Blancas de San José, Francisco. Tarazona (Zaragoza), c. 1556 – Océano Pacífico rumbo a México, 1614. Dominico (OP), evangelizador, filólogo y primer impresor en Filipinas.
Nació en Tarazona hacia 1556. De inteligencia precoz, a los siete años ya era capaz de leer y escribir, de forma que sus padres decidieron enviarle a la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid). Tenía trece años. Dos años más tarde, y movido por un sermón predicado por un dominico de Alcalá, abandonó el segundo año de Artes y pidió el hábito en el convento de la Madre de Dios de Alcalá de Henares.
Terminado el noviciado, y realizada su profesión en 1572, fue asignado al convento de Santa Cruz de Segovia. Allí continuó sus estudios de Artes y Teología, en un ambiente de profunda observancia. El aprovechamiento en los estudios fue ocasión para que, sin haber recibido la ordenación sacerdotal, se le encomendara la tarea de enseñar Artes en el convento de Piedrahíta (Ávila). Sin embargo, la verdadera vocación de fray Francisco era el púlpito. Dejando la cátedra, con el visto bueno de los superiores, se dedicó a la predicación. Contaba para ello, además de con las disposiciones naturales y religiosas más preciadas, con la suficiente ciencia teológica y de la Sagrada Escritura. El primer púlpito que tuvo, como predicador de título, fue el de San Antonino de Yepes. Acreditado ya en aquel puesto, le asignaron a su convento de Alcalá, donde todas las Órdenes procuraban colocar a sus oradores más preclaros. Y con ser fray Francisco tan mozo —todavía no contaba treinta años de edad—, alcanzó pronto merecido renombre entre doctores, catedráticos y estudiantes de la universidad por la claridad y sustancia de sus predicaciones.
En ese convento lo encontró fray Miguel de Benavides en 1594 cuando preparaba la tercera expedición de frailes rumbo a Filipinas. Contagiado por el desafío de Oriente, se apuntó a la expedición, haciéndose a la vela el 21 de julio; el 30 de septiembre llegaban a San Juan de Ulúa (hoy México). Atravesado el territorio mexicano y resueltas numerosas dificultades, se hacían nuevamente a la vela en Acapulco el 23 de marzo de 1595 y llegaba a Manila el 12 de junio de ese año.
Llegado a Manila, pronto se descubrió su valía, por lo cual los superiores decidieron asignarle a la provincia de Bataán, cercana a Manila. La primera tarea que se impuso fue aprender el tagalo, instrumento indispensable para realizar su ministerio evangelizador en aquella provincia. Tan bien aprendió aquella lengua que pronto fue un consumado conocedor de todos sus secretos, de forma que decidió ayudar a otros misioneros mediante la confección de un Arte y reglas de la lengua tagala. También ayudó a la cristianización de las costumbres de los naturales, componiéndoles en su lengua libros de devoción y numerosas canciones, para que olvidaran sus coplas antiguas. Y como entonces no había imprenta en Filipinas, procuró, con la ayuda de un cristiano chino, hacerse con lo necesario para establecer la primera imprenta en el archipiélago, de forma que las obras compuestas para la evangelización pudieran tener amplia difusión. Por todo ello, es considerado el príncipe de los escritores en lengua tagala y fundador de la imprenta en Filipinas.
Después de la larga estancia en Bataán, en 1604 es asignado al convento de Santo Domingo de Manila como predicador general. En 1608 vuelve a Bataán, y en 1610 es asignado a la casa de San Gabriel de Binondo. En 1614 es nombrado procurador de la provincia y definidor para el Capítulo General que se celebraría en Bolonia en 1615. Embarcado en Cavite, no llegó a México; la muerte le sobrevino mientras cruzaba el océano Pacífico.
Obras de ~: Libro de las excelencias del Rosario de Nuestra Señora y sus misterios, Binondo, 1602; Postrimerías o libro de los Cuatro Novísimos, Binondo, 1605; Memorial de la vida cristiana, Binondo, 1606 (Manila, 1835); Arte y reglas de la lengua tagala, Tomás Pinpín, 1610 (Manila, Imprenta nueva de Don José María Dayot, 1832); Librong ponagpapalamnan [...], Manila, 1792 (6.ª impr.).
Bibl.: A. Fernández, Historia eclesiástica de nuestros tiempos, Toledo, Viuda de Pedro Rodríguez, 1611; D. Aduarte, Historia de la Provincia del Santo Rosario de la Orden de Predicadores en Filipinas, Japón y China, Manila, 1640 (reimp. vol. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1963); J. Peguero, Historia en compendio de la Provincia de Nuestra Señora del Rosario de Filipinas de la Orden de Predicadores, Archivo Provincial de Nuestra Señora del Rosario (Ávila), ms. 1691; M. Velasco, Bio-bibliografía de los religiosos de la Provincia de Nuestra Señora del Rosario de la Orden de Predicadores, vol. I, Manila, Santo Tomás, 1950, págs. 133-157; J. Gayo, Doctrina Christiana. Primer libro impreso en Filipinas, Manila, Santo Tomás, 1951; P. Fernández, Dominicos donde nace el sol, Barcelona, 1958; E. Neira, Misioneros dominicos en el Extremo Oriente 1587-1835, Manila, Life Today Editions, 2000.
Miguel Ángel Medina, OP
