Manescau y Saborío, José María. Málaga, 4.III.1772 – Madrid, 22.XII.1850. Diputado, senador y presidente del Tribunal Supremo.
Hijo de Juan Manescau y de Josefa Saborío. José María cursó tres años de Lógica, Física y Metafísica en el colegio de Santo Tomás de Aquino de su ciudad natal, y otro año de Filosofía Moral en la Universidad de Granada. El 1 de octubre de 1791 se le concedió por oposición una beca de jurista en el colegio granadino de los Santos Apóstoles San Bartolomé y Santiago, donde estudió cuatro años Derecho Canónico y Civil, obteniendo los grados académicos de bachiller, licenciado y doctor en Leyes. Más tarde, en diferentes ocasiones, fue catedrático sustituto de Vísperas de Instituciones Civiles en la Universidad de Granada.
El 18 de abril de 1795 se incorporó en la academia de práctica establecida por el colegio de abogados de la Chancillería de Granada y el 22 de octubre de 1798 aprobó el examen de abogado. Después se trasladó a Madrid con el claro objeto de pretender ser empleado en la carrera de la judicatura. Mientras lo conseguía, ingresó en la Real Academia de Derecho de Carlos III, radicada en San Felipe el Real, donde hizo varias veces de relator, abogado fiscal y juez, realizó una exposición sobre el recurso de retención de bulas y breves expedidos por el Papa y leyó una disertación sobre la condenación de costas. El 15 de julio de 1802 escribió al Rey solicitando la plaza de fiscal del Consejo de Navarra, vacante por ascenso de Antonio Cano Manuel.
El 28 de agosto de aquel año fue nombrado alcalde del Crimen de la Audiencia de Valencia, para la plaza de Manuel de Villafañe ascendido a oidor, de cuyo destino tomó posesión el 20 de noviembre y ocupó hasta el 13 de septiembre de 1810, cuando fue promovido a una plaza de magistrado de lo civil del mismo tribunal. Al poco tiempo de entrar a servir la alcaldía se le confirió la comisión de juez de vagos, llegando a desarticular varias cuadrillas de célebres malhechores. El 16 de octubre de 1807 fue nombrado asesor de la Real Junta de Policía de Valencia y su reino. A raíz de la invasión napoleónica se creó en Valencia un Tribunal de Seguridad Pública integrado por los magistrados Vicente Fuster, Manuel de Villafañe y el propio Manescau, que fue el primero que sentenció a muerte en Valencia a seis alborotadores y además conoció de la causa del canónigo Baltasar Calvo. Su comportamiento en el Tribunal concitó el odio del pueblo, por lo que obtuvo cuatro meses de licencia trasladándose a Madrid a comienzos de noviembre de 1808, donde asistió a su defensa los dos primeros días de diciembre en la Puerta de los Pozos.
Ocupada la capital del reino huyó a Sevilla. El 16 de marzo de 1809 pidió una plaza en el Tribunal de Seguridad Pública establecido en la capital hispalense.
La Suprema Junta Central Gubernativa le nombró el 14 de abril miembro de ese tribunal. Cuando los franceses se aproximaban a Sevilla se restableció en Cádiz aquel Tribunal —en la Isla de León— con el nombre de Policía, donde Manescau continuó siendo uno de sus ministros hasta que, verificada su supresión, pasó a Alicante para servir su antigua plaza de oidor del Tribunal de Valencia. En una Real Orden fechada en Cádiz el 25 de junio de 1810 aparece que, consiguiente a un informe emitido por Manescau, en la causa que formó para averiguar el motivo de la mala calidad del pan que se repartió al ejército los días 23 a 25 de mayo del mismo año, mandó el Rey que el director de campaña Esteban Valdivielso, el factor de víveres Serafín María Sáez y demás comisionados fueran severamente reprendidos, manifestándoles que si en el futuro no ponían todo el cuidado que correspondía en el desempeño de sus deberes, serían separados de sus destinos.
El Consejo de Regencia le nombró el 12 de julio de 1811 oidor del tribunal provisional que se estableció en el reino de Murcia para entender en los negocios y causas del territorio de la Chancillería de Granada, y cuya instalación se verificó en la villa de Yecla el 7 de enero de 1812; el día siguiente, ante la proximidad del enemigo, la nueva Audiencia se dirigió a Cartagena. En esta plaza continuó sus funciones hasta que fue asolada por la fiebre amarilla —fue contagiado y muerto el decano de la Audiencia Ildefonso Crespo Manjón— y se vio precisada a salir al campo, distribuyéndose sus ministros y subalternos en diferentes casas, y reuniéndose en una para el despacho de los negocios. Cuando Granada quedó libre de la dominación francesa se trasladó a ella para continuar sirviendo la plaza de oidor de su Chancillería.
El 27 de enero de 1820 fue nombrado regente de la Audiencia de Sevilla, el domingo 6 de febrero llegó a esa ciudad y el día siguiente tomó posesión de su nuevo destino. Durante el trienio liberal ocupó escaño por la provincia de Granada en las Cortes. En la legislatura de 1820 formó parte del Tribunal de Cortes encargado de juzgar a los diputados, de la Comisión de Legislación, de la comisión especial que entendió de la división del territorio español y fue uno de los veintidós diputados que dieron parte al Rey de la instalación de las Cortes. En la siguiente legislatura volvió a integrar la Comisión de Legislación y el Tribunal de Cortes además de pertenecer a dos nuevas comisiones: la que trató sobre el establecimiento de casas de corrección y presidios correccionales y la de libertad de imprenta. Desempeñó la regencia sevillana hasta el 8 de febrero de 1824, en que, como consecuencia de Real Orden comunicada por el ministro de Gracia y Justicia Francisco Tadeo Calomarde, fue exonerado de su destino. En su expediente de cese no consta el motivo del mismo, pero se expresa que la exoneración fue como consecuencia de una exposición del gobernador del Consejo de Castilla. El malagueño solicitó varias veces (16 de abril de 1824, 14 de septiembre de 1825, 15 de marzo de 1826 y 13 de enero de 1830) la reposición en la regencia. Estuvo cesante hasta el 23 de noviembre de 1832, momento en que fue nombrado para la regencia de la Audiencia de Barcelona, cuya plaza permutó con Juan de la Dehesa, que había sido elegido para la de la Chancillería de Granada. El 28 de enero de 1833, Manescau tomó posesión de la plaza de regente. El año siguiente, el 18 de marzo, accedió a la regencia de la Audiencia de la Corte, en la que permaneció poco tiempo, ya que el 14 de agosto fue electo para una plaza del Tribunal Supremo de España e Indias, vacante por fallecimiento de Juan José Recacho. En 1840 fue elegido diputado por la provincia de Málaga.
El 2 de octubre de 1842, Manescau, alegando cansancio y postración de fuerzas, solicitó la jubilación.
Por un decreto despachado el 24 del mismo, el duque de la Victoria, regente del reino, le concedió la jubilación pedida. Sin embargo pronto volvió Manescau a la vida activa. En efecto, a mediados de diciembre de 1843 el ministro de Gracia y Justicia, Luis Mayans, propuso a la reina que aquél fuera nombrado para la plaza del Supremo Tribunal de Justicia que resultaba vacante por jubilación de Claudio Antón de Luzuriaga. La reina accedió a la petición del ministro.
También el 29 del mismo mes la reina nombró presidente de la Sala primera del Supremo Tribunal de Justicia a José María Manescau, para la de la segunda a Francisco Javier Olabarrieta, y para la de la tercera a Juan Antonio Castejón. En la legislatura 1844-1845 fue senador electivo por la provincia de Málaga y por decreto de 15 de agosto de 1845 fue nombrado senador del reino. El 22 de febrero de 1850 culminó su carrera judicial al acceder a la presidencia del Supremo Tribunal. Sin embargo poco tiempo disfrutó el malagueño de su nuevo destino: a las once horas del día 23 de diciembre de aquel año fue enterrado en el cementerio de San Isidro.
A lo largo de su vida laboral Manescau disfrutó de varias licencias. Una primera de cuatro meses en 1806 donde estuvo en Málaga para arreglar asuntos familiares ya que habían fallecido como consecuencia de la epidemia su padre y cinco hermanos. En 1814 y 1822 acudió con licencia a la misma ciudad para restablecer su delicada salud aquejada de una afección de hígado. En 1836 obtuvo nuevamente un permiso de cuatro meses con el objeto de tomar aguas y baños minerales con que curar los ataques nerviosos que padecía a causa a de una gastroenteritis crónica. Cuatro años más tarde padeció además una erupción herpética en las extremidades superiores que le obligó a tomar aguas y baños minerales.
Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, leg. 108, n.º 190; Archivo Histórico Nacional, Ministerio de Hacienda, leg. 3016; Ministerio de Justicia, Jueces y Magistrados, leg. 4575/4926.
Diario de las sesiones de las Cortes, legislatura de 1821, Madrid, 1871, 3 vols.; Diario de las sesiones de las Cortes, legislatura extraordinaria de 1820-1821, Madrid, 1871, 3 vols.; Diario de las sesiones de las Cortes, legislatura de 1820, Madrid, 1876, 3 vols.; Estadística del personal y vicisitudes de las Cortes y de los Ministerios de España, desde el 29 de septiembre de 1839, en que falleció el rey don Fernando VII, hasta el 24 de diciembre de 1879, en que se suspendieron las sesiones, Imprenta y Fundición de la Viuda e Hijos de J. A. García, Madrid, 1880; P. Molas Ribalta, La Audiencia Borbónica del Reino de Valencia (1707-1834), Alicante, Publicaciones de la Universidad, 1999.
Ricardo Gómez Rivero