Valadés, Diego. Tlaxcala (México), 1533 – Roma (Italia), III.1584 post. Misionero franciscano (OFM) de México y escritor.
A pesar de lo mucho que se ha intentado esclarecer su origen, solamente se considera probado el hecho de que fue hijo del conquistador español de su mismo nombre, habido, según unos, de su legítimo matrimonio y, según otros, de una indígena de Tlaxcala.
Durante su juventud sirvió de intérprete al franciscano fray Pedro de Gante en la escuela que éste fundó con posterioridad a 1524 junto al Convento de San Francisco de la capital.
Hacia 1550, él mismo se hizo también franciscano y en 1556 fue ordenado sacerdote una vez concluidos sus estudios de Filosofía y Teología, materia esta última en la que tuvo por maestro, entre otros, al célebre franciscano francés Juan Focher, con el que se volvería a relacionar más tarde desde el punto de vista intelectual.
Los quince años siguientes los invirtió en dos labores principales: desde 1558 hasta 1562, en la evangelización y pacificación de los indios chichimecas en Zacatecas y Durango, entre los cuales —como él mismo relata— “a duras penas pudo escapar de la furia de aquellas gentes con grave peligro para él y para sus compañeros, pero perdiendo todos libros y viendo frustrados los trabajos y desvelos que le había costado el reunirlos desde su juventud”, mientras que desde 1562 hasta 1570 ejerció el profesorado en el Colegio Franciscano de Santiago Tlatelolco, en la Ciudad de México.
En 1571, después de haber dedicado más de veintidós años a predicar a los indios, como él mismo dice, en mexicano, tarasco y otomí, emprendió viaje a España comisionado por sus superiores para gestionar una serie de asuntos de los que sólo consta que entre ellos figuraba el de editar en España la obra del también franciscano Juan Focher titulada Itinerarium catholicum proficiscentium ad infideles convertendos, inconclusa por su autor a su muerte en 1572, la cual aparecería editada en Sevilla en 1574.
Él mismo afirma también a este respecto que le había costado mucho trabajo hacerse con el manuscrito (parece insinuar que lo había perdido, junto con sus libros, a causa de la rebelión de los chichimecas), a lo que añade que había enriquecido y corregido una obra “que allana y dispone el camino a los que marchan a convertir infieles” por la razón que él mismo amplía en otro pasaje.
Comprensible desconocedor de lo que el dominico Bartolomé de Las Casas había escrito en 1522 en su obra titulada Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión y de lo que el franciscano alemán Nicolás Herborn había comunicado a toda la orden en la circular en latín que le dirigió en 1532, Valadés califica de realmente deplorable el hecho de que nadie hasta entonces se hubiera preocupado seriamente de dar “normas ciertas” sobre cómo predicar el evangelio a los indígenas americanos, razón por la cual había habido muchos que habían puesto “sus manos inexpertas” en este menester, engañándose “miserablemente a sí mismos y a cuantos estaban llamados a iluminar, convirtiéndose en guías ciegos de otros ciegos”. Para esa fecha de 1574 ya había realizado una serie de gestiones que son desconocidas pero que no debían ser muy urgentes toda vez que, apenas llegado a España, prosiguió viaje a París para entrevistarse con el superior general de la orden, que en ese momento se encontraba en la capital francesa, prescindiendo del doble e ineludible requisito de presentarse antes al comisario general franciscano de Indias, residente en Madrid, y luego al presidente del Consejo de Indias, Juan de Ovando, por estar tramitando asuntos americanos.
Parece que, además de urgentes, estos asuntos eran también delicados y hasta religiosa o políticamente peligrosos pues su compañero en México, el historiador fray Jerónimo de Mendieta, que llegó a conocerlos pero que no los descubre, le decía en marzo de 1572 a Ovando, después de hablar con el propio Valadés en Vitoria, que “de los negocios que él entiende tratar yo no tengo nada que decir más que de ellos mismos coligirá V. S. si son en servicio de Dios y de S. M. para conforme a esto proveer cerca de ellos”.
La tramitación de estos asuntos ya la tenía concluida en octubre de 1573, fecha en la que firma en Sevilla su intervención en la obra de Focher, lo que parece indicar que lo hizo con motivo de su inminente aparición, pero desde este momento su biografía vuelve a eclipsarse hasta 1575.
En esta fecha fue nombrado procurador general de la Orden ante la Santa Sede por el mismo superior general franciscano con el que se había entrevistado cuando llegó a España procedente de México en 1571, lo que lo obligó a trasladarse a Roma. En este nuevo cargo, que para muchos resultó sorprendente, no se mantuvo más que cuatro años, es decir, su período mínimo de duración normal, porque en abril de 1577 obtuvo una bula por la que el Papa autorizaba la construcción de dos hospitales en América y la concesión de una indulgencia plenaria a todos los que muriesen cristianamente en ellos.
La obtención de este documento sin conocimiento del comisario general franciscano de Indias ni del embajador de España ante la Santa Sede fue considerada por la Corona española como una grave intromisión pontifica en América, por lo que Felipe II exigió inmediatamente la destitución de Valadés de su cargo de procurador, junto con su expulsión de Roma.
Protegido, como él mismo afirma, por la Santa Sede, encontró acogida en los estados pontificios y más concretamente en Perusa, donde en 1579 publicó su Rhetorica christiana ad concionandi et orandi usum, en cuyas seis partes y 124 capítulos expone detalladamente las normas que debía observar todo buen predicador, basadas sobre todo en los escritores clásicos griegos y romanos, pero sin desconocer a los mejores humanistas españoles contemporáneos suyos.
Desde Perusa regresó de nuevo a Roma en 1581, fecha en la que fue nombrado por el Papa miembro de la Comisión Romana Antimagdebúrgica, encargada de refutar las afirmaciones anticatólicas de las denominadas Centurias de Magdeburgo, a las que en ese mismo año de 1981 comenzó a oponer unas Assertiones catholicae contra prsecipuos aliquot hareticoum errores, que no llegó a editar y que siguen estando inéditas, en las que trata de demostrar la veracidad de diecisiete afirmaciones o hechos favorables a la Iglesia.
La última fecha en la que aparece con vida es en el mes de marzo de 1584 tramitando en Roma asuntos de reliquias.
Obras de ~: Rhetorica christiana ad concionandi et orandi usum accommodata utriusque facultatis exemplis suo loco insertis, quae quidem ex indorum maxime deprompta sunt historiis unde praeter doctrinam summa quoque delectatio comparabitur, Perusa, 1579.
Bibl.: L. Oliger, “De vita et scriptis Didaci Valadés, OFM, missionarii in Mexico et generalis procuratoris Ordinis”, en Archivum Franciscanum Historicum (Quaracchi), 36 (1943), págs. 32-53; F. de la Maza, Fray Diego Valadés. Escritor y grabador franciscano del siglo xvi, México, Jus, 1945; E. J. Palomera, Fray Diego Valadés, OFM, evangelizador humanista de la Nueva España. Su obra, México, Jus, 1962; Fray Diego Valadés, OFM, evangelizador humanista de la Nueva España. El hombre y su época, México, Jus, 1963; I. Vázquez Janeiro, “Diego Valadés. Nueva aproximación a su biografía”, en Archivo Ibero-Americano (Madrid), 47 (1987), págs. 843-871; C. J. Alejos-Grau, Diego Valadés, educador de Nueva España. Ideas pedagógicas de la “Rethorica Christiana” (1579), Pamplona, Universidad de Navarra, 1994.
Pedro Borges Morán