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Francisco Bivar (o Vivar)

Biografía

Bivar (o Vivar), Francisco. Paracuellos de Jarama (Madrid), 8.V.1584 – Madrid, 8.XII.1634. Monje cisterciense (OCist.), procurador en Roma, historiador.

Hijo del monasterio de Nogales (León). Desde la niñez, se halló —sin buscarlo— entre un plantel de monjes sabios y santos que influyeron en su formación espiritual y científica. Luego de hacer el noviciado y la profesión, lo enviaron los superiores al monasterio de San Clodio del Ribeiro (Orense) para hacer sus estudios de Filosofía bajo la dirección de fray Gregorio de Arana, un hábil maestro y monje sobresaliente en sabiduría y en piedad, que después de su muerte gozó de fama de santo. De él aprendió fray Francisco no sólo a profundizar en las ciencias filosóficas, sino también en una virtud sólida. Terminados sus estudios de Filosofía se trasladó al colegio de Salamanca para cursar Teología, de la que llegó a ser un afamado maestro, que prestaría notables servicios a la Orden.

En 1620 la congregación de Castilla lo nombró procurador en Roma, puesto delicado que requería grandes conocimientos canónicos y jurídicos, y no poco equilibrio personal para codearse con los personajes de la curia romana y tratar con ellos los asuntos delicados de la Orden. Fue tal la destreza con la que se desenvolvió que poco tardó en convertirse en un confidente indispensable no sólo de los cardenales de la curia romana; incluso el mismo Urbano VIII llegó a solicitar su consejo y lo distinguió con su amistad.

Dotado de un dinamismo sorprendente, al poco tiempo de llegar a Roma aprovechó para doctorarse en Teología por la Minerva; y no sólo tenía tiempo para desarrollar todas sus obligaciones, sino que incluso le sobraba para dedicarse a la investigación de las fuentes antiguas sobre el monacato. Visitaba asiduamente la biblioteca vaticana, así como otras importantes de la ciudad, de las cuales extrajo los conocimientos que aprovecharía luego para componer las obras que legó a la posteridad. Una vez cumplida su misión en Roma, regresó a España en días de elecciones y distribución de cargos. Conscientes los superiores de su gran preparación, lo propusieron para ser elegido abad en su monasterio de Nogales, en compañía de otra persona. Sucedió que eligieron al compañero, pero Bivar, en vez de mostrar resentimiento por este fracaso, fue el primero en acudir a los pies del electo para prometerle obediencia.

Lo propusieron después para la abadía de Valdediós (Asturias), y aunque sabía que la elección había sido por unanimidad de los monjes, rehusó, ya que prefería vivir en soledad, entregado al estudio. Pero los superiores lo nombraron capellán de Santa Ana de Valladolid. Ya había ejercido allí el mismo cargo antes de su ida a Roma. En este monasterio femenino, uno de los más notables del Císter en España, fue donde nació la Recolección y de donde salieron hasta doce fundaciones.

Uno de los deberes primordiales de los capellanes de monjas era la formación de las mismas por medio de conferencias, sermones o trato en el confesionario. En este monasterio había una hermana lega llamada sor Evangelista, natural de Cigales, que no había podido ingresar monja de coro porque su familia era modesta y no podía facilitarle la dote exigida entonces por los cánones. Tenía fama de virtuosa. El padre comenzó confesándola cada semana e iniciando con ella una dirección espiritual. Entre las confidencias que le hizo la cocinera, una fue que había tenido la revelación de que Dios la quería monja de coro, y no sólo eso, sino también fundadora de un monasterio.

él insistía en que aquello era imposible, porque no era habitual en la Orden el paso de una hermana lega a categoría de corista. Como se trataba de secreto de confesión que le impedía hablar con nadie del asunto sin autorización de la interesada, se la pidió para tratarlo con el general de la congregación. Éste, ante la exposición del padre Bivar, no sabiendo qué respuesta darle, se le ocurrió reunir el consejo de definidores y exponerles el caso tal como se lo habían planteado.

Escucharon todos con atención las propuestas de la humilde cocinera, y coincidieron por unanimidad en que no era práctica de la Orden dar paso a un caso como aquél. Como a estos consejeros no los obligaba el sigilo, porque no se trataba de un caso de conciencia, les faltó tiempo para comentarlo entre sí y con otras personas allegadas, hasta difundirse rápidamente por toda la ciudad, dejando el peso de la novedad sobre el confesor, mientras se pensaba que se había dejado embaucar por la cocinera del convento de Santa Ana.

Como la marea de la murmuración, lejos de disminuir, iba aumentando cada día, el general temiendo el desprestigio de la Orden, prohibió a Bivar seguir confesando a las religiosas de Santa Ana. Al poco tiempo, sacaron a sor Evangelista de su estado de lega al ministerio de coro y el día 25 de octubre de 1634, salían de Santa Ana de Valladolid un grupo de religiosas con destino a la fundación de Casarrubios del Monte (Toledo), presididas por sor María Evangelista, la humilde cocinera y hermana lega de otro tiempo, convertida ahora en abadesa.

 

Obras de ~: Sancti patres vindicati a vulgari sententia quae illis in controuersia de Immaculata Virginis conceptione imputari salet, Valladolid, 1618 (Lugduni, sumptibus Iacobi Cardon & Petri Cavellat, 1642); Historias admirables de las más ilustres entre las menos conocidas [...], Valladolid, Geronymo Murillo, 1618; De Veteri Monachatu et Regulis Monasticis, Lugduni, 1622, 2 vols.; Vida Apología en defensa de la Santidad del B. Fray Juan de Sagrameña [...], s. l., 1627; Flavii Lucii Barcinonensis Chronicon omnimodae Historiae Commentariis apodicticis illustratum, Lugduni, sumptibus Claudii Landry, 1627 y 1652, 2 vols.; Carta a don Baltasar de Sandoval entonces obispo de Jaén, de SS. Bonosi el Maximini actorum FIDE, s. l., s. f. (¿inéd.?); De Officio parvo B. V. Mariae, s. l., s. f.; De antiquo colore habitus monachorum cisterciensium, s. l., s. f.; De víribus illusgtribus Ordinis Cist., lib. 1, s. l., s. f.; De Bello Tuscis inferendo, s. l., s. f.; Marial e Imagen de la limpia Concepción de nuestra Señora, con los epítetos de María en varios discursos, ms., s. l., s. f.; Tractatus de Incarnatione Verbi Divini. In Aristotelem Lógicam, Phisicam, Methaphisicam, s. l., s. f.; del Siervo de Dios Fray Cándido de San Bernardo, monje santo cisterciense [...], s. l., s. f.

 

Fuentes y bibl.: Biblioteca del Monasterio de San Isidro de Dueñas, Synopsis monasteriorum Congregationis Castellae de Bernardo de Mendoza, ms., s. f., págs. 52-54.

C. Henríquez, Phoenix reviviscens, Bruxellae, Typis Ioannis Meerbecii, 1626, págs. 351-355; A. A. Manrique, Cisterciensium seu verius ecclesiasticorum Annalium a condito Cistercio, IV. Comp. Observantiae Castellae, Lugduni, sumpt. Haered. G. Boissat & Laurentii Anisson, 1642, pág. 735; T. Gómez, Bivarii acta a Continuatore historiae huus integre reddita; De Veteri Monachatu, Lugduni, 1662; R. Muñiz, Biblioteca Cisterciense española, Burgos, José de Navas, 1793, págs. 45-49; VV. AA., Biografía Eclesiástica completa, vol. XXX, Madrid, 1868, págs. 393-394; D. Yáñez Neira, “Rvdo. P. Mtro. Fray Francisco de Vivar”, en Archivos Leoneses (1949), págs. 113- 115; E. Martín, Los Bernardos Españoles: Historia de la Congregación de Castilla de la Orden, Palencia, Gráficas Aguado, 1953, pág. 59; P. Guerín, “Bivar, Francisco”, en Q. Aldea Vaquero, J. Vives Gatell y T. Marín Martínez (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 264; J. A. Álvarez y Baena, Hijos de Madrid, ilustres en santidad, dignidades, armas, ciencias y artes: Diccionario histórico, vol. II, Madrid, Atlas, 1973, págs. 128- 130; D. Yáñez Neira, “Fray Francisco de Vibar”, en Archivos Leoneses (1985), págs. 332-337.

 

Damián Yáñez Neira, OCSO

 

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