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Diego de Salazar

Biografía

Salazar, Diego de. Fray Domingo de Salazar. Labastida (Álava), 1512 – Madrid, 4.XII.1594. Dominico (OP), evangelizador y obispo de Manila.

Sus padres eran Diego López de Salazar y Ana de Cariga. En el bautismo recibió el nombre de Diego, que cambió en 1546 en su profesión religiosa.

Sus primeros años estuvieron dedicados al estudio de la Gramática, lo que le permitió ingresar en la Universidad de Salamanca a los quince años, justo cuando fray Francisco de Vitoria comenzaba a enseñar en la misma institución. En mayo de 1527 ya había cursado varias asignaturas de Cánones y Decretales. En 1532 obtuvo el grado de bachiller en Derecho Canónico. Después comenzó los cursos de Derecho Civil y obtuvo idéntico grado en Derecho Civil el 12 de junio de 1539. Curiosamente, su presencia en Salamanca coincidió con la problemática de la conquista americana.

Concluidos los estudios, nada se sabe de él hasta noviembre de 1545, fecha de su ingreso en San Esteban de Salamanca. Con más de treinta años, fray Diego comenzó su año de noviciado. Entre sus compañeros se encontraban Bartolomé de Medina y Domingo Báñez. El 26 de noviembre de 1546, fray Domingo (desde ahora ese será su nombre) hizo su profesión religiosa y, de inmediato, comenzó sus estudios de Artes y Teología en la Universidad, completados con lecciones y cursos impartidos por Cano y Soto en San Esteban. En 1550 fue elegido como colegial del Colegio Cayetano, del que formaban parte doce jóvenes y prometedores dominicos dedicados exclusivamente a los estudios en el Colegio y la Universidad.

En 1553 abandonó la Universidad, y posiblemente ese mismo año se enroló como misionero para Nueva España (México), hacia donde se embarcó a principios de 1554. Pronto sus ansias evangelizadoras quedaron satisfechas, pues sus superiores le asignaron a la región mixteca, como consta en las actas del capítulo de 1556 y por las que se sabe fue asignado al Convento de Coixtlahuac. La primera tarea fue aprender el mixteco. Contemporáneamente pudo constatar los sufrimientos de los nativos y descubrir la amarga diferencia que había entre las discusiones teológicas de las aulas y la dura experiencia de los naturales encomendados a los españoles.

En México estuvo veintitrés años. Después de varios años de evangelización en la región sur de Nueva España, Salazar se ofreció para la expedición a La Florida (1558-1561). Los dominicos llevaban mucho tiempo interesados en la evangelización pacífica de aquella tierra, pero con escasos resultados. Ya lo había intentado fray Luis de Cáncer en 1549; nueve años después se preparó una nueva expedición para la que se eligieron los dominicos más aptos. Entre ellos se encontraba Salazar. Después de no pocas dificultades, la expedición partió a mediados de julio de 1559. El 14 de agosto desembarcaron en la bahía de Pensacola. No mucho después, una tormenta les dejó sin provisiones. Obligados a buscar sustento, Salazar acompañó a un grupo de españoles hacia el interior de Florida. Sin encontrar las famosas ciudades de la leyenda, se adentraron cada vez más. El 24 de junio de 1560 se encontraban en Olibahali, al interior de Florida. Entre abril y noviembre de 1560 cruzaron toda La Florida, soportando terribles privaciones y siempre en peligro de muerte. En noviembre de 1560 volvieron a la bahía de donde habían partido y en 1561 abandonaron La Florida, sin haber conseguido lo que se proponían.

A finales de 1561 o principios de 1562, Salazar volvió a México y, casi sin dejarle tiempo para reposar, el capítulo provincial de ese año le asignó a la vicaría de la Asunción de la Virgen María de Tlaxiaco. Pero la asignación no debió de hacerse efectiva. En una carta de fray Pedro de Feria a Su Majestad (México, 13 de febrero de 1563) dice que fray Domingo se había repuesto de los estragos en el Convento de Santo Domingo de México y que ya estaba preparado para salir nuevamente hacia La Florida y acompañar a los nativos de aquella tierra que habían sido traídos a México. Tras muchos inconvenientes, la expedición no se realizó y los naturales de Florida se quedaron en México, tal como aconsejaba el arzobispo Montúfar. Desgraciadamente, las actas de los capítulos siguientes no conservan el apartado “asignaciones”, fuente extraordinaria de información para fijar las estancias de los religiosos en América. De 1563 a 1566 ejerció de prior en el Convento de Santo Domingo de México. Al concluir el trienio de priorato, Salazar comenzó a realizar distintas misiones de apostolado itinerante. De una de estas misiones, precisamente entre los mineros de Zacatecas, se tiene un testigo presencial que narra los saludables efectos de su predicación. Este testigo fue el ermitaño Gregorio López, a quien Salazar intentó convencer para que se hiciera dominico. Estas misiones itinerantes debían de ser esporádicas, pues la mayor parte del tiempo estaba ocupado en la Cátedra de la Universidad, tiempo en el que escribió su De modo quo Rex Hispaniarum [...].

Justo en esta actividad escolástica, tuvo que tomar posición ante las grandes cuestiones que por esos años se planteaban en México: la predicación de la Bula de la Cruzada a los naturales; las disputas de las Órdenes con el arzobispo por la visita diocesana y, finalmente, la actitud que había de adoptarse ante la rebelión de los Chichimecas. No se conocen sus opiniones, pero sí que siempre se consideró un digno discípulo de Bartolomé de las Casas, de lo que se pueden inferir las respuestas a la primera y tercera cuestión.

En 1574, fue nombrado procurador ante las Cortes de Madrid y Roma, pero no se hizo a la mar hasta marzo de 1575, como consta en una carta del arzobispo de México a Su Majestad, fechada el 24 de marzo. En 1576 se encontraba en Madrid, discutiendo la inoportunidad de aplicar la Bula de Cruzada a los naturales de México. Por su oposición, el nuncio solicitó del Rey el encarcelamiento en el Convento de Nuestra Señora de Atocha, pero no debió de ser muy larga su condena. Frente a la dureza de los juristas de la Corte e incapaz de convencer a quienes defendían sus enormes negocios en Indias, indignado se retiró a su Convento de San Esteban. Allí recibió su nombramiento para el obispado de Manila, nombramiento realizado el 2 de noviembre de 1578 y aceptado en el Consistorio del 6 de febrero de 1579. Consagrado obispo en Madrid, dedicó la primera mitad de 1579 a reclutar un grupo de dominicos que le acompañase a Filipinas. En mayo de 1579, ya estaban todos en Sevilla, pero por desconocidas razones su estancia se alargó durante un año. El 1 de junio de 1580 partía de Sanlúcar y el 25 de agosto llegaba a Veracruz. Allí vio, con pesadumbre, morir, menos dos, a todos los dominicos que le acompañaban. Intentó recomponer el grupo con frailes de Nueva España, pero en vano. El 29 de marzo de 1581, en el galeón San Martín, Salazar cruzó el Pacífico rumbo a su sede. Con el obispo viajaron religiosos de distintas Órdenes y algunos clérigos, pero entre todos sobresalía el jesuita Alonso Sánchez, quien desde ese viaje pasó a ser el consejero del obispo. En julio, el navío embocaba el estrecho de San Bernardino, pero los vientos desviaron la ruta del barco hacia Sorsogón, desde donde el prelado hubo de caminar hacia Manila.

El 17 de septiembre de 1581, el primer obispo de Filipinas hacía su entrada en Manila. Un mes tardó Salazar en tomar el pulso de su diócesis. Muchas eran las cuestiones a resolver, de modo que el 16 de octubre de 1581 convocó el primer sínodo de Manila, a fin de remediar los males que afligían a la naciente Iglesia local. La asamblea diocesana duró hasta 1586. Mientras, Salazar ponía en marcha todo un plan apostólico para la diócesis; tuvo sus fricciones con los agustinos por el problema de la exención de los frailes e intentó resolver el tema de la evangelización de los chinos de Manila. En suma, el proceso de evangelización y cristianización de las islas dio un enorme salto hacia adelante.

Con la llegada de los primeros dominicos en 1587, Salazar mudó de parecer en algunos de los puntos de su pensamiento. A partir de ese momento, aparece como un sólido discípulo de Las Casas. Se enfrentó al gobernador Dasmariñas y a los encomenderos en la cuestión de la justicia de los tributos pedidos a los naturales, aunque en la base de todo estaba la duda sobre la justicia de la dominación española. Los enfrentamientos con las autoridades civiles obligaron a Salazar a viajar a España en 1591. Tenía setenta y nueve años y se expuso a atravesar los dos grandes océanos y el terrible cruce de México. En 1593, llegó a Madrid, y aquí comenzó la última estación de su dura peregrinación: presentó sus Memoriales, pero ni el Consejo ni el Rey le hicieron caso. Pobre y enfermo se retiró al Convento de Santo Tomás de Madrid, donde falleció el 4 de diciembre de 1594. Después de muerto, logró lo que había solicitado sin lograrlo en vida: dividir las Filipinas en cuatro diócesis y lograr una revisión de la dominación española sobre aquellas islas.

 

Obras de ~: Institución, modo de rezar, y milagro e indulgencias del Rosario de la Virgen María Nuestra Señora [...], México, 1576; Tratado del título que los reyes de España tienen para ser señores de las Indias, Madrid, 1593; De modo quo Rex Hispaniarum et eius loco tenentes habere teneantur in regimine Indiarum, s. f.; Memoriales, s. f.

 

Bibl.: J. López, Quinta parte de la Historia general de Santo Domingo y de su Orden de Predicadores, Valladolid, Juan de Rueda, 1621; A. Dávila Padilla, Historia de la fundación y discurso de la Provincia de Santiago de Méjico de la Orden de Predicadores, Bruselas, 1625; D. Aduarte, Historia de la Provincia del Santo Rosario de la Orden de Predicadores en Filipinas, Japón y China, Manila, 1640 (reimp. vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1962); H. Ocio, Compendio de la reseña biográfica de los religiosos de la Provincia de Nuestra Señora del Rosario de la Orden de Predicadores, Manila, Colegio de Santo Tomás, 1895; F. Colin y P. Pastells, Labor evangélica de los obreros de la Compañía de Jesús en las Islas Filipinas, vols. I-II, Barcelona, Imprenta y Litografía de Henrich, 1900; J. Cuervo, Historiadores del convento de San Esteban de Salamanca, vols. I-III, Salamanca, Imprenta Católica Salmanticense, 1914-1915; L. Hanke, Cuerpo de documentos del siglo xvi sobre los derechos de España en las Indias y Filipinas, México, Fondo de Cultura Económica, 1943; P. Fernández, Dominicos donde nace el sol, Barcelona, Imprenta Yuste, 1958; M. González Pola, Episcopologio dominicano en Filipinas, Madrid, 1992; E. Neira, Misioneros dominicos en el Extremo Oriente 1587-1835, Manila, Misioneros Dominicos del Rosario, 2000; L. Gutiérrez, Domingo de Salazar o.p. First bishop of the Philippines: 1512-1594. A study of his life and work, Manila, Universidad de Santo Tomás, 2001.

 

Miguel Ángel Medina, OP

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