Velayos y Velayos, Nicasio. Cardeñosa (Ávila), 14.XII.1876 – Ávila, 21.VI.1951. Político y ministro de Agricultura en la Segunda República.
Abogado, de acreditado bufete en la ciudad de Ávila, Nicasio Velayos pertenecía a una familia que no desaprovechó la oportunidad que supuso la desamortización para ampliar el patrimonio rústico.
Representó en el Congreso al distrito de Ávila tras las elecciones de 1916, 1918 y 1923; en esta última, fue proclamado por el artículo 29. Velayos era el jefe de filas de los liberales, dentro del grupo que seguía a Santiago Alba, en una provincia donde predominaba el Partido Conservador. A partir de 1910 y hasta 1923, la distribución del poder político en las Cortes se resumiría en tres personajes, Velayos frente a los conservadores, primero frente a Nicolás Sánchez-Albornoz (padre de don Claudio) que provenía del fusionismo y de Maura, y más tarde F. González Rojas.
En un ambiente tan conservador como el abulense, le correspondió a Velayos defenderse de acusaciones de anticlericalismo en lo que no era sino una expresión de tolerancia de un católico partidario de la “moderna economía liberal”. En agosto de 1913 fundó el periódico El Liberal de Ávila con la finalidad de defender la política de Romanones y Alba; el periódico dejó de existir a mediados de marzo del año siguiente, sustituido por el semanario La Voz del Pueblo. Con motivo de la huelga de 1917 protestaría contra las represalias de que fueron objeto parlamentarios y otros detenidos.
Aunque no saliera elegido por el distrito en todas las elecciones, Velayos ganó en la ciudad varias veces por número de votos a su contrincante conservador en campañas de gran agresividad ideológica.
Fue diputado por Ávila en las tres legislaturas de la Segunda República, en 1931, como independiente, y en 1933-1936 dentro de los agrarios. Velayos representa bien un ejemplo del poder de “los de siempre”, en este caso tras el abandono de posturas de una izquierda liberal y su orientación hacia la derecha más conservadora que entonces representaba el grupo agrario; la mayoría de los diputados eran exmonárquicos liberales católicos, como Velayos, agrupados para defender los derechos de propiedad (es decir, boicotear la reforma agraria) y el precio remunerador para el trigo; dos elementos ideológicos que identificaban al grupo eran la defensa de la Iglesia y su oposición a la autonomía catalana en cuyo objetivo el ariete principal era Antonio Royo Villanova, director de El Norte de Castilla. En enero de 1934 esta corriente cristalizó en la formación del Partido Agrario Español, dirigido por José Martínez Velasco.
Nicasio Velayos ha pasado a la historia de la Segunda República y de la reforma agraria por su participación en el XII Gobierno de la República (6 de mayo de 1935 al 25 de septiembre de 1935), que significó la segunda entrada de ministros de la Confederación Española de Derechos Autónomos (CEDA) en el que ha sido considerado el gobierno más reaccionario de toda la República. La minoría agraria que había logrado entorpecer la tramitación de la ley de reforma agraria (además del Estatuto de Cataluña) llegaba ahora al Ministerio de Agricultura para desnaturalizarla, una vez que los proyectos reformistas de Giménez Fernández no llegaron a buen puerto. Durante esos poco más de cuatro meses que estuvo al frente de Agricultura la actividad más importante de Velayos fue sacar adelante la “ley para la Reforma de la Reforma Agraria”, o llanamente “contrarreforma agraria”, que presentó el 3 de julio de 1935. La desnaturalización de la reforma de Azaña se llevaba a cabo anulando el Inventario de fincas expropiables, la expropiación sin indemnización (efectuada con tierras de la Grandeza), reduciendo el presupuesto del Instituto de Reforma Agraria (IRA) y aceptando indemnizar las tierras expropiadas a precio de mercado, decisión que, al no ir acompañada de partida presupuestaria, suponía la paralización de hecho de la reforma.
La Ley Velayos, que cerraba las puertas abiertas por la Ley Azaña, había dejado, sin embargo, un resquicio que se volvería en contra de los intereses de los que la habían promovido. La cláusula de “utilidad social”, que debió aceptarse para demostrar la sensibilidad del reformismo social de los radicales, se convertiría en el instrumento legislativo aplicado por los gobiernos del Frente Popular para acelerar la implantación de la reforma, algo que con frecuencia pasaría por legitimar las ocupaciones de tierras. En este sentido tenían razón los representantes de los propietarios al afirmar que con esta cláusula se agravaba la Ley de 1932 porque se incluían todas las fincas de España y además desaparecía el recurso de revisión por infracción de ley al no estar la finca afectada por la reforma.
Pero para que esto ocurriera, claro está, era preciso una voluntad política reformista de la que se carecía en 1935. El 1 de agosto de 1935 Alcalá Zamora sancionaba el texto aprobado días atrás.
También a Velayos le tocó sufrir el problema de la sobreproducción del trigo arbitrando las mismas recetas que difícilmente podían salvar a un enfermo incurable.
El ministro leyó en las Cortes, el 1 de junio, un nuevo proyecto de Ley de Autorizaciones, que fue aprobado el día 8, por el cual se le autorizaba a retirar temporalmente, por sí mismo o a través de un Banco Oficial, con sus entidades delegadas, 400.000 toneladas de trigo procedentes de la cosecha de 1934; pero las entidades incumplieron sistemáticamente sus obligaciones y el malestar de los productores de trigo fue en aumento. Para un partido que se llamaba agrario y que pretendía conseguir precios remuneradores del trigo, las medidas de Velayos, como luego las del agrario Martínez Velasco, no podían por menos de defraudar a los productores del interior.
Las circunstancias que rodearon su salida del Ministerio tuvieron gran trascendencia política, pues al dimitir en solidaridad con el ministro de Marina Royo Villanova por discrepar con el traspaso de competencias sobre carreteras a la Generalitat de Cataluña, provocó la caída de A. Lerroux. Después de la Guerra Civil, Nicasio Velayos fue decano del Colegio de Abogados de Ávila durante muchos años.
Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 127 n.º 5, 129 n.º 5, 135 n.º 5, 137 n.º 5, 139 n.º 5 y 141 n.º 5.
E. Malefakis, Reforma agraria y revolución campesina en la España del siglo xx, Barcelona, Ariel, 1971; M. Cabrera, La Patronal ante la II República. Organizaciones y estrategia (1931- 1936), Madrid, Siglo XXI, 1983; P. Carasa (ed.), Elites castellanas de la Restauración, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1997; E. Cabezas Ávila, “Los de siempre”. Poder, familia y ciudad (Ávila, 1875-1923), Madrid, CIS, 2000; C. Sánchez-Reyes del Palacio, Ávila... cuando emigraban las cigüeñas 1935- 1956, Madrid, 2004; R. Robledo Hernández, Los ministros de agricultura de la Segunda República (1931-1939), Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 2006.
Ricardo Robledo Hernández