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Fernán López de Yanguas

Biografía

López de Yanguas, Fernán. ¿Yanguas (Soria)?, ¿1487? – ?, m. s. XVI. Humanista, preceptor y escritor de teatro del Renacimiento.

Son pocas y casi siempre dudosas las noticias que se poseen acerca de la personalidad de este poeta y dramaturgo renacentista. No obstante, gozaron sus escritos de notable reconocimiento en su tiempo, como atestiguan las referencias que a él hacen Juan de Valdés, Lorenzo Palmireno o, más tarde, Nicolás Antonio. Nacería hacia 1487, probablemente en Yanguas (Soria). Poseía el título de bachiller y tal vez ejerciera de enseñante y maestro de Humanidades en diversos lugares y ciudades. De esa dedicación humanística surgirían con toda probabilidad las numerosísimas obras que compuso con manifiesto propósito didáctico. Entre ellas cabe citar: los Dichos o sentencias de los siete sabios de Grecia, en metros (Medina del Campo, 1543); los Problemas o Cinquenta vivas preguntas con otras tantas respuestas, donde dice recoger doctrinas de Aristóteles, Plutarco y Alejandro Afrodiseo, que presenta en forma de diálogo entre el Deseo y el Reposo; el Diálogo del mosquito, de corte lucianesco, sobre el tema del recognosce homo quia pulvis es y en el que un mosquito, dialogando con el poeta, le hace ver las miserias de la condición humana frente a los cuidados que ha puesto la naturaleza con los demás seres. Interés particular ofrece el Triunfo de locura (Valencia, 1521), debate alegórico en verso, en el que se enfrentan la Locura y la Prudencia, y en el que se advierte influjo más o menos directo del Moriae encomium de Erasmo, especialmente en aspectos de la sátira religiosa contra los teólogos y la vida monástica.

De su actividad dramática, aunque han debido de perderse algunas obras, se conservan varias seguras: la Égloga de la Natividad, la Farsa del Mundo y moral, la Farsa de la Concordia y la Farsa sacramental. Hay que dejar fuera otras dos que, como ha demostrado F. González Ollé, no pertenecen al autor, aunque se le han venido atribuyendo: la Farsa del Santísimo Sacramento, anónima, publicada en 1521, y la Égloga Real, del bachiller de la Pradilla. Últimamente se ha descubierto la Obra llamada Turquesana, escrita en cinco “passos o actos”, sobre la carta que escribió el Turco al papa Clemente VII y cuya materia “es burlar de la soberbia del Turco e alabar a la discreción del Papa e sublimar nuestra fe y ensalzar el ánimo del emperador nuestro señor”.

La Égloga de la Natividad pertenece al ciclo pastoril navideño, en clara dependencia del teatro de Juan del Encina. Pone en escena un diálogo entre cuatro pastores que comentan la nueva del nacimiento de Cristo, según les ha sido anunciado por los ángeles, al tiempo que tañen instrumentos manifestando su júbilo y regocijo. A continuación y tras una extensa alabanza a la Virgen, acuden a adorarla y presentarle sus ofrendas, concluyendo todo con el canto de un villancico.

La obra, escrita en coplas de arte mayor, introduce sobre el tradicional esquema pastoril algunas interesantes novedades. Así, las numerosas referencias al Antiguo Testamento y las frecuentes alusiones mitológicas, que se mezclan y contrastan con la lengua rústica que manejan los pastores. También es curiosa la larga digresión, que introduce el pastor Mingo, sobre la genealogía de Cristo, tomada del texto de san Mateo.

La Farsa del Mundo y moral, compuesta hacia 1524, es una pieza alegórica que tiene por asunto los engaños del Mundo, personaje que embauca al Apetito ofreciéndole los amores de su hermana Venus. Un Ermitaño sacará de su error al Apetito, haciendo comparecer a la Fe, la cual le aconsejará el menosprecio del Mundo y relatará la Asunción de la Virgen, fiesta a la que acaba de asistir ese día en el cielo. La obra está también escrita en coplas de arte mayor y se cierra con un villancico cantado. Aparte del perfecto desarrollo de su trama alegórica, constituyen un notable acierto dramático los diversos monólogos ejecutados por el Mundo y el Apetito (especialmente los vv. 49 y ss., recitados por este último, sobre el tema, ya tratado en el Diálogo del mosquito, de la naturaleza hostil al hombre y favorecedora de las demás criaturas, que alguna vez se ha querido ver como antecedente del monólogo del Segismundo calderoniano). En la segunda parte de la obra resulta curiosa la mezcla de los motivos religiosos de la Asunción con la descripción en términos astronómicos y mitológicos de las zonas celestes por donde asciende la Virgen.

La Farsa de la Concordia, de hacia 1529, está escrita en quintillas de pie quebrado y dividida en cinco actos.

La obra celebra la Paz de Cambray o “Paz de las Damas”, firmada en 1529 entre Francia y España, y tiene como propósito moral mostrar los males que ocasiona la guerra y los bienes que se derivan de la paz. En esta obra se aproxima Yanguas a la exposición irenista de Erasmo en su Querela pacis, obra que se reeditó en castellano en esa misma fecha de 1529.

La farsa se vale de una sencilla trama alegórica, en la que intervienen numerosos personajes, como Correo, Tiempo, Mundo, Paz, Justicia, Guerra, Descanso, Plazer: la Paz manifiesta su júbilo ante la concordia alcanzada, en tanto que la Guerra lamenta su derrota y es increpada por Justicia. Muchos son, en efecto, los versos de la farsa que reflejan ideas de la obra de Erasmo, como aquellos que recogen las quejas de la Paz lamentando haber encontrado mayor hospitalidad entre las fieras que entre los hombres, o la enumeración de los males de la guerra (hace lo sacro profano, es reino de ladrones y asesinos, es causa de todo tipo de violaciones, los mayores daños recaen sobre los labradores), o incluso la propuesta de que la única guerra que puede tener justificación es la que se emprenda contra los turcos.

La más estudiada y discutida de las obras del autor, es quizá la Farsa sacramental, hoy sólo conocida por los fragmentos que reprodujo E. Cotarelo en 1902 del manuscrito en que se hallaba. Compuesta probablemente hacia 1520, es una de las primeras piezas eucarísticas conocidas, lo que ha llevado a algunos críticos a considerarla como el primer “auto sacramental”.

Dejando aparte esa cuestión de prioridades, siempre discutida y susceptible de revisión, la obra de Yanguas posee el gran interés de documentarnos una de las primeras fases de gestación de aquellas representaciones sacramentales. Este tipo de obras, sin tradición dramática medieval, adoptó desde muy pronto los esquemas compositivos de otras representaciones ya creadas, especialmente las de Navidad. Esa traslación estructural del teatro navideño al eucarístico es la que, en fecha temprana, refleja la Farsa sacramental.

Ésta, efectivamente, pone en escena aquel esquema dramático repetido en tres cuadros, si bien aplicado a una celebración nueva: el diálogo de los pastores, la aparición del ángel que les anuncia y adoctrina ahora sobre el misterio de la Eucaristía que se celebra y, finalmente, la adoración en la que entonan los pastores diversos himnos sagrados, todo dirigido a la exaltación del sacramento.

 

Obras de ~: Cuatro obras del bachiller Hernán López de Yanguas, ed. de A. Pérez Gómez, Cieza, El ayre de la almena, 1960; Fernán López de Yanguas. Obras dramáticas, ed. de F. González Ollé, Madrid, Espasa Calpe, 1967.

 

Bibl.: E. Cotarelo y Mori, “El primer auto sacramental del teatro español y noticia de su autor, el bachiller Hernán López de Yanguas”, en Revista de Archivos Bibliotecas y Museos, 6 (1902), págs. 251-272; A. Bonilla y San Martín, “Fernán López de Yanguas y el bachiller de la Pradilla”, en Revista Crítica Hispano Americana, 1 (1915), págs. 44-61; R. A. Y oung, “The Farsa del mundo y moral de Fernán López de Yanguas and the Auto Sacramental”, en Segismundo, 19-20 (1974), págs. 9-16; M. Á. Pérez Priego, “Algunas consideraciones sobre el erasmismo y el teatro religioso de la primera mitad del siglo XVI”, en El erasmismo en España, Santander, Sociedad Menéndez Pelayo, 1986, págs. 509-523.

 

Miguel Ángel Pérez Priego