hecho no aclarado: en la Biblioteca Nacional de Madrid se conservan unos textos de los Villancicos que se han de cantar en la Real Capilla de las Descalzas la noche de Navidad este año de 1680 puestos en música por el licenciado don Alonso Torizes, maestro de capilla, que fueron impresos en Madrid el citado año por la oficina de Matheo de Espinosa y Arteaga, todo lo cual parece indicar que llegó a ocupar el magisterio de las Descalzas.
En enero de 1683 Torices refirió al Cabildo de Málaga “que por sus muchos achaques le ha dicho el médico mude de aguas y aires y que se quería ir a un lugar del obispado hasta el primer día de Cuaresma”, concediéndosele licencia para ello. Las actas capitulares ya no mencionan más su nombre, aunque siguen hablando del maestro de capilla hasta mediados de ese año. Se cree que debió de morir en torno a 1684.
De su época de magisterio en Málaga datan varias letras de villancicos que compuso para la Navidad, conservadas en la Biblioteca Nacional de Madrid, y que fueron editadas en las prensas malagueñas de Mateo López Hidalgo en 1667, 1671, 1676 y 1683.
Como compositor, Alonso de Torices ha sido definido por Miguel Querol “entre los principales compositores españoles del siglo XVII que han escrito obras policorales sobre textos litúrgicos y villancicos relgiosos” en Zaragoza. Por su parte, Luis Antonio González Marín localizó en la Biblioteca Pública de Évora (Portugal) un villancico al Santísimo, Ah del sol, a cuatro voces, atribuido a Alonso Torices, y que muestra grandes similitudes con otra composición de Juan Pérez Roldán.
En cuanto a su repertorio, las producciones de Bello de Torices y de Alonso de Torices se confunden en algunas ocasiones, siendo difícil diferenciarlas a falta de un estudio en profundidad sobre el tema, pues en ocasiones van firmadas sólo por “Torices”, sin que se sepa a ciencia cierta a cuál de los dos se refieren.
En otro orden de cosas, el artículo “Torices, José Alonso” del Diccionario Labor incluye entre las obras de este autor las conservadas en la Bayerische Staatsbibliothek de Múnich (Alemania), en copia de 1697, obras que se han constatado claramente como de Benito Bello de Torices. Por otra parte, varias de las obras conservadas en la Biblioteca de Cataluya de Barcelona, atribuidas a Bello, sólo citan como autor a “Torices”, por lo que, conservándose en dicha biblioteca un villancico de oposición de Alonso de Torices, podrían rectificarse probablemente como de Alonso.
Sus obras se extendieron por España e Hispanoamérica, donde hay constancia de la conservación de al menos dos de ellas en las Catedrales de Guatemala y de Santafé de Bogotá, en la última de las cuales el villancico negro Toca la flauta se cantaba, según R.
Stevenson, después de la Lección VIII, Pastores loquebantur, del Tercer Nocturno de Navidad. Escrito en proporcioncilla y cantado por esclavos guineanos, abundan en él las onomatopeyas destinadas a provocar la hilaridad del auditorio.
Obras de ~: Obra vocal religiosa en latín: Misas: Catedral de Valladolid: Misa y Misa de Requiem. Salmos: Biblioteca de Catalunya: Dixit Dominus; Basílica de Aránzazu: Dixit Dominus.
Himnos: Biblioteca de Catalunya: Jesu redemptor omnium.
Secuencias: Monasterio de Montserrat: Stabat Mater.
Obra vocal religiosa en español: Biblioteca de Catalunya: 5 Villancicos y Gozos; Catedral de Segovia: 5 Villancicos; Biblioteca Pública de Evora: 1 Villancico; Catedral de Zaragoza: 5 Villancicos; Catedral de Las Palmas: 1 Villancico; Catedral de Málaga: 2 Villancicos; Catedral de Valladolid: 3 Villancicos; Basílica de Aránzazu: 1 Villancico.
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Paulino Capdepón Verdú