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Manuel Elzaburu Vizcarrondo

Biografía

Elzaburu Vizcarrondo, Manuel. San Juan (Puerto Rico), 2.I.1851 – 12.II.1892. Fundador del Ateneo de Puerto Rico, escritor.

Natural de San Juan, Puerto Rico, donde nació el 2 de enero de 1851 y fue bautizado en la catedral, el 30 del mismo mes, imponiéndole los nombres de Manuel, María, Isidro, José, Ramón, Lucas y Felipe, al uso de las familias hispanas de abolengo. Era hijo de Bartolomé de Elzaburu y Núñez, oriundo de Navarra, y de Bárbara Vizcarrondo y Coronado. Siguió la carrera de Leyes en la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció en Derecho y tuvo como profesores y amigos a Laureano Figuerola y Emilio Castelar, y conoció a la flor y nata de la sociedad en casa de su tío materno Julio Vizcarrondo, donde vivió los años de residencia en Madrid.

En 1873 regresó a Puerto Rico con veintidós años. Ejerció de abogado con bufete, que más que eso era un foro literario. Contrajo matrimonio con Manuela Fernández Muñoz, hija del marqués de las Claras, en Arecibo, el 28 de agosto de 1885. C. Coll y Toste, que lo reconoció en casa de Manuela cuando Elzaburu iba a Arecibo a verla, lo describe así: “[...] era de estatura regular, enjuto de carnes, aspecto muy simpático, atrayente por su verba fluída y diplomático. Vestía siempre con elegancia” (Boletín Histórico de Puerto Rico, X, págs. 142-143). Y su editor, Luis Hernández Aquino, bosqueja su epopeya en velazqueñas pinceladas: “[...] dotado de un gran don de gentes, señorial en sus maneras, hidalgo en su forma de ser, caritativo con los humanos y sincero”.

Aparte de la abogacía, su dedicación primordial consistió en dotar a Puerto Rico de infraestructuras culturales. Por encima de otras empresas suyas, dos cuajaron en fecunda realidad: la fundación del Ateneo ad instar del que conoció en Madrid; y la Institución de Enseñanza Superior, con sede en el mismo Ateneo.

Contra viento y marea y no propicias opiniones, logró que el Ateneo se inaugurase en 1876, fragua y faro de la cultura puertorriqueña desde entonces. la Institución de Enseñanza Superior fue quizás una empresa arriesgada, pero también consiguió ponerla en marcha, y actuando como profesor en algunos cursos. Era, a juicio de sus biógrafos, una “universidad embrionaria”.

Su intensa actividad por dar vida a esos centros le quitó tiempo a su afición a la literatura, y por eso su obra escrita no es muy abundante. Sin embargo, los que le conocieron y saborearon alguna poesía suya, como Menéndez Pelayo, le ponen por encima de la legión de poetas que figuran en las antologías.

Su editor, Hernández Aquino, apunta además su “perfeccionismo”, gaje de los buenos escritores: Elzaburu limaba una y otra vez sus escritos, y nunca se daba por contento de cómo le habían quedado.

En su escaso legado cabe destacar, amén de alguna poesía propia y de alguna versión de poemas franceses, cuatro ensayos en prosa: La Institución de Enseñanza Superior de Puerto Rico, lección inaugural leída el 10 de octubre de 1888 en la apertura del primer curso del instituto. En ella hizo un recorrido por los centros históricos de más rango o significado, y recordó que “el primer establecimiento” de esta clase “que encontramos en la historia de América, que se relacione con Puerto Rico, es el Colegio de Nobles Americanos, fundado en Granda en el año 1792”; y concluyó augurando que “el nuevo centro, que tropezó con enormes pero vencibles obstáculos, se abría a beneficio de la juventud, que es siempre en todo pueblo, la esperanza y el provenir”. En segundo lugar, la disertación sobre la educación de la mujer en Consideración legal de la mujer en la Historia, en la que propugna una audaz visión de futuro, la paridad de derechos del sexo débil en la cultura y la sociedad. Tercero, su discurso pronunciado el 9 de marzo de 1889 en los Juegos Florales del Ateneo titulado El sentimiento de nacionalidad, donde analiza las voces “sociedad, pueblo, estado, nación y patria”, haciendo gala de haber militado, antes de fundar el Ateneo en el campo de la política; con sutileza semántica distinguió tres patrias: la “patria primera” (la del nacimiento), la “patria regional” (el país boricua) y la “patria total” (España).

Por último, cabe destacar su artículo “Borinquen”, cántico a Puerto Rico, la isla que parece “una concha flotante” en el Mar Caribe: “[...] llámanla Puerto Rico, pero su antiguo nombre era Borinquen”. Por ella pasó Colón, sin apenas “descubrirla”, pues el 22 de noviembre de 1493 levó anclas y Borinquen quedó “olvidada sin que los descubridores cuidaran de llevarle los tesoros de su civilización”.

Elzaburu, escritor, dejó un legado literario no muy abundante, por su afán de perfeccionismo y por falta de tiempo. Lo más florido de su vida lo dedicó al Ateneo.

Falleció en San Juan (Puerto Rico) el 12 de febrero de 1892, a la edad de cuarenta y un años.

 

Obras de ~: La institución de enseñanza superior de Puerto Rico, Puerto Rico, Imprenta J. González y Font, 1888; Prosas, poemas y conferencias, comp., est. prelim. y notas de L. Hernández Aquino, San Juan, Puerto Rico, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1971.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la catedral de Puerto Rico, Libros de Bautismo, t. XVIII, fol. 180r.

C. Coll y toste, “Puertorriqueños Ilustres. Manuel Elzaburu”, en Boletín Histórico de Puerto Rico, t. X (1923), págs. 139-144; M. Menéndez Pelayo, Historia de la poesía hispano-americana, t. I, Santander, Aldus, 1948, pág. 344; M. Fernández Juncos, Antología Puertorriqueña, Nueva York, 1949; L. Hernández Aquino, “Balsamias: un libro inédito de Manuel Elzaburu”, en Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, 36 (julio-septiembre de 1967), págs. 1-2; “Personalidad y obra de Manuel Elzaburu Vizcarrondo”, est. prelim., en M. Elzaburu, Prosas, poemas y conferencias, op. cit., 1971.

 

Álvaro Huerga Teruelo, OP