León Merchante, Juan Manuel de. Maestro León. Pastrana (Guadalajara), 24.I.1626 – Alcalá de Henares (Madrid), 15.VIII.1680. Teólogo, racionero, comisario del Santo Oficio, capellán real, poeta y dramaturgo.
León Merchante (y no Marchante, como se ve escrito en muchos documentos de la época y posteriores) fue conocido en su tiempo como el Maestro León. De familia distinguida, realizó sus estudios en el prestigioso colegio menor de Santiago o de los Caballeros Manriques de Alcalá de Henares, donde obtuvo el título de maestro en Filosofía y Artes. De 1649 data su primera obrita conocida, el entremés de El paseo al río de noche. Pero ya antes debió de dejar algún testimonio escrito, como una décima en honor de Francisco de Quevedo, cuando éste se encontraba preso en la cárcel de San Marcos de León, es decir, entre 1639 y 1643: “En San Marcos de León / está el insigne Quevedo, / del Conde con mucho miedo / y poca satisfacción. / La causa de su prisión / pierde el más lince de vista, / mas un colegial artista / (que en discurrir no son parcos) / dijo: Quevedo en San Marcos / está por evangelista”. En 1652 obtuvo el cargo de sacristán mayor y dos años después el de capellán menor en esta misma institución. En 1663 fue nombrado comisario del Santo Oficio, cargo que le alejó de la villa complutense con bastante frecuencia.
De por entonces datan sus primeras obras teatrales, compuestas con motivo de algunas efemérides; así, el entremés de El Pericón, compuesto para los años del príncipe Felipe Próspero, nacido en 1657 y muerto cuatro años después. Enseguida obtuvo el puesto de racionero en la iglesia magistral de los Santos Justo y Pastor de Alcalá. En 1670 se le nombró para una canonjía en San Martín de Linis, lugar retirado de la montaña santanderina, adonde finalmente desistió de ir. Al poco tiempo debió de ser nombrado capellán del Rey, y siguieron sus colaboraciones poéticas y teatrales de carácter cortesano: para el cumpleaños de la reina Mariana escribió los sainetes y la Mojiganga de los alcaldes. En sus villancicos aludió con frecuencia a hechos relacionados con el nacimiento, la minoría de edad del príncipe Carlos, la mayoría y a su casamiento con María Luisa de Orleans. Pero, sin duda, el acontecimiento histórico de mayor prestancia en el que participó fue el célebre auto de fe celebrado en Madrid el día 30 de junio de 1680, del cual dejó testimonio en un jocoso “Villancico”.
Consiguió el maestro León cierta fama como poeta chocarrero, y durante el siglo XVIII se mantuvo viva su memoria gracias a la edición de las Obras poéticas póstumas, publicadas en 1722 por un desconocido “aficionado” suyo. El éxito de esta primera edición animó a sacar un segundo tomo en 1733.
La obra poética está constituida por una serie de poemas de contenido religioso, con los cuales atendía las peticiones de iglesias, conventos y capillas particulares, de modo especial la catedral de Toledo, la magistral de los santos Justo y Pastor de Alcalá y la capilla de las Descalzas Reales. Menor interés ofrece su poesía profana, escrita en la clave burlesca propia del barroco, y en la que demuestra ser un fiel seguidor de Quevedo: “Un tuerto pidiendo a san Diego remedio para un ojo”, “Un corcovado, que pide a San Diego remedio para un ojo”, “A un novio impotente y calvo”, etc. También cobró fama por su “Relación de los toros de Meco”, que corrió en pliegos sueltos durante muchos años. Todavía Leandro Fernández de Moratín, en La derrota de los pedantes, se refirió con indisimulado desprecio a las “coplas del célebre León Merchante, dulce estudio de los barberos”.
Para el teatro escribió una convencional comedia de enredo (No hay amar como fingir), y varias comedias de santos trufadas de los efectismos espectaculares propios del género, como La Virgen de la Salceda, Las dos estrellas de Francia y Los dos mejores hermanos san Justo y Pastor, estas últimas escritas en colaboración con el jesuita padre Diego Calleja. En cambio, la posteridad le ha reconocido su maestría en la composición de piezas breves, escritas para rellenar los entreactos de las fiestas teatrales de Calderón y de otros ingenios de la segunda mitad del siglo XVII. Cultivó todos los subgéneros de este prolífico grupo genérico: entremeses (El abad del Campillo, El alcalde de Mairena, El astrólogo y sacristanes, Las barbas de balde, El día de compadres, Los espejos, La estafeta, El gato y la montera, Los pajes golosos), loas (Loa para la compañía de Caballero, Loa de planetas y signos), bailes (El pintor), jácaras (El borracho y Talaverón, Gargolla) y mojigangas (Los motes, Los regidores, La vidriera).
Pero tal vez sea en la prosa donde ha dejado su obra más original, La Picaresca, una colección manuscrita de cartas ficticias dirigidas a una prima monja suya y donde al hilo de comentarios sobre su vida, va desgranando otros de carácter erótico y hasta pornográfico, que parecen anunciar el libertinaje del siglo posterior y que asombran aún más tratándose de un ministro de la Inquisición.
Obras de ~: Obras poéticas póstumas [...] Divididas en tres clases, Sagradas, Humanas y Cómicas, t. I, Madrid, 1722 [además de composiciones poéticas incluye las siguientes piezas dramáticas]: Loa al patriarca san Pedro Nolasco, Loa de planetas y signos, Loa del reloj, La Virgen de la Salceda, Las dos estrellas de Francia, Los dos mejores hermanos san Justo y Pastor, No hay amar como fingir, El gato y la montera, Las barbas de balde, La estafeta, El día de compadres, El refugio de los poetas, El abad del Campillo, Los pajes golosos, Los alcaldes, Los espejos, La Pulga y la Chispa, El borracho y Talaverón, Gargolla; Obras poéticas póstumas [...] Poesías sagradas, t. II, Madrid, 1733 (contiene varios poemas glosando títulos de comedias y un villancico alusivo a la prohibición de éstas); La Picaresca, ed. de R. Foulché-Delbosc, en Revue Hispanique, 38 (1916), págs. 532-614.
Bibl.: E. Cotarelo y Mori, “Estudio preliminar”, en Colección de entremeses, loas, bailes, jácaras y mojigangas, t. I., vol. I, Madrid, Bailly-Baillière, 1911; J. Huerta Calvo, “La risa del inquisidor. En torno a la Picaresca de León Merchante”, en El teatro español a fines del siglo XVII. Historia, cultura y teatro en la España de Carlos II, t. I, Ámsterdam - Atlanta, Rodopi, 1989, págs. 125-135; I. Arellano y M. Zugasti, “Una relación festiva del siglo XVII: la Fiesta de toros que corrió la villa de Meco, atribuida a León Marchante [sic]”, en VV. AA., Homenaje al profesor José Fradejas Lebrero, vol. I, Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), 1993, págs. 207-222; J. Huerta Calvo, El teatro breve en la Edad de Oro, Madrid, Laberinto, 2001.
Javier Huerta Calvo