Castillo, Diego del. ?, c. 1420 – c. 1480? Poeta.
Poeta del siglo XV, cuya obra se encuentra dispersa en diversos cancioneros. Por lo que sus poemas nos revelan, casi todos hubieron de ser compuestos en Nápoles, adonde hubo de trasladarse en su juventud, acompañando probablemente a Alfonso el Magnánimo, tal vez ya en 1435. De por entonces son sus primeros versos, recogidos en los cancioneros napolitanos, y algo anterior debe de ser, todavía en Aragón, un poema dirigido al poeta catalano-aragonés Pere Torrellas, a quien ensalza y reconoce como maestro, en tanto que éste elogia en Castillo su juventud, elocuencia y saber. Los poemas más importantes los escribió en torno a la muerte de Alfonso V (1458), reinando ya Ferrante: la Visión sobre la muerte del rey don Alfonso, un extenso poema en arte mayor; otro algo más breve, también en arte mayor, Sobre los amores del rey de Aragón con madama Lucreçia antes que el rey moriese, por mandado del rey don Fernando su fijo, loando los actos virtuosos entre ellos pasados; y un decir consolatorio a la reina María, que comienza “Parténope la fulgente”.
El poema sobre la muerte del rey don Alfonso es una visión alegórica en una pavorosa noche en medio de una gran tempestad, en la que aparecen las Parcas y la espantable Artropus amonesta con indignación a los mortales y dirige luego su discurso al Rey, a quien recuerda su frágil condición humana y la inexorabilidad de su muerte. Intervienen a continuación los criados y servidores, que lloran tan lamentable pérdida, en tanto que la reina viuda María invoca a la propia muerte. Artropus indignada toma la palabra como juez que ha dictado sentencia y nada la puede cambiar. A la Reina la emplaza a su propia muerte, y a los criados recrimina igualmente sus llantos y les razona su personal proceder. Abandonado el cuerpo del Rey en un pobre lecho, sólo le queda la compañía de la voz del poeta, quien lamenta el olvido en que ahora los demás le han dejado y le anuncia, sin embargo, que no se olvidará su memoria ni decrecerá su fama. Se trata, pues, de un poema culto y elevado, en la línea de la Comedieta de Ponza del marqués de Santillana, que también tenía como protagonista a Alfonso V. El poema Sobre los amores del rey de Aragón es una composición escrita por encargo de Ferrante, ya muerto Alfonso, loando la virtud de sus amores con la famosa dama napolitana Lucrezia d’Alagno, que cantaron otros poetas de la Corte. Pero, en tanto que esos poetas buscaron la justificación de los amores de Alfonso en su adecuación al código cortés, Castillosustenta todo el planteamiento sobre la doble condición del Rey como vicario de la divinidad y como hombre. Esa doble condición es la que ha posibilitado los amores de Alfonso y la que los ha sublimado.
Como hombre, ha podido compartir “los mundanales casos de amor” y como Rey, por su dignidad más que humana, los ha ennoblecido y dignificado. El tercer poema está construido como una carta consolatoria de Parténope (el antiguo nombre de Nápoles) a la reina María, con motivo de la muerte de su marido el rey Alfonso, en la que la propia ciudad describe su desolación y trata de consolar a la Reina.
Tras su estancia napolitana, que no se sabe cuándo concluyó, Castillo regresó a España, donde se integra en el círculo toledano formado en torno a Gómez Manrique y a Alonso Carrillo. Para Gómez Manrique escribe un poema dedicándole encendidos elogios.
Otro poema de entonces son las Coplas que fizo Diego del Castillo al coronista del rey don Enrique.
Poema que plantea un problema de identidad: si escribe el poema para Diego Enríquez del Castillo, cronista de Enrique IV o si él mismo es el cronista de Enrique IV (y hay que leer el en lugar de al en la rúbrica del poema). Es sugestiva la idea de que se trate de una misma persona e imaginar que, a su regreso de Nápoles, Castillo se integrara como cronista en la Corte del sobrino de Alfonso el Magnánimo. Hay incluso algunos hechos que podrían abonarla. Así la identidad de nombre y apellido (al cronista los documentos de la época le llaman tantas o más veces Diego del Castillo que Diego Enríquez del Castillo), el que propiamente no comience a saberse de Diego Enríquez hasta 1460 (cuando es nombrado cronista y cuando Diego del Castillo regresa de Italia), el que éste sepa italiano y reciba el encargo por parte del duque de Alburquerque de traducir del toscano el libro de Miçer Paris de Puteo, De re militari. Sin embargo, con los datos que ahora se tienen, hay que pensar en dos personalidades diferentes, aunque tal vez parientes en algún grado, tal como se infiere del tono familiar y confidencial que emplea al comienzo de las Coplas, donde el poeta llama al cronista “compañero Migallejo” o lo trata de “carillo” y “compadre”. El poema, por lo demás, consiste en una larga serie de consejos en lenguaje sentencioso y proverbial, en los que el poeta recomienda a su destinatario un comportamiento prudente. Tales consejos se diluyen en una larga sarta de refranes, que hacen muy inconcreta la situación referencial del poema. No obstante, se cree que debe de tener que ver con los continuos enfrentamientos políticos y militares del arzobispo Carrillo, partidario del príncipe Alfonso, y el rey don Enrique, en los que intervino activamente su cronista. En el marco de esos acontecimientos, en 1467, la casa de Enríquez del Castillo, en Segovia, fue asaltada y requisados sus escritos. Por el contenido de éstos, él llegó a ser condenado a muerte, aunque no se ejecutó la sentencia. Como consejero del Rey, Enríquez intervino con frecuencia en los asuntos de Toledo y recogió en su crónica duras recriminatorias contra los enemigos rebeldes. En ese ambiente histórico deben situarse las Coplas al coronista del rey don Enrique, de Diego del Castillo.
Obras de ~: en El cancionero del siglo XV, c. 1360-1520, ed. de B. Dutton, cancioneros musicales al cuidado de J. Krogstad, Salamanca, Universidad, 1990-1991, 7 vols. (Biblioteca Española del siglo XV, Serie maior, 1-7).
Bibl.: J. C. Rovira, “Los poemas al amor de Lucrezia D’Alagno y Alfonso V de Aragón”, en Boletín de la Real Academia Española, 67 (1987), págs. 77-107; Humanistas y poetas en la corte napolitana de Alfonso el Magnánimo, Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1990; A. Sánchez Martín (ed.), Crónica de Enrique IV, de Diego Enríquez del Castillo, Valladolid, Universidad, 1994; L. Vozzo Mendia, “La lirica spagnola alla corte napoletana di Alfonso d’Aragona: note su alcune tradizioni testuali”, en Revista de Literatura Medieval, 7 (1995), págs. 173-186; M. Á. Pérez Priego, “El tornaviaje de la poesía castellana a la corte de Nápoles. El poeta Diego del Castillo”, en VV. AA., Atti del XVI Congresso Internazionale di Storia della Corona d’Aragona (Napoli, 1997), vol. II, Napoli, Paparo Edizione-Comune di Napoli, 2000, págs. 1563-1573 (en M. Á. Pérez Priego, Estudios sobre la poesía del siglo XV, Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2004, págs. 173-182); L. Simó, “Una alegoría poco conocida a la muerte del Magnánimo”, en Medievalia, 31 (2000), págs. 1-22; “Parténope la fulgente de Diego del Castillo y el género de la elegía epistolar en la poesía cancioneril del siglo XV”, en Revista de Poética Medieval, 6 (2001), págs. 87-114.
Miguel Ángel Pérez Priego