Girón, García. ¿España?, s. m. s. xvi – ¿América?, 1617 post. Militar, gobernador.
No se tienen datos sobre su naturaleza y actividades antes de su nombramiento. El historiador J. Llavador (1969) publicó íntegra la cédula real de su nombramiento, datada en Aranda, el 7 de agosto de 1710, que empieza de esta forma: “Don Phelipe, por la gracia de dios, etc., teniendo consideración a lo que vos Don garcia jiron me haveis servido y la Relacion que se me ha hecho de las buenas partes meritos y suficiencia que en vuestra persona concurren y esperando continuareis ami serviçio en lo que os encargare con la fidelidad que se Requiere ttengo por bien y es mi merced que agora y de aquí en adelante por tiempo y espacio de çinco años mas o menos el que fuere mi voluntad seais mi gobernador de la provincia de veneçuela en lugar de sancho de alquiza mi gobernador que alpresente es della demas de los quales cinco años os señalo dos meses para llegar ha tomar la posesion de dicho oficio y han de correr desde el dia que hos hizieredes a la vela en uno de los puertos de Sanlucar de Barrameda o Cadiz para seguir vuestro viaje [...]”.
Llegó a Caracas el 1 de junio de 1611 y ese mismo día, con la solemnidad acostumbrada, se juramentó ante el cabildo y tomó posesión del gobierno. Al siguiente día despachó al capitán Gaspar de Silva a reducir los indios nirguas, que habían matado a algunos españoles vecinos rurales de Valencia. Silva, según las instrucciones, redujo a algunos por las buenas y persiguió a los demás, aunque tuvo que retirarse por el invierno muy lluvioso. Girón, “hombre de carácter bondadoso” (L. A. Sucre, 1928), procuró atraerse a los vecinos, restituyendo las encomiendas entregadas a sus antiguos poseedores, aunque no tuvieran los títulos confirmados. Mejoró las condiciones económicas dando un permiso general para sembrar tabaco, pues creía, según escribió al Rey, “que esto sera remedio para la mucha provesa en que estan”.
Siguiendo una tónica extendida, tuvo conflictos y disgustos con el obispo de Venezuela, fray Juan de Bohórquez, “personaje de carácter más a propósito para conquistador que para Prelado” (L. A. Sucre, 1928).
Dos calamidades tuvo que afrontar García Girón en su gobernación: una epidemia de viruelas que azotó Caracas en 1614 y obligó a llevar a muchos enfermos al aire, extramuros de la ciudad, produciendo gran mortandad (que aprovechó el obispo para seguir con sus apocalípticos mensajes), y una enorme plaga de langostas que destruyó la cosecha de cereales y obligó a un racionamiento de la harina y el maíz que, con muchas dificultades, llegaba desde Cumaná. Escaseó la moneda de cuño y se hizo una retasación de perlas de la isla Margarita, para las operaciones comerciales.
En 1615, cuando se iba a cumplir el plazo de cinco años de la gobernación de Girón, el cabildo de Caracas hizo una representación al Rey para que prorrogara en el Gobierno a García Girón “por ser conveniente a esta Provincia para su conservación y aumento”. Pero, por las razones que fueren, no se atendió la petición, y Girón entregó el mando a su sucesor designado, Francisco de la Hoz Berrio, el 15 de junio de 1616.
Bibl.: L. A. Sucre, Gobernadores y Capitanes Generales de Venezuela, Caracas, Litografía y Tipografía del Comercio, 1928, pág. 108; VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo- Americana, vol. LVII, Madrid, Espasa Calpe, 1929, pág. 1066; M. Briceño Perozo, Documentos para la Historia de la Fundación de Caracas existentes en el Archivo General de la Nación, Caracas, Archivo General de la Nación, 1969, págs. 308, 414, 424, 436, 444, 448, 449, 493 y 550; J. L lavador Mira, La Gobernación de Venezuela en el siglo xviii, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1969, págs. 8, 9, 11, 17, 18, 23, 26, 43, 45, 88 y 142-146; G. Morón, Historia de Venezuela, vol. III, Caracas, Italgráfica, Impresores, Editores, SRL, 1971, págs. 130-133; VV. AA., Diccionario de Historia de Venezuela, vol. II, Caracas, Fundación Polar, 1988, pág. 300; L. Vaccari San Miguel, Sobre Gobernadores y Residencias en la Provincia de Venezuela (siglos xvi, xvii, xviii), Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1992, págs. 93 y 194.
Fernando Rodríguez de la Torre