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Francisco Palomares García

Biografía

Palomares García, Francisco. Requena (Valencia), 4.VI.1835 – Sevilla, 3.VIII.1915. Médico, educador y pastor evangélico.

Formado en el Seminario diocesano de Cuenca y ordenado presbítero el 24 de septiembre de 1859, después de ocupar diferentes destinos en parroquias rurales de esa diócesis, fue nombrado coadjutor de la de San Nicolás en 1860, y en 1864, cura ecónomo de la de San Martín, en la misma ciudad, al tiempo que se hacía cargo como rector del Colegio de San Pablo para estudiantes pobres, institución agregada al Seminario conciliar. Por desavenencias con su obispo Miguel Payá y Rico (luego cardenal arzobispo de Toledo), cesó en las funciones que venía desempeñando para marchar a Madrid, donde fue empleado como capellán y preceptor de sus hijos por los marqueses de Retortillo, a quienes acompañaba en sus desplazamientos.

La Revolución de septiembre de 1868 sorprendió a todos veraneando en el balneario francés de Anglet (Pirineos Atlánticos, no lejos de Bayona), y allí permanecieron hasta que la guerra franco-prusiana movió a los Retortillo a trasladarse a Kesington, en las inmediaciones de Londres, viaje en el cual también les acompañó Palomares. Ya en Inglaterra, disponiendo el capellán de mucho tiempo libre, dado que sus pupilos fueron ingresados en internados, y siendo muy aficionado a la música sacra y a las cuestiones litúrgicas, se dio a visitar asiduamente un templo anglicano y más tarde, habiendo trabado amistad con cierto reverendo F. Eck, antiguo misionero en Iberoamérica, que hablaba español, entró en contacto con ambientes protestantes y se determinó a convertirse a la fe reformada, cosa que hizo de regreso en Madrid en 1870, en el templo del Redentor, perteneciente a la Iglesia Cristiana Española (ICE) y regentado a la sazón por el pastor Antonio Carrasco, conocido periodista y colaborador de Castelar en el Ateneo de Madrid y en sus empresas abolicionistas.

Deseando Palomares dedicarse al pastorado, y habilitado para tal función, Carrasco le recomendó a L. S. Tugwell, vicario anglicano de la colonia británica en Sevilla, quien había adquirido la antigua iglesia y el convento desamortizados de San Basilio, calle del Relator, en la expresada ciudad, inmuebles que no tardó en habilitar para el culto evangélico y como escuelas en junio de 1871, quedando Palomares como director del centro. En Sevilla colaboró muy activamente con el dirigente de su iglesia Juan Bautista Cabrera, hasta la marcha de éste a Madrid en 1875 para hacerse cargo de la iglesia y la comunidad del Redentor tras el fallecimiento de Carrasco. Como quiera que compartía con aquél, también ex sacerdote católico, opiniones en materia de teología, disciplina y ritual, cuando en 1880 Cabrera se separó de la ICE —hoy Iglesia Evangélica Española— para establecer la Iglesia Española Reformada Episcopal (2 de mayo de 1880), Palomares fue uno de sus más firmes seguidores.

El antiguo clérigo de Cuenca permanecería al frente de la Congregación evangélica sevillana de San Basilio durante 44 años ininterrumpidos, hasta su muerte en 1915. En ese tiempo realizó una labor filantrópica que mereció general reconocimiento, no sólo por las escuelas que regentó y las que estableció en otros puntos de la ciudad (Triana) y provincia (Osuna) para niños pobres, sino también por las obras asistenciales que potenció y por su propia labor personal como médico, carrera que cursó en Sevilla entre 1875 y 1882, para especializarse en enfermedades respiratorias, en cuyo ejercicio alcanzó cierta notoriedad (descubridor de un específico para tratar la tos ferina, vulgarmente conocido como “jarabe protestante”).

Palomares fundó también en San Basilio un Museo de la Inquisición, único en su género que ha existido en España hasta su clausura en 1936, en el que reunió numerosos recuerdos del extinguido tribunal, fechables entre 1483 y 1819. Cinco años después de su muerte, el Ayuntamiento de Sevilla le dedicó público homenaje “en consideración a los merecimientos que el finado contrajo dedicándose con verdadero altruísmo a la práctica de la medicina entre las clases populares” (Archivo Municipal de Sevilla, A. C., 19 de julio de 1920), homenaje renovado en 1931 y 1933, año este último en que fue acordado rotular la antigua calle del Laurel como del doctor Palomares. Revocado tal acuerdo tras el triunfo del levantamiento miliar de julio de 1936, el rótulo fue recolocado en otra vía de la urbe hispalense en 1995.

 

Bibl.: J. B. Cabrera, “In Memoriam. Rvdo. Francisco Palomares García”, en la Luz, XLVII, n.º 991 (septiembre de 1915), págs. 268-271; C. Gutiérrez Marín, Historia de la Reforma en España, México, Casa Unidad de Publicaciones, 1942; S. M. Molina, Bosquejo histórico de la Iglesia Española Reformada Episcopal, Madrid, Iglesia Española Reformada Episcopal, 1967; R. Fry, El anglicanismo en España, Madrid, Centro Ecuménico, Misioneras de la Unidad, 1978; A. Andrés Puchades, La Iglesia Española Reformada Episcopal, Madrid, Centro Ecuménico, Misioneras de la Unidad, 1978; R. Taibo, Una Iglesia centenaria, pero desconocida, Madrid, Iglesia Española Reformada Episcopal, 1980; G. Fernández Campos, Reforma y Contrarreforma en Andalucía, Sevilla, Editoriales Andaluzas Unidas, 1986; C. López Lozano, Precedentes de la Iglesia Española Reformada Episcopal, Madrid, Iglesia Española Reformada Episcopal, 1991; F. Serrano Álvarez, Contra vientos y mareas. Los sueños de una iglesia reformada hechos realidad, Tarrasa, Ed. Clie, 2000.

 

Juan Bautista Vilar