Jorge y Galván, Antonio. Zaragoza, 27.IV.1717 baut. – Granada, XII.1787. Obispo de Zamora, arzobispo de Granada.
Fue bautizado el 27 de abril de 1717 en la parroquia del Pilar de Zaragoza, y sus padres fueron Lorenzo y Josefa. En esa misma ciudad se ordenó sacerdote en 1743, y cursó estudios universitarios en la Universidad de Alcalá de Henares, donde obtuvo el título de maestro en Sagrada Teología en 1747. Antes de su nombramiento como obispo de Zamora, desempeñó cargos de responsabilidad en su iglesia metropolitana como deán y ejerció como gobernador de la misma en distintas ocasiones, según informes del proceso consistorial (1767), estudiado por el doctor Gómez Ríos.
Una vez cerrado este proceso por el nuncio en Madrid, el 21 de marzo de 1767, el papa Clemente XIII expidió una bula de nombramiento como obispo de Zamora el 27 de abril del mismo año, y el monarca Carlos III otorgó su Real Provisión el 2 de junio de 1767. Tomó posesión de su sede el deán de Zamora, Antonio Vargas, por poder expedido en Zaragoza, el 8 de junio de 1767. Fue consagrado en el palacio arzobispal de Zaragoza el día 5 de julio. Y, finalmente, el día 6 de septiembre entró por primera vez en su catedral zamorana, como así se refleja en las actas capitulares.
Fue presentado por el Monarca tras la muerte de su antecesor para la sede zamorana, Isidoro Cabañillas.
El obispo Jorge y Galván fue el más sobresaliente de los obispos zamoranos de la segunda mitad del siglo xviii y un ejemplo de obispo ilustrado, según la doctora Sevilla Pérez. Formaba parte de una elite religiosa bien formada culturalmente y vinculada a los proyectos de una iglesia ilustrada de la Corona. Estos prelados constituyeron unos eficaces agentes para suprimir las prácticas supersticiosas, elevar el nivel cultural de la sociedad desde la base, desatendida por el Gobierno, y la difusión de las doctrinas jansenistas, etc.
Fue un buen doctor, pastor y padre. Como doctor ejerció su poder de magisterio legislando en el sínodo convocado un año más tarde de su entrada en 1768 o aprobando las primeras constituciones de la Academia de Teología Moral Santo Tomás.
Este sínodo fue el segundo de la época moderna después del celebrado en 1584 por el prelado Juan Ruiz de Agüero. A juicio de Gómez Ríos, estas constituciones guardan como notas distintivas la asignación de un “salario” anual que debían cobrar los párrocos y el clero simple.
Como pastor ejerció su poder de ministerio a través de la administración de los bienes y rentas, y llevó a cabo la reforma beneficial de la diócesis, y además fue un impulsor de obras de beneficencia.
La protección a los más necesitados fue el campo donde mayor huella dejó entre sus contemporáneos.
La fundación de la Casa Galera en 1768, con el fin de recoger a las mujeres delincuentes y prostitutas para reinsertarlas a través del trabajo en una fábrica de confección de paños y mantas, supuso el máximo exponente. El obispo aportó unas casas para la sede de la institución que previamente le había cedido su Cabildo catedralicio. A este proyecto totalmente moderno hay que añadir el aumento de la renta a dos salas del Hospital de Mujeres, Hospital Sotelo para maternidad, y adquirió a su costa dos aparatos para hacer reaccionar a los ahogados, según la doctora Sevilla Pérez.
Si fue ejemplar en la beneficencia, no menos eficaz fue en la administración del patrimonio diocesano.
La iniciativa más clarificadora en este sentido la muestra su proyecto de organización del archivo episcopal materializado en el Libro Becerro (1772-1773).
En el prólogo describe cómo, cuando entró en el obispado, “no tenía la Mitra archivo [...] ni libro alguno”, y relata los problemas que conlleva el no poder conocer sus propiedades ni exigir a los arrendatarios la renta. Asimismo, edificó el palacio episcopal de Fuentesaúco, villa de señorío episcopal desde el año 1128.
En 1769 mandó a los párrocos la elaboración de informes para poder confeccionar el Proyecto de Reforma Beneficial con el objeto de racionalizar los beneficios eclesiásticos. Estas reformas tuvieron como marco legal el Concordato de 1753. En opinión de la doctora Sevilla, la reforma fue altamente beneficiosa.
La fijación de una nueva tasa sinodal impidió nuevas fundaciones con rentas exiguas, la supresión de parroquias incongruas, la conversión de anexos en curatos propios y la reducción de beneficios y capellanías que mejoró notablemente la estructura de la diócesis.
Fue en este mismo año 1769 partidario de la expulsión de los jesuitas, y en su colegio se fundó años más tarde el seminario conciliar de la diócesis.
En 1775 fue nombrado arzobispo de Granada, desde donde siguió desarrollando sus proyectos de beneficencia.
Bibl.: A. Martín Vázquez, “La Casa Galera y fábrica de paños de Zamora: ejemplo de beneficencia eclesiástica en el siglo xviii”, y M. A. Sevilla Pérez, “La reforma beneficial en la diócesis de Zamora”, en Anuario 1994, Zamora, Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, 1994, págs. 481- 508 y págs. 509-525, respect.; M. A. Sevilla Pérez, “Estructura socioeconómica de la Diócesis de Zamora en la segunda mitad del siglo xviii”, en Studia Zamorensia (Zamora, Universidad Nacional de Educación a Distancia), 2.ª etapa (1995), págs. 83-121; M. Gómez Ríos, Los obispos de Zamora (1600- 1900), de los documentos del Archivo Secreto Vaticano, Zamora, Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, Diputación, 2000.
José Carlos Lera Maíllo