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Pedro Fernández de Recalde

Biografía

Fernández de Recalde, Pedro. El provincial santo. Vilvestre (Salamanca), c. 1527 – Salamanca, 22.XI.1580. Fraile dominico (OP) y teólogo en Trento.

Entró en la Orden de los Frailes Predicadores en el convento de San Esteban, Salamanca, en 1546, profesando en el mismo convento el 15 de junio de 1547 en manos de fray Cristóbal de Córdoba, prior del convento de San Esteban de Salamanca. Fiel a la observancia regular, desarrolló las virtudes cristianas, especialmente la prudencia. Discípulo de Domingo de Soto, Melchor Cano, Diego de Chaves y Pedro de Sotomayor en la Universidad de Salamanca, y condiscípulo de Bartolomé de Medina, Domingo Báñez, Domingo de Guzmán y de los obispos misioneros Pedro de Feria, Juan de Montalvo y Domingo de Salazar, fue colegial en el colegio de Santo Domingo de la Cruz en Salamanca, que los duques de Béjar fundaron en el campus de San Esteban el 18 de junio de 1533, extinguido hacia 1551 por falta de apoyo.

Transcurridos diez años de estudiante (1547-1557) y defendidas siete tesis, la primera sobre la creación y las demás sobre el sacramento del matrimonio en el Capítulo Provincial de Plasencia el 18 de octubre de 1557, comenzó a enseñar públicamente Teología, en calidad de lector, el 15 de noviembre de 1557 en el convento de Santa Cruz la Real de Segovia, uno de los cuatro centros de estudios de la provincia de España, después de haber desarrollado el árido ciclo de Artes con los estudiantes dominicos; las urgencias pastorales le impulsaron al estudio de la Teología. El 29 de diciembre de 1558, fiesta de santo Tomás Cantuariense, duodécimo aniversario de su profesión religiosa y segundo aniversario de su profesorado teológico, terminó su explicación del sacramento del matrimonio y por lo mismo a toda la materia de los sacramentos según el orden de la Suma de Teología de santo Tomás de Aquino. El 7 de febrero de 1561 comenzó a redactar los Comentarios a la Primera sección de la Segunda Parte de la Suma de Teología. En el Capítulo General de Aviñón, celebrado en la fiesta de Pentecostés de 1561, fue confirmado en el grado de presentado o licenciado, que había recibido el año anterior en el Capítulo Provincial de Piedrahíta.

Estando en Segovia leyendo la Suma de Teología, empezado ya su quinto año consecutivo, el 25 de enero de 1562 recibió el mandato de Felipe II de asistir al concilio de Trento, en su tercer período, en compañía del teólogo dominico Juan Gallo, llegando a esta ciudad el 8 de septiembre del mismo año. Estuvo presente en la congregación de teólogos del 25 de septiembre de 1562 sobre el sacramento del orden.

Al examinar el texto de 1.ª carta de San Pedro 2, 9, Fernández, siguiendo el parecer del fraile dominico portugués Francisco Forerio, teólogo del rey de Portugal, interpretó el versículo, en primer lugar, referido al sacerdocio veterotestamentario en general (Éxodo, 19, 6), que san Pedro aplica, no a cada fiel cristiano, sino al pueblo cristiano en conjunto, en cuanto reino sacerdotal conducido por los sacerdotes; y, en segundo lugar, el texto petrino pudiera referirse a todos los fieles cristianos, en sentido amplio, llamados a ofrecer sacrificios espirituales en el altar de la conciencia. Durante el tratamiento conciliar del sacramento del orden en Trento sobre si el episcopado era superior al presbiterado, surgió entre algunos la pregunta de si el episcopado era sacramento distinto del sacramento del presbiterado.

En la congregación de teólogos del 4 de febrero de 1563 se reflexionó sobre los dos primeros artículos del sacramento del Matrimonio, y el 15 del mismo mes, al exponer su voto, que había terminado de preparar en el convento de San Lorenzo de los frailes dominicos de Trento, el 28 de enero de 1563, fiel discípulo de Melchor Cano, defendió por la mañana y por la tarde, fue la única vez que habló en público en el concilio, que el ministro de este sacramento era el sacerdote, pues el consentimiento mutuo era común a todos los matrimonios y la bendición del sacerdote, es lo que distingue al sacramento del matrimonio cristiano, de tal modo que la forma sacramental son las palabras del ministro y la materia el mutuo consentimiento.

Esta doctrina, hábil y brillantemente defendida por Fernández y con agrado escuchada entonces, fue abandonada ante la doctrina que prevaleció posteriormente en el aula conciliar. Al finalizar el concilio de Trento con la sesión de clausura, habida el 4 de diciembre de 1563, pasó Fernández, en compañía de Gallo, por Roma y Bolonia, donde se celebró Capítulo General a mediados de marzo de 1564.

Al regresar a España a su convento de Segovia, Pedro Fernández fue elegido prior por los conventuales de Santa Cruz la Real de Segovia en 1564, dedicándose desde entonces al gobierno más que a las aulas.

Posteriormente, fue elegido prior en el convento de San Ginés de Talavera de la Reina. Residiendo en este convento, fue presentado en el Capítulo de Valladolid al grado de maestro en Sagrada Teología en 1568, siendo confirmado este grado en el Capítulo General de Roma, el 3 de junio de 1571. Finalmente, el 21 de septiembre de 1571 fue elegido prior del convento de San Esteban, Salamanca, y siendo prior de San Esteban, continuó la construcción de la monumental iglesia.

El 12 de junio de 1573 está fechada la confirmación de provincial en la persona de Pedro Fernández; la provincia de Castilla o de España estaba integrada entonces por cerca de dos mil frailes.

El provincial Fernández se distinguió por aumentar la disciplina regular, aplicando los decretos del concilio de Trento y procediendo con suma prudencia y sobre todo con el ejemplo, al ser un religioso virtuoso, discreto y bien entendido en las cosas de su Orden religiosa. No obstante, las pruebas normales en todo superior, que sobrellevó varonilmente, su fama trascendió las fronteras de la provincia de Castilla y el Regente de Portugal, el cardenal Enrique, propuso a fray Pedro Fernández para suceder a Serafín Cavalli en calidad de maestro general de la Orden de los Frailes Dominicos, tal vez advertido de las cualidades del maestro Fernández por fray Luis de Granada.

Siendo provincial de Castilla, Pedro Fernández mandó recoger noticias por todos los conventos, en conformidad con lo ordenado por el Capítulo General de 1569, en orden a redactar una gran crónica de la Orden de los Frailes Dominicos. El material recogido por Alonso Muñoz se depositó en un archivo creado al efecto en el convento de San Esteban de Salamanca; esta documentación aumentó con el precepto de Fernández de enviar al convento de San Esteban los documentos de otros conventos de la provincia; norma que debió molestar a algunos, pues el siguiente provincial mandó que tales documentos volvieran a sus anteriores dueños. En fin, de esta documentación se sirvió el maestro Hernando del Castillo, prior entonces de Nuestra Señora de Atocha, Madrid, para la redacción de las dos primeras centurias de la Historia General de Santo Domingo y de su Orden de Predicadores, 1584 y 1592.

Pedro Fernández, siendo provincial, intervino ante el inquisidor general para que se tratara con mayor comedimiento a los religiosos de la Orden de Santo Domingo, honrándolos, pues sus letras y virtud lo merecen, debido a que en una ocasión fueron llamados al Santo Oficio de Valladolid los padres Fernández, provincial, Gutiérrez, prior de San Pablo de Valladolid, y Báñez, regente del colegio de San Gregorio, por asuntos relativos al discernimiento de si se había dado o no verdadera solicitación en el sacramento de la penitencia, negocio que quedó sometido a la Inquisición desde el 16 de abril de 1561 por el Breve Cum sicut nuper de Pío IV.

Nombrado Pedro Fernández visitador del Carmen calzado de la provincia de Castilla por bula de 20 de agosto de 1569 de san Pío V en calidad de comisario apostólico, a propuesta de Felipe II, siendo prior en el convento de Talavera de la Reina, cumplió la misión en humildad y buen ejemplo el tiempo encomendado, hasta el 3 de agosto de 1574. Dotado Fernández del don de discernimiento, no dejándose llevar por el entusiasmo que suscitaba fácilmente santa Teresa de Jesús, pronto advirtió que se encontraba ante una mujer de bien, templada e inteligente, a quien gustaba andar siempre en verdad. Fernández fue partidario de la separación de los calzados y descalzos, pues sabía bien cómo vivían unos y otros entonces, que era una de las condiciones para hacer un buen discernimiento en la pregunta pertinente.

Ayudó a santa Teresa de Jesús en el cumplimiento de su misión reformadora, siendo responsable de su nombramiento como priora del monasterio de la Encarnación, cargo que aceptó con la decisión de seguir cumpliendo la primera regla, según documento firmado el 17 de julio de 1571 en Medina del Campo.

Teresa de Jesús afirma en la Carta 305, que al padre maestro Pedro Fernández, junto con Juan López de Velasco y Luis Manrique, deben todo el bien que tienen.

En el Breve del papa Gregorio XIII, fechado el 3 de octubre de 1580, donde se declaraba la autonomía de los carmelitas reformados, señalaba al padre maestro fray Pedro Fernández ejecutor de la separación.

Cuando vino a Salamanca el padre Jerónimo Gracián, desde Elbas, Extremadura, donde se hallaba la Corte de Felipe II, para comunicarle el encargo pontificio, lo encontró gravemente enfermo.

Santa Teresa de Jesús describió al padre maestro Pedro Fernández como “persona de muy santa vida, de grandes letras y entendimiento” (Libro de las fundaciones, 28); “muy avisado y letrado” (Carta 30), “que no sólo es santo aquel su amigo, sino sábelo mostrar”, dice al padre Báñez (Carta 54). “Este Padre me da la vida, que no creo se engañará conmigo como todos, que quiere Dios darle a entender cuán ruin soy y así a cada paso me coge en imperfecciones” (Carta 31).

Además, era muy atento con la santa, no ingrato como el tan ocupado Domingo Báñez, escribe la santa (Carta 139): “Séalo él [prelado] muchos años” (Carta 60). “Ninguna cosa hizo sin decírmelo”, escribe santa Teresa de Jesús (Carta 360).

El 25 de octubre de 1580 Fernández se encontraba en el convento de San Esteban, Salamanca, muy grave, según manifiesta santa Teresa de Jesús (Carta 344).

El 20 de noviembre, afirma que no ha muerto, pero que está muy grave (Carta 346). Dos días más tarde, falleció el maestro Pedro Fernández, siendo por segunda vez prior en su convento salmantino desde hacía un año, consumido por su austeridad y la entrega al servicio de los hermanos en la voluntad de Dios. El mismo 22 de noviembre fue sepultado en el Capítulo del convento de San Esteban, hoy llamado Panteón de Teólogos.

Formado fray Pedro Fernández en el ámbito de la Segunda Escolástica, movimiento iniciado por Francisco de Vitoria (muerto en 1546) en el convento de San Esteban, sus manuscritos autógrafos, llenos de noticias biográficas, manifiestan su admiración por la doctrina y santidad de Tomás de Aquino. Fernández fue un religioso de gran virtud y muy vivo espíritu cristiano, que vivió en la edad dorada del celebérrimo convento salmantino de San Esteban. En la historia del convento y de la provincia, la memoria de Pedro Fernández ha pasado a la posteridad con el epígrafe y sobrenombre de “el Provincial Santo”, sin prejuzgar el juicio definitivo de la Iglesia. Lástima que la línea de vida dominicana, gestada por Hurtado de Mendoza en Salamanca, y mantenida en este cenobio por figuras como Fernández, Báñez y Medina, terminara poco después ante el empuje de un nuevo grupo joven que tenía su centro en Valladolid.

 

Obras de ~: Petri Hernández quaestiones quodlibeticae de Matrimonio, Biblioteca Vaticana (BV), procedencia Altaemps Códice Ottob. n.º 1040, ms. autógrafo (inéd.); De ministro sacramento Matrimonii, BV, Códice Ottob. n.º 1040, ms. autógrafo (inéd.); Relectio de Sacramentis in genere, BV, Códice Ottob. n.º 1040, ms. autógrafo (inéd.); Adnotationes in Primam secundae Divi Thomae, BV, Códice Ottob. n.º 1050, ms. autógrafo (inéd.); In secundam secundae Sancti Thomae, BV, Códice Ottob. n.º 1039, ms. autógrafo (inéd.); Super quartam partem Sancti Thomae (Suppl), BV, Códice Ottob. n.º 1040, ms. autógrafo (inéd.).

 

Bibl.: “A Fernández (1572-1633)” y “J. de Araya (final s. xvii)”, en Fr. J. Cuervo, Historiadores del Convento de San Esteban de Salamanca, vol. I, Salamanca, Imprenta Católica Salmanticense, 1914, págs. 139-140 y 684-691; Libro de Profesiones del Convento de San Esteban de Salamanca, vol. III, Salamanca, Imprenta Católica Salmanticense, 1915, pág. 822; F. Ehrle, “Los manuscritos vaticanos de los teólogos salmantinos del siglo xvi”, en Estudios Eclesiásticos, 8 (1929), págs. 451-455; S. de Santa Teresa, Historia del Carmen Descalzo en España, Portugal y América, vol. IV, Burgos, El Monte Carmelo, 1936, pág. 481; A. García, El P. Maestro Fr. Pedro Hernández, O.P. y la doctrina atricionista en el tomismo, Manila, Universidad de Santo Tomás, 1936; V. de Jesús María, “Un conflicto de jurisdicción”, en Sanjuanista studia (Roma) (1943), págs. 411-536; V. D. Carro, “Los Dominicos y el Concilio de Trento”, en Ciencia Tomista, 76 (1949), págs. 5-52, 177-257 y 368-455; C. Gutiérrez, Españoles en Trento: Corpus Tridentinum Hispanicum, Valladolid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1951; A. Walz, I Domenicani al Concilio di Trento, Roma, 1961; A. Huerga, “Pedro Fernández, OP, teólogo de Trento y artífice de la reforma teresiana, hombre espiritual”, en VV. AA., Il Concilio di Trento e la riforma tridentina. Atti del Convengo Storico Internazionale (Trento, 2-6 de septiembre de 1963), vol. II, Roma, 1965, págs. 647-665; A. Huerga, “Fernández (Pedro, OP)”, en R. Aubert (dir.), Dictionnaire d’Histoire et de Géographie ecclésiastiques, vol. XVI, París, Letouzey et Ané, 1967, págs. 1099-1101; R. Hernández, “Fernández Pedro, O.P.”, en Q. Aldea, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. II, Madrid, CSIC, Instituto Enrique Flórez, 1972, págs. 916-917; V. Beltrán de Heredia, Miscelánea Beltrán de Heredia. Colección de artículos sobre historia de la teología española, t. II, Salamanca, OPE, 1972, págs. 295-301; Un concilio para la Unión, vol. IIII, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Enrique Flórez, 1981; F. Delgado de Hoyos, “Apunte autógrafo de Fray Pedro Fernández, OP sobre el regale sacerdotium (1 Petr 2, 9) en el Códice Ottob. Lat. 1040 de la Biblioteca Vaticana”, en Anthologica Annua, 38 (1991), págs. 379-386.

 

Pedro Fernández Rodríguez, OP