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José María Lacoizqueta Santesteban

Biografía

Lacoizqueta Santesteban, José María de. Narbarte (Navarra), 2.II.1831 – Elbetea (Navarra), 25.XII.1889. Botánico.

Nació en la casa Lacoizqueta, uno de los solares más antiguos de la cuenca navarra del Bidasoa. Sus antepasados habían detentado altos cargos civiles y eclesiales de los virreinatos de América. Como primogénito, estudió en el instituto de Pamplona, con la intención de hacer luego carrera letrada o militar.

El interés científico surgió en Pamplona, donde existía un ambiente de emulación del botánico Pedro Javier Echeandía, el reputado amigo de Linneo, cuyo manuscrito perdido Flora Cesaraugustana había sido recuperado en Sangüesa por su antiguo alumno Pedro Gorría. Compañeros de curso de Lacoizqueta fueron Natalio Cayuela, luego catedrático de Historia Natural, y Juan Ruiz Casaviella, futuro farmacéutico y botánico.

Lacoizqueta hizo la carrera de Teología, se ordenó de prima en 1852, presbítero en 1854, y sacerdote en 1855. Su primer destino, con carácter de urgencia, fue Elgorriaga, donde habían muerto de cólera el vicario y el coadjutor. En 1857, obtuvo la rectoría de Narbarte, su pueblo natal, de donde ya no salió, salvo para herborizar en la comarca. No era usual que los sacerdotes fueran destinados a su propio pueblo y Lacoizqueta contó para ello con la recomendación de su tío, el obispo Zarandía. Desde su llegada a Narbarte, resolvió dedicar “todos los ratos de ocio al estudio e investigación de los objetos naturales, y en particular a la botánica, ciencia que con preferencia ha sido objeto de mis estudios recreativos, a la vez que de ascéticas y encantadoras meditaciones”.

En Narbarte existía la tradición del cura ilustrado, y José Manuel Aguirre, el antecesor de Lacoizqueta en la parroquia, dirigió la desecación de los pantanos entonces existentes en la margen derecha del Bidasoa, y promovió su conversión en tierra de cultivo.

No obstante, la conducta de Lacoizqueta, como herborizador y recolector de plantas y piedras, fue mal comprendida por sus feligreses, que en general lo consideraban chiflado.

Lacoizqueta estudió Botánica, Geología, Edafología, Química e idiomas por su cuenta, y señaló la situación de varios yacimientos mineros y marmóreos que hoy continúan siendo explotados. También pronosticó la desaparición del cultivo del trigo y el lino en la cuenca del Bidasoa, con más de cien años de antelación.

A partir de 1870, Lacoizqueta estaba considerado, en los círculos de botánicos especializados y naturalistas de España, Francia y Alemania, como uno de los más destacados expertos en la clasificación de criptógamas, especialmente briofitos, y el principal contribuyente al conocimiento científico de la flora cantábrica. En aquel momento, la metodología estaba por establecer y Lacoizqueta fue pionero en el uso de reactivos químicos y el microscopio.

Identificó así numerosos musgos que no habían sido observados en los Pirineos. Mantuvo correspondencia e intercambios con los briólogos Adelbert Geheeb, farmacéutico de Geisa (Alemania), Ambroise Viaud-Grand-Marais, naturalista y catedrático de Patología Interna en Nantes (Francia), François Crepin, director del Jardín Botánico Nacional de Bélgica, Federico Trèmols, catedrático de Farmacia en Barcelona, y Miguel Colmeiro, director del Real Jardín Botánico de Madrid. Aunque la casi totalidad de su correspondencia se ha perdido, entre las notas y carpetas del herbario de Lacoizqueta han aparecido los nombres de casi un centenar de botánicos.

Fue miembro de la Sociedad Botánica de Barcelona (1872), de la Francesa de Botánica (1877), correspondiente de la Linneana de Madrid (1879) y de la Española de Historia Natural (1880).

Entre los años 1882 y 1883, escribió el Catálogo de las plantas que espontáneamente crecen en el Valle de Vertizarana, que se publicó en dos entregas en los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural.

En 1885, apareció en Madrid una edición de la misma obra en octavo, y en 1886, una tercera en Pamplona. El trabajo destaca como uno de los primeros y más solventes tratados científicos de flora briofítica y micología publicados en su siglo.

Su Diccionario de los nombres euskaros de las plantas en correspondencia con los vulgares castellanos y franceses, y científicos latinos, publicado en Pamplona en 1888, constituye una obra singular, por su índole amalgamada de investigación lingüística, etnográfica, botánica y filosófica. Por primera vez, un conocedor de la lengua vasca señalaba como falsas e inventadas gran parte de las etimologías de Larramendi, que los vascófilos aceptaban como dogma.

El herbario de Lacoizqueta, Herbarium Vertizaranense, custodiado desde 2003 en el Museo de Ciencias Naturales de Vitoria, con dos millares de ejemplares, es uno de los más importantes e ilustrativos del siglo xix en España.

A finales de 1887, Lacoizqueta sufrió un ataque de índole hemipléjica y se retiró al palacio Jarola de Elbetea, en Baztán, donde pasó sus últimos días. En marzo de 1889 la condesa viuda del Asalto le hizo donación del palacio Echandía de Narbarte, edificado en el siglo xviii por Ambrosio de Lacoizqueta, bisabuelo del botánico.

Murió el día de Navidad de 1889 y fue enterrado en Narbarte. Su biblioteca y correspondencia se perdieron casi en su totalidad.

 

Obras de ~: Diccionario de los nombres euskaros de las plantas en correspondencia con los vulgares castellanos y franceses, y científicos latinos, Pamplona, Imprenta Provincial, 1888; “Catálogo de las plantas que espontáneamente crecen en el Valle de Vertizarana” y “Conclusión”, en Anales de la Sociedad Española de Historia Natural (Madrid), 13 y 14 (1984-1985), págs. 131- 225 y págs. 185-238, respect.

 

Bibl.: J. Vinson, Essai d’une Bibliographie de la langue basque, Paris, Maisonneuve, 1891; F. Irigaray, “Noticia Biográfica del ilustre Botánico Sr. Lacoizqueta. Zaragoza”, en Boletín de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales (1906); V. Pérez de Villarreal, “Don José María de Lacoizqueta. El Botánico (1831-1889)”, en Cuadernos de Etonología y Etnografía de Navarra, año 14, n.º 39 (1982), págs. 329-361; E. Gil Bera, Introducción, índice alfabético y apéndices a la edición facsímil del Diccionario de los nombres euskaros de las plantas, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1994.

 

Eduardo Gil Bera