Nebrija, Marcelo de. ¿Zalamea (Badajoz)?, c. 1490 – ¿La Puebla de Guadalupe (Cáceres)?, c. 1540. Escritor y caballero de la Orden de Alcántara.
Fue el mayor de los cinco hijos del famoso gramático Elio Antonio. Nació probablemente en tierras extremeñas y vivió algunos años con su padre en la corte del maestre de Alcántara Juan de Zúñiga, en las residencias de Zalamea de la Serena o Gata (“fue mi primero señor, que con las migajas de su mesa me crié desde antes que los segundos dientes me nasciesen”). Allí se había trasladado Antonio de Nebrija a fines de 1485 y, según el testimonio gráfico de un precioso códice que contiene las Introductiones latinae, su hijo asistía junto a otros jóvenes a las lecciones que Nebrija dictaba al maestre. Pocos datos seguros se conocen de su vida, aparte de que perteneció a la citada Orden de Alcántara y fue comendador de la Puebla. Según cuenta en el prólogo de su obra, en la carta a fray Juan de Toledo, obispo de Burgos, acompañando a Carlos V en su primer viaje a España, la nave en que regresaba encalló en los bancos de Flandes y hubieron de continuar el viaje por tierra hasta París. Allí halló a Juan de Burgos entregado al estudio y al recogimiento, lo que produjo en Marcelo un fuerte deseo de imitarle y de encontrar otra manera de vida lejos del tráfago de la corte. Llegados a Valladolid (1518), pidió licencia a su comendador mayor para retirarse definitivamente a su humilde encomienda y dedicarse allí a una vida de piedad y meditación. En ese retiro escribe la obra antes citada, la cual envía al obispo para su supervisión. El Emperador le nombró también visitador general de la Orden de Alcántara y supervisor de las obras del Convento de la Orden, así como de la restauración del puente de Alcántara, actividades que al parecer le apartaron de la creación literaria.
De su producción sólo ha llegado hasta hoy una rarísima obra, uno de cuyos dos ejemplares se conserva en la Biblioteca Nacional de España (Madrid), titulada Triaca del alma, sin lugar ni fecha de impresión, aunque probablemente fuera hacia 1520-1530, en Guadalupe. Por el testimonio del propio autor, se sabe que cuando la escribe, “ya su cuerpo ha llegado a edad de quarenta años”. La obra va dirigida a los duques de Alba y comprende tres partes: Triaca del alma, dedicada a Leonor de Toledo, condesa de Alba de Liste; Triaca de amor, a Hernando de Toledo, comendador mayor de Alcántara, y Triaca de tristes, a Beatriz Pimentel, viuda de García de Toledo, distribuyendo así afectos y deudas a las tres casas que siempre habían protegido a la familia del autor, es decir, los Alba, los Estúñiga y los Pimentel. Las tres partes están presididas por el único propósito moralizador de “escrebir los loores de las virtudes y la reprehensión de los vicios”. La primera es una exaltación de la razón y las virtudes, la segunda una diatriba contra el amor y la tercera una consolatoria frente a la tristeza y la muerte.
La de mayor interés es la primera, que da título a toda la obra. Se trata de una larga exposición en verso, escrita para la festividad de la Encarnación y, según el propósito del autor, que incluso la califica de “farsa”, susceptible de ser representada escénicamente “por las devotas religiosas en sus monesterios”, por lo que cuida de no introducir figuras de hombre, sino sólo ángeles y doncellas. Aunque la extensión, la lentitud de la acción y los largos parlamentos doctrinales (que en realidad emparentan la obra con los extensos poemas alegóricos del siglo XV) dificultarían considerablemente su representación y ejecución escénica, la obra ofrece un indudable valor dramático. Relacionada con las representaciones del ciclo de Navidad, su núcleo argumental es la escena de la salutación del ángel y la concepción de la Virgen. A ello superpone el autor un complejo episodio alegórico, no inusual en las representaciones del ciclo de Navidad, consistente en la aparición sucesiva de la Razón y las Virtudes, atributos celestiales concedidos a la Madre del Salvador, que reprenden y adoctrinan a todo el linaje humano y también a la Voluntad dañada del propio autor, quien, arrepentido, decidirá tomar una nueva vida. Esta incorporación del autor mismo a la trama de la obra, hasta cumplirse en él la catarsis dramática, es uno de los más notables logros de la pieza de fray Marcelo.
Obras de ~: Comiença la primera parte desta obra llamada Triaca del Alma. Compuesta por el magnífico y muy noble cavallero frey Marcelo de Lebrixa, comendador de la Puebla, de la orden y cavallería de Alcántara, intitulada a los muy illustres señores don Fernando de Toledo y doña María Enríquez, duque y duquesa de Alva. Con privilegio imperial, s. f.
Bibl.: [Apuntes anónimos sobre la vida y obra de Antonio de Lebrija], s. XVIII-XIX, Biblioteca Nacional de España (Madrid), ms. 8470; F. G. Olmedo, Nebrija (1441-1522). Debelador de la barbarie, comentador eclesiástico, pedagogo, poeta, Madrid, Editora Nacional, 1942; A. Rodríguez Moñino, La imprenta en Extremadura (1489-1800), Madrid, Diputación Provincial, 1945; “Historia literaria de Extremadura. La Edad Media y los Reyes Católicos”, en Revista de Estudios Extremeños, 5 (1949), págs. 414-469.
Miguel Ángel Pérez Priego