Hernández Domingo, Blas. Paradinas (Segovia), 1810 – Logroño (La Rioja), 1900. Organista y maestro de capilla.
A los quince años era 2.º organista de la catedral de Segovia. En 1827 participó en unas duras oposiciones para el órgano de la catedral de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), en las que también participó Nicolás Ledesma. Salió bien parado en las oposiciones, aunque no en los primeros puestos. En 1830, al marcharse el organista de Autol (La Rioja), Nicolás Ledesma, a ocupar la misma plaza en Bilbao (Vizcaya), Blas Hernández se presentó a las oposiciones y resultó elegido. Fueron nada menos que diecisiete los opositores a dicha plaza, siendo el examinador José Ángel Martinchique, maestro de capilla de la catedral de Calahorra (La Rioja). A comienzos de 1833 pasó a ser organista de la catedral de Santo Domingo de La Calzada, con la considerable renta de 400 ducados, y tras un largo período en que el Cabildo había rechazado a varios opositores por considerarlos insuficientes. En diciembre de ese mismo año, debido a la prematura muerte del maestro de capilla Vicente Blanco, el Cabildo decidió unir las dos plazas de organista y maestro de capilla en Blas Hernández. En 1837 anunció al Cabildo haber dado a prensa una obra elemental de música para la instrucción metódica y elemental de los infantes de coro. En noviembre de 1842 informó al Cabildo de una difícil decisión. Tras la desamortización, el pago de los sueldos de los músicos ya no dependía del Cabildo sino del Gobierno. Según el propio Hernández, el sueldo era “precario e inseguro” desde entonces, y teniendo la “obligación tan sagrada de sostener a su familia, se ve en la dura precisión de pasar a Logroño accidentalmente a dar lecciones de piano”. Deja como suplente a su discípulo León Aedo, prometiendo asistir a las festividades más importantes, “viniendo dos o tres días antes para disponer los papeles y arreglar el órgano”. En 1843 aparecieron los edictos anunciando la plaza vacante de maestro de capilla y organista de la colegiata de La Redonda en Logroño (La Rioja), por muerte de Pedro Ignacio Pérez (aunque éste había fallecido en 1838).
Se eligió como examinador a Blas Hernández, residente entonces en Logroño. Sin embargo, según una carta del mismo Hernández, un incidente imprevisto “por el cual debía vindicarse zaherido en su profesión por uno de los opositores”, le llevó a que solicitase él mismo hacer la oposición. Se llamó entonces a otro juez, José Enguera, presbítero prebendado organista de la santa iglesia catedral de Calahorra, quien juzgó a Blas Hernández como el más apto en tañido y composición, por lo que el Cabildo le eligió como organista y maestro de capilla.
El concordato de 1851 del Gobierno con la Iglesia exigía que el sochantre y el maestro de capilla fueran sacerdotes beneficiados. Blas Hernández estaba casado, pero había obtenido la plaza por oposición antes del concordato, con lo que tenía derecho a ocupar la plaza hasta su muerte o jubilación. Sin embargo, en 1866 se emitió una real orden para que las dos primeras vacantes de beneficios de La Redonda se ocupasen, previa oposición, por sochantre y organista.
Pronto se tuvo un beneficiado sochantre. Pero no fue hasta 1875 que el Cabildo se decidió mandar edictos para beneficiado organista. En 1876 se eligió a Cipriano Bermejo y Navajas, examinado por el mismo Blas Hernández y el sochantre Atanasio Lacalle, aunque sin ejercer el cargo mientras lo desempeñase Blas Hernández. En 1879 Cipriano Bermejo obtuvo la plaza de organista en Calahorra, eligiéndose a Francisco Pérez de Viñaspre, que ocuparía el cargo hasta 1884. Entonces se nombró como organista al antiguo sochantre, Atanasio Lacalle, quien sería el sucesor de Hernández en 1900, aunque con la queja de ser demasiado viejo para ejercer.
En 1895, a los ochenta y cinco años de edad, Blas Hernández pidió licencia para vivir con su hija en Barcelona todo el invierno, y pidió también que se le dispensase de su servicio, dejándole en situación de jubilado. El Cabildo le concedió la estancia en Barcelona, aunque sólo por dos meses, y lamentaba no poder concederle la jubilación, prometiéndole que, cuando volviera, se le dispensaría todo género de consideraciones.
En 1896 su hijo, Donato Hernández, pidió la jubilación para su padre, y el Cabildo dijo sentir no concedérsela. Las últimas noticias de Blas Hernández en el archivo datan de 1899. Todavía en calidad de organista, informó al Cabildo de que era indispensable la reparación del órgano y, poco después, pidió un mes de licencia para visitar a su hermano en la provincia de Segovia, pidiendo algo por “los años que estuvo en Barcelona” para el viaje que estaba proyectando. El Cabildo le dio permiso para el viaje, pero sintió no poder darle dinero.
El 10 de marzo de 1900 las actas capitulares informan que “muere Blas Hernández a los 89 años y 56 en el desempeño de su cargo”, el Cabildo siente la pérdida y deja testimonio “de la buena memoria y especiales servicios de tan insigne maestro en su profesión”.
Y en 1901 Donato Hernández entregó al Cabildo un “variado conjunto de bien compuesta música religiosa” de su padre.
En la catedral de Santo Domingo de la Calzada se conservan sesenta y cuatro obras, en el archivo diocesano de Logroño se conservan ciento una obras, en el archivo parroquial de Haro (La Rioja) se conserva una misa y un cuadernillo de obras de órgano.
Obras de ~: Manual armónico o método [...] de composición, Logroño, 1837.
Bibl.: J. López-Calo, La música en la catedral de Santo Domingo de La Calzada, Logroño, Gobierno de La Rioja, 1988; M. Sáez de Ocáriz y Ruiz de Azúa, La música en los archivos de la catedral de Santo Domingo de La Calzada, siglos xvi al xix, Logroño, Fundación Fermín Gurbindo, 2001; Á. Fernández Alonso, “Hernández Domingo, Blas”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la música española e hispanoamericana, vol. V, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 2000, pág. 248.
Raúl Angulo Díaz
