Guevara, Diego de. Madrid, 1567 – 1633. Agustino (OSA), predicador y escritor espiritual.
Hijo de Juan Bernal de Quirós, médico de Cámara del Rey, y de Isabel de Guevara. Aunque se le denominó en alguna ocasión Diego Bernal de Guevara, sin embargo ha prevalecido en la historia el nombre de Diego de Guevara. A la muerte de sus padres heredó sus bienes, a su vez pasó al convento de Salamanca al realizar la profesión religiosa en la Orden Agustiniana el día 10 de diciembre de 1584, y cuyo importe ascendía a más de 1.500.000 maravedís.
Este Diego de Guevara no debe confundirse con otro del mismo nombre y apellido, también agustino, nacido en Baeza (Jaén), misionero en Filipinas y preconizado obispo de Nuevo Cáceres (Filipinas) por Pablo V el 3 de agosto de 1616, donde falleció a mediados de enero de 1621.
Pues bien, una vez que concluyó los estudios eclesiásticos, Diego de Guevara comenzó a ocupar en la provincia de Castilla varios cargos de responsabilidad.
El mismo Guevara indica que estuvo de prior del convento de Bilbao (1602); también lo fue de Salamanca (1607) y rector en dos ocasiones del colegio de Alcalá de Henares, Madrid (1605 y 1616). Salió elegido visitador en el Capítulo de 1618 y prior de Valladolid en 1621 y del convento de Burgos en 1629. El 20 de abril de 1630, bajo la presidencia de Pedro de Rivadeneyra, se reunió el Capítulo Provincial de Castilla en el convento de Madrigal de las Altas Torres (Ávila) y eligió a Diego de Guevara prior provincial.
Encontrándose de prior en Burgos, donde también se dedicó a la docencia con el grado de lector, Diego de Guevara fue promotor y testigo de cómonumerosos pueblos de la provincia burgalesa declararon a san Agustín de Hipona, en la década de 1620, abogado contra la plaga de langosta que asolaba la provincia.
En los conventos por los que pasó Guevara, además de desempeñar cargos de gobierno, debió emplearse en tareas apostólicas, principalmente como predicador de la palabra de Dios y orientador de conciencias. Se conservan inéditas varias notas de sus sermones, apuntes y escritos varios de hagiografía, sobre todo relativos a miembros de la familia agustiniana: santa Clara de Montefalco, san Juan de Sahagún, santo Tomás de Villanueva y san Alonso de Orozco.
Entre los agustinos que, siguiendo a fray Luis de León, defendieron o aprobaron con varios escritos y testimonios la vida de Teresa de Ávila (Cristóbal Santotis, Juan de Miranda, Antonio de Molina, Basilio Ponce de León, Gaspar de Villarroel, Jerónimo de Guevara, etc.), se encuentra también Diego de Guevara.
Además de llegar a poseer “reliquias extraordinarias” de santa Teresa, admiró más aún sus escritos y virtudes. “Quien lee estos libros lee en ellos palabras del Espíritu Santo”, escribió en su exposición sobre la santa abulense. Este entusiasmo se prolongaba también a su Orden, el Carmelo Reformado. Cuando Diego de Guevara residió en el convento de Salamanca, acudía con frecuencia a visitar el convento de las monjas carmelitas de Alba de Tormes. Con Ana de Jesús (1545-1621), sucesora de Teresa de Ávila y fundadora de conventos de carmelitas descalzos en el norte de Europa: París (1604), Dijon (1605), Amiens (1606), Pontoise (1606), Bruselas (1607), Lovaina (1607) y Mons (1608), con los que estableció una profunda relación de amistad. El grado de confidencia se pone de manifiesto en las cartas que Ana de Jesús dirigió a Guevara, pasando éste como verdadero director espiritual hasta el fallecimiento de Ana de Jesús.
De verdaderos tesoros espirituales han sido calificadas las cartas que la compañera de santa Teresa y una de las figuras de mayor relieve en el proceso de consolidación y expansión del Carmelo Descalzo dirigió desde Francia y los Países Bajos a Diego de Guevara.
En ellas ponía de manifiesto fehacientemente su preocupación por la vida religiosa y política del momento histórico, la jurisdicción de los conventos de monjas carmelitas, y por los achaques y dolores producidos a causa de los sacrificios y mortificaciones que voluntariamente llevaba a cabo la religiosa Ana de Jesús.
Diego de Guevara fue interlocutor en los primeros pasos para la publicación del Libro de Job, de fray Luis de León (1527-1591), obra concluida tan sólo cinco meses antes de su fallecimiento, una vez que Ana de Jesús manifestó su deseo de imprimir dicha obra, con cuya figura bíblica se identificaba la Orden Carmelita y, particularmente, ella misma. A Ana de Jesús dedicó fray Luis el escrito. También jugó un papel importante Diego de Guevara en su intercambio epistolar con Ana de Jesús, cuando se refiere a Agustín Antolínez, catedrático en la Universidad de Salamanca, dada la estima con que recibía el agustino los consejos de gobierno y las opiniones sobre cuestiones bíblicas y teológicas.
Falleció Guevara en Madrid, en el convento de San Felipe el Real, después del día 6 de abril de 1633, fecha de celebración del Capítulo Provincial, con fama de buen predicador y director espiritual. Así lo asegura Ángel Manrique en la biografía que escribió sobre Ana de Jesús (Bruselas, 1632).
Obras de ~: Información acerca de la vida y virtudes del Venerable P. Fr. Jerónimo de Alaviano, 1615 (inéd.); “Censura, Valladolid, 14 de junio de 1622”, en E. de Herrera, Decisiones morales del estado de la religión y de sus votos monásticos, Burgos, Imprenta Pedro de Huidobro, 1623; “Deposición original del padre fray Diego de Guevara acerca de la vida, virtudes y milagros de santa Teresa de Jesús”, en España y América, 12/4 (1914), págs. 136-149; en La Basílica Teresiana, III época, 1 (1916), págs. 46-59; Vida de los mártires agustinos (inéd.); Pro vita B. Clarae de Montefalco (inéd.); Pro vita B. Thomas de Villanueva (inéd.); Pro vita B. Alphonso de Orozco (inéd.); Pro vita B. Joannis de Sahagún (inéd.); Miracula Smi. Crucifixi Burgensis (inéd.).
Bibl.: A. Manrique, Vida de la Venerable Madre Ana de Jesús, discípula y compañera de la S. M. Teresa de Jesús, fundadora de Francia y Flandes, Bruselas, Imprenta Lucas de Meerbeeck, 1632; T. de Herrera, Historia del convento de San Agustín de Salamanca, Madrid, Imprenta Gregorio Rodríguez, 1652, pág. 370; M. Vidal, Agustinos de Salamanca. Historia del observantíssimo convento de San Augustín N. P. de dicha ciudad, II, Madrid, Imprenta Eugenio García, 1758, págs. 101-102; J. A. Álvarez y Baena, Hijos de Madrid ilustres en santidad, dignidad, armas, ciencias y artes. Diccionario histórico por el orden alfabético de sus nombres, I, Madrid, Oficina de Benito Cano, 1789, pág. 319; G. de Santiago Vela, Ensayo de una Biblioteca Ibero-Americana de la Orden de San Agustín, III, Madrid, Imprenta del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús, 1917, págs. 382-398; C. Torres (ed.), Ana de Jesús. Cartas (1590-1621). Religiosidad y vida cotidiana en la clausura femenina del Siglo de Oro, Salamanca, Publicaciones de la Universidad, 1995; T. Aparicio, Agustinos españoles, paradigma del 98 y otros estudios, Valladolid, Editora Agustiniana, 1999, pág. 368; C. Alonso, Libro becerro del convento de San Agustín de Valladolid, Valladolid, Editora Estudio Agustiniano, 2003, pág. 15.
Rafael Lazcano González