Navarro, Antonio. España, ú. t. s. XV – mar Caribe o mar de las Antillas, 1538. Alcalde mayor de Coro (Venezuela), juez de residencia, gobernador interino de la provincia de Venezuela (1537-1538).
El 6 de julio de 1537 fue nombrado el licenciado Antonio Navarro por la Real Audiencia de Santo Domingo como juez de la gobernación de Venezuela, con comisión especial de residenciar a los alemanes Ambrosio Alfinger, muerto en 1533, Jorge Espira y Nicolás Federmann, y la facultad de asumir la gobernación de la provincia. Llegó el 24 de julio a Coro y el 27 fue recibido por el Cabildo, presentó sus credenciales, recibió varias varas de Justicia y asumió el Gobierno. Dice así Juan de Castellanos sobre lo primero que hizo: “El cual, por más autorizar su mando, / Ahorcó dos soldados en llegando”. Como el obispo Rodrigo de Bastidas había tomado la residencia a los mencionados en 1534, debió Navarro proseguirla desde ese año, pero volvió a rehacerla ab initio. Su gobierno fue en extremo autoritario. Destituyó a todos los jefes y oficiales nombrados por Jorge Espira y por Federmann. Para congraciarse con los colonos trató de repartir los indios en encomiendas y permitió un amplio comercio con esclavos indios comprados a otras tribus, que originó las quejas del obispo Rodrigo de Bastidas, lo que consiguió una Real Cédula dirigida a Navarro, ordenándole se abstuviera de repartir los indios en encomiendas. Se apropió de 162.000 maravedís para pagarse su salario. El Cabildo de Coro se quejó amargamente de este gobernador interino. En la misma ciudad hubo alborotos contra él, treinta soldados se amotinaron y huyeron hacia Cubagua; los persiguió Navarro con su gente y los atrapó, pero en un descuido, los prisioneros apresaron a sus captores, dejándolos amarrados, sin armas ni caballos; algunos soldados de Navarro se pasaron al grupo sedicioso.
Contra su nombramiento como juez se quejaron los Welser en la corte. El Consejo de Indias resolvió que era de su exclusiva competencia el nombramiento de jueces de residencia contra los gobernadores.
La Real Cédula de 26 de febrero de 1538 desautorizó su nombramiento por la Audiencia de Santo Domingo, y ordenó su vuelta inmediata a Santo Domingo. Obedeció y se embarcó para La Española, pero naufragó.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias, Justicia, 56; Caracas, 1, lib. 1, fol. 142v.
J. de Oviedo y Baños, Historia de la Conquista y Población de la provincia de Venezuela, ed. de C. Fernández Duro, vols. I y II, Madrid, Luis Navarro, 1885, págs. 132, 142, 144- 147, 381 y pág. 254, respect.; K. L. Panhorst, Los alemanes en Venezuela durante el siglo XVI, Madrid, Editorial Voluntad, 1927, pág. 149; L. A. Sucre, Gobernadores y Capitanes Generales de Venezuela, Caracas, Litografía y Tipografía del Comercio, 1928, págs. 30-31; VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, vol. LVII, Madrid, Espasa Calpe, 1929, pág. 1065; G. Morón, Los Orígenes Históricos de Venezuela, I. Introducción al siglo XVI, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, 1954, págs. 279 y 281; J. Friede, Los Welser en la conquista de Venezuela, Caracas, Madrid, Edime, 1961, págs. 20, 32-35, 38, 40, 183, 228-229, 286, 292, 295-296, 358, 360, 363, 367-371, 389, 423, 454, 457, 461, 463, 467, 478, 489, 500, 503, 515, 536 y 551-553; VV. AA., Historia de Venezuela, Caracas, Madrid, Edime, 1968, fasc. 16, págs. 433- 434; M. Briceño Perozo, Documentos para la Historia de la Fundación de Caracas existentes en el Archivo General de la Nación, Caracas, Archivo General de la Nación, 1969, págs. 333 y 335; G. Morón, Historia de Venezuela, vols. I y III, Caracas, Italgráfica, Impresores, Editores, SRL., 1971, págs. 355, 362, 373, y págs. 36, 43, 47, 49-52, 54-57, 67, respect.; VV. AA., Diccionario de Historia de Venezuela, vol. II, Caracas, Fundación Polar, 1988, pág. 1073; L. Vaccari San Miguel, Sobre Gobernadores y Residencias en la Provincia de Venezuela, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1993, pág. 193; VV. AA., Gran Enciclopedia de Venezuela, vol. III, Caracas, Editorial Globe, 1998, pág. 91.
Fernando Rodríguez de la Torre