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José Fernández de Villanueva Veitia Linaje

Biografía

Fernández de Villanueva Veitia Linaje, José. Oña (Burgos), 23.III.1681 ant. – Ciudad de México (México), 14.V.1745. Oidor de la Audiencia de México y juez superintendente de la Casa de la Moneda.

Su padre, Juan Fernández de Villanueva y Robador, era de Villanueva de los Montes (Burgos), y su madre, Ángela Alonso de Linaje y Prado, de Oña. Pasó su niñez en Puebla de los Ángeles (México) y cursó sus estudios en la Universidad mexicana. En 1705 recibió el grado de bachiller en Filosofía y, pasados cinco años, el de Cánones. Suplió una cátedra en esa Universidad y la Audiencia le autorizó (1711) para ejercer la abogacía.

Desempeñó el puesto de abogado fiscal de azogues cuando su tío Juan José de Veitia era juez superintendente de dicha renta. Al fallecer su pariente (agosto de 1722), lo reemplazó en interinidad en ese y en los demás oficios anexos (alcalde mayor, teniente de capitán general y administrador de las alcabalas de Puebla y juez privativo de arribadas de barcos del Perú a las costas novohispanas). El virrey Casafuerte le dio licencia, previa donación de 100 pesos, para que el capitán Sebastián de Echeverría, su suegro y regidor del Cabildo poblano, pudiera sustituirle en el cargo de teniente de capitán general en sus ausencias o enfermedades.

Como juez de arribadas ordenó varios comisos, denunció la continua entrada de navíos de Perú a las costas de Acapulco y la imposibilidad de contener el comercio ilícito en lugares tan distantes. Su cometido en la superintendencia del mercurio se centró en la tenaz defensa de la gestión de su tío y en procurar demostrar a la Corona su pericia en asuntos de azogues, a fin de obtener la propiedad. En esta tarea permaneció menos de un año, ya que, en abril de 1723, fue relevado por el oidor José Joaquín de Uribe. Veitia se resistió a traspasarle a su sucesor los papeles de la referida administración y la casa donde debía residir.

Uribe también le mostró públicamente sus desaires y se afanó por resaltar las redes sociales y económicas de aquél en Puebla. En 1728 fue Veitia designado oidor de la Audiencia mexicana y un año después Casafuerte lo eligió juez superintendente interino de la nueva ceca que se proyectaba construir en esa capital.

El Rey aprobó el nombramiento (1732) y se le asignó una paga de 3.000 pesos anuales; mantener también la plaza de oidor.

Al igual que otros ministros, recibió Veitia los agravios del visitador Pedro Domingo de Contreras (1729), por sus figuradas sospechas de que tenía intereses con los Oficiales Reales de México, sujetos a una investigación por irregularidades en el manejo de la Hacienda. Procedió aquél civilmente contra Veitia para que justificara, como heredero de su tío Juan José, el destino de 124.000 pesos pertenecientes al erario e hizo averiguaciones acerca del supuesto falso testamento del difunto.

La labor de este primer superintendente de la nueva Casa de Moneda en la construcción y organización de la misma fue muy intensa por su complejidad, las difíciles relaciones con el director Nicolás Peinado Valenzuela y la oposición de muchos de los que decían sentirse perjudicados por los cambios introducidos con las nuevas normativas, por lo que recibió el reconocimiento del Monarca. A Veitia se le encargó la indagación de la falta de ley y peso de las monedas labradas en años precedentes, resultando de ella cargos contra el tesorero y otros oficiales mayores. Asistió en marzo de 1732 a la acuñación, bajo las recientes reglas, de las magníficas primeras monedas de plata circulares (columnarias), con cordoncillo laureado al canto para evitar su cercenadura. Igualmente, a la terminación del edificio (noviembre de 1734) que se culminó con la colocación de un busto de bronce de Felipe V y una placa conmemorativa donde figuraba el nombre de Veitia, algo que el fiscal del Consejo de Indias estimó pretencioso. Desde 1735, la Corona había encomendado reiteradamente a Veitia la formación de unas ordenanzas específicas para las cecas de Nueva España y las del Perú, basadas en las que se habían remitido —Madrid, 1728, y Cazalla (Sevilla), 1730—. El oidor no cumplió en ese tiempo con el encargó aduciendo que era un proceso vasto y costoso y que había encontrado dificultades para su ejecución.

Quiso dejar la administración para dedicarse el resto de sus días a la vida eclesiástica y logró que el Monarca le concediera la chantría de la catedral de Puebla (julio de 1738), con la condición de que renunciara al cargo de oidor en un plazo de dos años.

Una leve hemiplejia impidió que en aquella época se le confiriera canónicamente dicha merced, por lo que trató de reincorporarse a la Audiencia. Veitia se encontró entonces con que su puesto había sido ocupado por otro; en la superintendencia también había sido sustituido y en cuanto a la chantría, el Rey había dispuesto que, al no haberla aceptado, se le propusieran sujetos para elegir a uno que la ejerciera. Después de repetidas peticiones a Felipe V recordándole sus muchos y desinteresados servicios, retornó a ese Tribunal el 20 de agosto de 1742 en que hubo una vacante, conservando su antigüedad, pero, desde 1743, sus males le impedirían asistir.

Veitia se había casado primero (1717) con María Francisca de Echeverría, natural de Puebla de los Ángeles, con la que tuvo dos hijos, Mariano y José, nacidos también en esta localidad, a los que se les distinguió con el título de caballeros de la Orden de Santiago, igual que había ocurrido con su padre en 1737. Mariano, el primogénito, fue abogado de la Audiencia de México, viajero, escritor e historiador. Su segundo casamiento (1731) lo efectuó con Josefa de Aróstegui Sánchez de la Peña, vecina del distrito donde ejercía su oficio de oidor, por lo que tuvo que pagar 3.500 pesos por la licencia. En vida había heredado el señorío de Veitia (Vizcaya). Sus restos mortales fueron enterrados en la iglesia de San Francisco de México.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Contaduría, 1033; Escribanía, 237B; Indiferente General, 1774-1775; México, 420; 452; 494; 500; 539; 550; 552; 667; 800; 826-828; 835-838; 1245.

F. de Fonseca y C. de Urrutia, Historia general de la Real Hacienda, t. I, México, Vicente G, Torres, 1845; E. Sarrablo Aguareles, El conde de Fuenclara, embajador y virrey de Nueva España (1687-1752), t. II, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano- Americanos (EEHA), 1966; M. del P. Antolín Espino, “El virrey Marqués de Cruillas (1760-1766)”, en J. A. Calderón Quijano (dir. y estud. prelim.), Los virreyes de Nueva España en el reinado de Carlos III, t. I, Sevilla, EEHA, 1967, págs. 1-157; A. Heredia Herrera, La renta del azogue en Nueva España (1709-1751), Sevilla, EEHA, 1978; A. Gómez Gómez, Las visitas a la Real Hacienda novohispana en el reinado de Felipe V (1710- 1733), Sevilla, EEHA, 1979; M. Moreno Bonnett, “Veytia: La vida y la obra”, en Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, México, Universidad Nacional Autónoma, 1983, n.os 14-15, págs. 479-534; J. C. Garavaglia y J. C. Grosso, “La región de Puebla-Tlaxcala y la economía novohispana”, en Historia Mexicana, México, El Colegio de México, abril-junio de 1986, vol. XXXV, n.º 4, págs. 549-600; M. Bertrand, “En torno a una problemática de la administración colonial: La Real Hacienda de Nueva España (1680-1770), en Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, EEHA, 1989, vol. XLVI, págs. 195-217; G. Lohmann Villena, Los americanos en las ordenes nobiliarias (1529-1900), t. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1993; G. Anes y Álvarez de Castrillón y G. Céspedes del Castillo (dirs.), Las Casas de Moneda en los reinos de Indias, vol. II, Madrid, Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, 1997; A. del Valle Menéndez, Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, primer conde de Revillagigedo virrey de México. Historia de un soldado (1681-1766), Santander, Librería Estudio, 1998; A. Baeza Martín, El Marqués de Casafuerte, virrey de Nueva España, 1722-1734, tesis doctoral, Sevilla, 2001 (inéd.).

 

Ascensión Baeza Martín